TÍTULO

¨La Gunguna es Santa Elena (una de los loases del vudú dominicano). Como nombre de pistola 22. , se traduce en este filme que arrastra todo un conglomerado de acciones orientadas a la psiquis del público.”  Ampliando. Ya en la primera escena ese título nos es dado para remitirnos a un mundo mitológico envuelto en acontecimientos históricos principalmente por la línea de nombres que se le dan a otras pistolas y revólveres tales como “Papá Liborio”, “Mamá Tingó” etc. Es una secuencia que presenta a un personaje femenino arquetipo con peso fuerte en la trama.

PROPAGANDA

“Su mundo empieza en la propaganda valiéndose de herramientas que generan sensación de calidad (nunca antes hecho en RD)”. Ampliando. Probablemente el único filme dominicano con clara dirección propagandística cimentada en la propuesta visual de los personajes en gestos y sugerentes situaciones que no salen en el filme. Precisamente porque se vende cada uno como un producto y como tal se le hacen los ángulos más atractivos en una composición de imagen e intertítulos adaptados de herramientas publicitarias. Toda una estructura bien cuidada y profesional para fomentar expectativas. Realizada sin el empleo de grandes recursos físicos como vallas y carteles inmensos como esos que maltratan el paisaje urbano.

COMPARACIONES

“Un microcosmos de coyunturas que llevan a enfoques anímicos sobre lo que es y no es cine. Surgen azarosas comparaciones que, sin querer, avasallan las condiciones competentes de director y de guionista cuando se les semeja con los grandes; por suerte, en los creadores del filme esas comparaciones no hacen mella.” Ampliando.  Enfocarla de si es cine o no es cine, es bastante subjetivo porque existe el cine sin amplio despliegue de una historia tal como nació con George Melies y existe el cine con historias que nacen con  David Wark Griffith quien tuvo ese logro gracias al avance tecnológico que permite introducir elementos como el flashback y disolvencias creando el montaje llamado “montaje invisible”, pero también existe el cine que nace con el llamado “montaje expresivo” donde un plano combinado con otros da como resultado una historia apenas con esa yuxtaposición de imágenes en movimiento y que convierten así a todos los elementos en efectos dramáticos.  Probablemente hoy la gente tiende a catalogar lo que es cine según sus gustos, hay cine comercial y hay cine de arte, hay películas incluso sin historias que ganan premios y otras que nunca ganan nada ni siquiera buenas críticas. Y por hablar en críticos, es realmente poco razonable que una obra ya hecha pueda alguien decir que se parece a otra o que recibe influencias de otra, o que tiene mucho de tal cineasta, o incluso hay quien diga que le quitaría tantos minutos porque resulta cansona, y puede que así sea porque regularmente muchas películas tienden a la reiteración de eventos y el público se la lleva y siente que le están cansando con un tema o con un hecho, simplemente porque eso tiende a ralentizar el ritmo. La Gunguna no se parece a nada porque parte de una idea en la cabeza del guionista y del director. La puesta en escena puede remitirnos a otras películas pero eso es imposible de medir como plagio o imitación. Justo hay que decir que los artistas tienden a mimetizar a otros y a sí mismos. Y el cine comercial, sobre todo las comedias, tienden a engancharse en situaciones y estructuras que sean digeridas rápidamente por el público.  De eso hay que aprender.

