La campaña electoral comenzó oficialmente el 15 de este mes, pero desde hace muchos meses los partidos políticos están haciendo campaña, lo que no es nada nuevo en nuestro medio. Hay algunas voces que han hecho propuestas para que sea pacífica, pulcra y transparente, a fin de que el resultado de las elecciones presidenciales previstas no sean sujeta a una campaña negativa y sucia como se han calificado por muchos sectores que aspiran a una consolidación del proceso democrático.   Hemos visto, con alguna inquietud, la participación activa del presidente de la República en la campaña para respaldar al candidato del PLD Danilo Medina. Nada se lo impide. La inquietud surge porque creemos que el Jefe del Estado, sin ninguna duda, es el representante de todos los dominicanos, sin excepción alguna, no de un partido, aunque sea su líder.

Leonel Fernández, con el carisma que sin duda tiene, parece como si fuera él el candidato, no el licenciado Danilo Medina, que tiene una agresiva propaganda en los medios de comunicación como nunca se ha registrado en la historia electoral de este país. Estamos frente a la guerra de las encuesta y el pueblo solo espera a una de la que mas cree, que no necesita que la mencionemos.

Sinceramente creemos que la participación en solitario del Presidente, sin que siquiera participe su esposa, que es la compañera de boleta de Medina, hace daño a su figura, pues muchos extranjeros se preguntan cuál es el objetivo de su promoción. Evidentemente, todo parece indicar que el presidente Fernández quiere afianzar aún más su figura en el ánimo de la población, en vista de que la Constitución no le prohíbe participar como candidato en las elecciones de 2016.

Hay que recordar que las elecciones congresuales y municipales  del 2010 no fueron ganadas por quienes hoy son senadores y diputados, a excepción de algunos que tenían su base social asegurada. fue posible porque el presidente Fernández los respaldó, caminando por todo el país para que el PLD controlara el Congreso, como sucedió. Es lógico que ese Congreso respalde sin chistar todas las iniciativas del presidente.

Estamos seguros de que esas cosas no sucedieran si en el país existiera la figura jurídica de la Asamblea Constituyente, donde el pueblo participe directamente en la toma de decisiones sobre asuntos que consideramos de gran envergadura.

La permanencia en el Poder por muchos años obnubila la mente del presidente más plecaro. Siempre hay algunos, en numerosos países del mundo, que se aferran tanto al don de mando, que no vacilan en aplicar sus recursos carismáticos para proyectarse como los únicos capaces de dirigir los destinos de un   país. Por supuesto, esa creencia los lleva a cometer graves errores,  que finalmente son recogidos por la Historia como "sombras nebulosas" en la trayectoria de tales líderes.

Con este comentario no queremos decir que estamos a favor de determinados candidatos. Se trata, simplemente, de una observación, porque formo parte de una generación  que cree en todo tipo de actitudes para lograr una democracia que no sea la de hoy, que consideramos coja.