¿Por qué una persona entrega su poder, el tomar decisiones, su conciencia, a una institución, a un grupo, religión, partido, etcétera?

Conozco personas que no son felices, que han entregado su realización integral, afectiva, social, espiritual, el desarrollo de su yo, el desarrollo de su personalidad, su autonomía… a una entidad colectiva, y se sujetan a normas que le cosifican, le alienan, personas patéticamente sufriendo: no felices. Hablo principalmente desde el mundo de las mujeres en algunas religiones.

Se les hace difícil a parte de las mujeres el reconocer que lo esencial en la vida, y por tanto en toda obediencia, es el amor: el amor propio y el amor hacia los demás.

Cuando converso con personas opresivas, controladoras, autoritarias, en nombre de normas, creencias, moral y que dificultan la toma de decisiones de otras, del desarrollo de su personalidad, su felicidad, fundamentándose en preceptos religiosos, les digo: Dios o la Diosa es amor. Todas y todos somos hechos a su imagen y semejanza. Son concepciones éticas que me acompañan desde muy joven en la política, y en la vida social, espiritual. Y en un aforismo más “aplatanado” digo: Nadie es mejor que nadie. Las mujeres no deben aceptar el sometimiento en nombre de nada.

¿Porqué alguien puede obedecer a textos, agrupaciones, jerarcas que les niegan la libertad, la felicidad, el amor?

La obediencia por temor, por búsqueda de seguridad, creo, está asociada al autoritarismo cultural del medio donde las mujeres, principalmente, se han educado, desarrollado.

Reproduzco parte del texto del sacerdote hindú, jesuita, Antony de Mello, ya fallecido, en su libro Una llamada al amor: conciencia, libertad y felicidad, donde se expresa sobre las causas, y la visión para superar estas dependencias, apegos, controles, en estas concepciones.

En este libro que contiene hay 31 meditaciones, en la Meditación 3 este guía espiritual dice:

"Al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica,

déjale también el manto: y a quien te fuerce

a caminar una milla, acompáñalo dos"

(Mt 5.40-41)

Si observas de qué modo estás hecho y cómo funcionas, descubrirás que hay en tu mente todo un "programa", toda una serie de presupuestos acerca de cómo debe ser el mundo, cómo debes ser tú mismo y qué es lo debes desear.

¿Quién es el responsable de ese “programa’’ ¿Tú no, desde luego? No eres realmente tú quien ha decidido cosas tan fundamentales como son tus deseos y exigencias, tus necesidades, tus valores, tus gustos, tus actitudes… Han sido tus padres, tu sociedad, tu cultura, tu religión y tus experiencias pasadas las que han introducido en tu "ordenador" las normas de funcionamiento. Ahora bien, sea cual sea tu edad y vayas a donde vayas, tu "ordenador" va contigo y actúa y funciona en cada momento consciente del día, insistiendo imperiosamente en que sus exigencias deben ser satisfechas por la vida, por la gente y por ti mismo. De hacerlo así, el "ordenador" te permitirá vivir pacífica y felizmente: de lo contrario, y aunque tú no tengas la culpa, generará unas emociones negativas que te harán sufrir.

Cuando, por ejemplo, otras personas no viven con arreglo a las expectativas de tu "ordenador", éste te atormenta a base de frustración, de ira, de amargura… O cuando, por ejemplo, las cosas escapan a tu control, o el futuro es incierto, tu "ordenador" insiste en que experimentes ansiedad, tensión, preocupación… Entonces empleas un montón de energías en hacer frente a esas emociones negativas.

(…)

Por eso llevas una existencia patética, siempre a merced de las cosas y las personas, tratando desesperadamente de que se ajusten a las exigencias de tu "ordenador", a fin de poder tú disfrutar de la única paz que conoces: una tregua temporal de tus emociones negativas, cortesía de tu "ordenador" y de tu "programa".

… Pero sólo después de haber conseguido liberarte de tus trastornos emocionales, porque sólo entonces tu acción nacerá de la paz y del amor, no del deseo neurótico de satisfacer a tu "ordenador", de ajustarte a su "programa" o de liberarte de las emociones negativas que genera. Y sólo entonces comprenderás cuán profunda es la sabiduría de estas palabras: "Al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica. déjale también el manto; y a quien te fuerce a caminar una milla. acompáñalo dos". Porque te resultará evidente que la verdadera opresión proviene, no de las personas que pleitean contigo ni de quien te somete a un trabajo excesivo, sino de tu "ordenador, cuyo "programa"… Se sabe de personas que han sido felices… ¡incluso en el opresivo clima de un campo de concentración! De lo que necesitas ser liberado es de la opresión de tu "programa". Sólo así podrás experimentar la libertad interior que está en el origen de toda revolución social…” (Negritas de Mildred Dolores Mata )(Anthony de Mello, Una llamada al amor. Editorial Sal Terrae. España.

Precisamente por las concepciones libertarias, el trabajar por la autoconciencia y la felicidad hicieron que los libros de Anthony de Mello fuesen prohibidos. El 24 de junio de 1998, la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidido por Benedicto Ratzinger publicó una Notificación declarando que las obras del jesuita indio Anthony de Mello son incompatibles con la fe católica.

Sin embargo, sus libros son editados y leídos por los/as cristianos.

Conviene a la sociedad dominicana el mayor estudio sobre teología de la liberación y sus escritores, las reflexiones, de teólogos como Enrique Dussel, Gustavo Gutiérrez Merino, Paulo Freire, Leonardo Boff, entre otros.

La liberación de las conciencias se hace más difícil para algunas mujeres por la educación de sumisión, y machismo en la cultura patriarcal en la República Dominicana.