LAS COMEDIAS DEL CINE DOMINICANO

“Pues bien, si se somete el filme a un escrutinio cruel, se le apuntaría como narrativa pastiche en clave farsesca. Sin embargo, la dirección se aleja de ese usual analfabetismo funcional que arropa de pies a cabeza al cine dominicano.” Ampliando.   La falta de apuro en el cine dominicano tiende a crear caos producto de una arbitraria dicotomía negocio versus arte. Crea una supuesta industria donde cualquier cosa cabe y todo es permisible, aunque eso consienta que se dirija cada vez más hacia la nada como negocio y como arte. Una vez que eso ya es norma que no admite –intolerante–  cualquier otra, una vez que campea el facilismo en ese mundo de analfabetos funcionales, entonces el tuerto es rey. Todo se somete a sus designios y amplifica o aplasta a sus anchas y gustos.  Pero cuando el líder de un proyecto no responde a esos designios de mercado sino a sus propias articulaciones culturales y modo de vida, se aleja de esas estructuras y pone un acento que lo orienta hacia la exposición de un mundo social dominicano que es como un rompecabezas con figura amorfa. La Gunguna pudo haberse ahogado en ese charco de inmundicias, pudo haber sido una mueca de pastiche y farsa bufa, como casi lo logra y se le impone el mercado del cine pues es obvia su sujeción al concierto del “gusto” del gran público que produce tanto disgusto a otros públicos. Quizás por suerte u obra de La Gunguna (Santa Elena) eso no pasó. Pero quedó algo, una historia apagada por bandidos cinematográficos separados del mundo real y cotidiano, cuyas acciones se tuercen ante el desarrollo de la historia de una pistolita que pelea con la historia de Montás, aquel infausto obrero, y, sin embargo, esas convenciones narrativas son las que surten efecto, son maniqueas porque la realidad que tiene la gente en la cabeza es maniquea, tanto así que es fácil dominar apenas con usar palabras como “bien” y “mal” en la propaganda política. Muchas cinematografías pasan por procesos y reflejan realidades culturales, la dominicana es una cinematografía que ha preferido instalarse, quedarse, pavonearse, arrellanarse en el subdesarrollo como coartada de un proceso enchivado, un maldito atraso que no nos deja ser en ninguna instancia porque seguimos rezagados en todo.  Resultado: el cine dominicano es una comedia de tv, como lo es la realidad que pinta. Que este filme trate de borrar esa línea divisoria no significa que no se la vea con un pie en un lado y el otro pie en el otro, ¿De cuál cojea? Creo que el filme es demasiado cínico para saber al dedillo la respuesta e intencionalmente caricaturesco para dar alguna respuesta.

NARRATIVA

“¿Cómo ocurre esto? El universo del filme pinta que para los de “arriba” la Gunguna es un fin, en tanto para los de “abajo” es un medio.  Muestra la verticalidad del crimen organizado”.  Ampliando. Normalmente y casi oficiosamente la crítica especializada de cine tiende a volcarse o en el contenido o en lo expresivo. Si le gusta, “saca a flote” un océano de interpretaciones que supuestamente  están implícitas y cada quien “ve” lo que nadie, y manifiesta su elocuente mirada a las “entrelineas”. Perfecto. Eso es bueno para el ego. Y casi siempre llueven los argumentos, porque es que si a uno le gusta el lógico que tenga argumentos para decir las causas. Pero cuando no gusta, no se necesitan argumentos, no gusta y ya. Ahora bien, lo que debe estar muy claro en quien ve el filme es de si la propuesta convence. Mostrar la verticalidad del crimen organizado, para mi es aceptable, porque muestra intereses fuertes entre quien solo ve La Gunguna como un objeto de colección, y ya sabemos que para los de arriba todo lo que consiguen es para mostrar que están al mando y que cualquier cosa, que para los de abajo puede ser un medio,  mientras que para los que todo lo pueden es, para ellos, un  fin en sí, un trofeo.  Pero aún eso no es perceptible como recado, lo es como trama y en ella la frontera entre los de abajo y los de arriba La Gunguna es apenas el objeto cuya posesión le convierte en un objeto de mala-suerte.

ESTÉTICA

“Usa estética afincada en el video-clip con narrativa frenética, manifiesta narración abreviada y nada didáctica (salvo disquisiciones indirectas sobre la pistolita); los elementos de la trama se explicitan de modo despiadado. El vaivén complejo del montaje, con fuerte influencia de escenas tensas, es calmado con diálogos sarcásticos valiéndose de frases desvariadas en esas circunstancias límites. Se mantiene buen ritmo que, más que edición, es apropiado  montaje de las escenas donde cada una lleva a la siguiente (pero ocultando la historia) -si te descuidas y apartas los ojos de la pantalla te jodes porque se te va el hilo-.” Ampliando. El cine de efecto, no se vale de ambientes como el narrativo. Estando La Gunguna parada sobre ambos todo se traduce en microambientes. En eso la dirección de arte es vital para que mantenga una línea visual homogénea. Y en eso es una excitación visual de buen gusto en la estética como cine, ahí se lleva un cien de cien. Y es dirección de arte de verdad. El elenco gusta porque es heterogéneo, ninguno se parece al otro, son tipos como en un circo. Otra convención potable para la propuesta. Lo que no gusta como actuación o como personaje es porque definitivamente sea que no esté en el imaginario popular, donde solo hay dembonseros por ejemplo.

GUIÓN E HISTORIA

“Aunque irradia expectación y simultaneidad, la historia quedó abajo. Eso ocurre porque el filme es dirigido a un público que demanda acción frenética de cortes vertiginosos y estética de videoclip, casi como un anuncio publicitario.” Ampliando. En el panorama deprimente de las comedias dominicanas este filme es un respiro. Muy a contragusto popular, aquí no hay irritables y escatológicos famosos (muy del gusto de la mayoría), salvo el uso de algunos “ganchos” que felizmente no violentan la armonía del desenlace hilarante, donde humor es, ineludiblemente, subjetivo. Y la gracia que tenga resultade que es anímica, depende mucho de quien la recibe. Las películas taquilleras no lo son por las historias o lo bien resueltas cinematográficamente, son taquilleras porque los cómicos y los famosos transitorios son mayores que los filmes que protagonizan.  Aquí el resultado es diferente y el filme es más grande que todos y por eso todos gustan, al menos cada uno tiene su público. Y, además, porque todos los personajes son desplegados como agentes causales de la trama. Los elementos que dan vida a la trama son mostrados de forma dura y sangrienta. Eso muestra un conflicto entre propuesta inicial del guion y el resultado final. En cuanto la idea era mostrar el crimen organizado con una pistolita como elemento transversal, la vida desgraciada de obreros de la construcción ofusca esa historia hasta lograr salir a flote en el tercer acto, pero la trama llega agotada, sin levantar mayor interés o indignación, más bien muestra a un individuo entregado al vaivén de los que quiera Dios y los poderosos.

El humor que permea la historia resalta por su apropiada aplicación, sin anular formalidad al filme serena el instante de escenas agitadas. Destacable es uno de los personajes cuando toma una decisión que parece la única que tomaría cualquiera exprimido por la violencia y se dirige hacia la cabeza del poder público que, como se sabe, gobierna en una estructura forrada por la corrupción.

DIRECCIÓN

“El valor de la dirección supo sortear esos gustos y entrega intensidad dramática a partir del único personaje desarrollado, Montás, el obrero de la construcción, con el que sintetiza la condición crítica de los de abajo, sin categorizarlo como héroe o victima sino que -poniendo el dedo en la llaga- lo hace reo de un sentimiento de inhabilidad perezosa muy propia del status sociocultural presente en el pueblo dominicano, vale generalizar.”  Ampliando. Jugó a usar la hipérbole visual yuxtapuesta con ritmo ligero de los diálogos y con personajes coadyuvantes caricatos, colores sutilmente recargados y montaje de situaciones cruzadas para entretener y avispar al espectador.

El resultado es alentador. Por eso los espectadores salen reanimados del cine. Salen satisfechos, en su inmensa mayoría, porque después de tantos amagos el cine nacional definitivamente logró innovar con un filme incomparable y diferente de aquellos que les atarugaban.

Género: Comedia negra. Dirección: Ernesto Alemany. Guión: Miguel Yarull (adaptado del cuento “Montás”). Elenco: Gerardo Mercedes, Patricia Ascuaciati, Nashla Bogaert, Isaac Saviñón, Jean Gabriel Guerra, Teo Terrero, Jalsen Santana, Wasen Ou, Vlad Sosa, Miguel Ángel Martínez, Toussaint Merionne, Mario Núñez, Jaime Tirelli, Janina Irrizarri, Rich Wong, Tung Chi Hsu. Duración: 1 hora 33 minutos.