Ignoro en este momento si el presidente Barack Obama lanzará su prometido “castigo” al pueblo sirio porque supuestamente el gobierno utilizó “armas químicas” en la lucha contra los terroristas de Al Qaeda que financia y arma Estados Unidos, Reino Unido, Francia, pero sobre todo Arabia Saudita y Turquía con el estímulo y el apoyo de Israel.

Tan pronto se conoció la muerte de cientos personas en Al Ghuta Al Sharkiya, en las proximidades de Damasco, Obama gritó al mundo –y su voz se escuchó por todas las cadenas de propaganda- que el líder sirio Bashar al Asad había cruzado la “línea roja” al utilizar armas químicas contra su propio pueblo y tendría que afrontar el castigo.

Pese al inmenso poder de influencia que tiene el aparato de propaganda del Complejo Militar Industrial de Estados Unidos para convertir una mentira en verdad de aceptación generalizada, la veracidad de los hechos se va abriendo paso en forma incontenible y las posibilidades del general Obama de lanzar un ataque se vuelven cada hora más inciertas, pero que de hacerlo constituirán un auténtico “boomerang” para su gobierno, su país y el mundo.

Todo apunta a que después de meses de constantes golpes demoledores del Ejército Árabe Sirio contra las bandas terroristas y ante la conclusión política de que la victoria total de las tropas del gobierno estaba a la vista, Arabia Saudita, que está al comando operativo y al financiamiento de la agresión mercenaria al pueblo sirio, se dedicó a promover “un acontecimiento que cambiará el curso de la guerra” y que “provocará un ataque militar estadounidense”.

La primera etapa de ese plan fue la ejecución de atentados mortales en Líbano contra civiles en los barrios de mayoría chiíta para tratar de provocar que Hezbolá, que tiene miles de sus combatientes luchando en Siria, abandonase ese campo de batalla al lado del gobierno sirio.

Simultáneamente el príncipe saudita Bandar bin Sultan, jefe de los servicios de Inteligencia saudíes y fiel interlocutor de Estados Unidos para socavar la unidad del mundo árabe, propuso insolentemente al presidente de Rusia, Vladimir Putin, que retirara su apoyo a Siria y podía contar con contratos de negocios por el monto de 15,000 millones de dólares. Como el insulto-negocio fue ignorado por Putin y el gobernante ruso mantiene inalterable su respaldo a Siria, Bin Sultan entonces amenaza a Rusia con promover la insurgencia chechena en el Cáucaso.

El “acontecimiento que cambiará el curso de la guerra” y que “provocará un ataque militar estadounidense” vino envuelto en el ataque químico del pasado 21 de agosto y que fue subido a internet la noche del día anterior.

El ataque vino con videos iluminados, lo que no ha podido hacer el Ejército Libre de Siria en ningún combate victorioso aunque hay que reconocerle que sí ha publicado muchos videos asesinando niños, rematando soldados capturados, entre otras atrocidades que Occidente no toma en cuenta para seguir dándole respaldo, dinero, armamento, información y protección política.

Rusia presentó al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas pruebas de rastreos de radar que demuestran que el ataque químico fue lanzado desde las posiciones de los terroristas en forma de dos disparos de mortero contra las tropas del Ejército, pero que se desviaron y golpearon a la población civil.

El gobernante sirio y su Ejército tendrían que ser muy estúpidos para lanzar gases químicos a unos terroristas que han sufrido las más vergonzosas derrotas militares en los últimos meses sin contar con una sola victoria, salvo atentados y asesinatos de civiles.

Obama pensó que podía saltarse por encima de la razón y la verdad pero a esta hora ya Reino Unido y Francia comienzan a retroceder en su intento de bombardear a Siria ante la evidencia –aunque no lo admitan- de que el ataque químico no es obra del gobierno sirio, sino una provocación de sus enemigos externos ejecutada por los terroristas de Al Qaeda que han sido colocados en territorio sirio.

El 90 por ciento de la población de Reino Unido desaprueba un ataque contra Siria, mientras que 66 por ciento de los norteamericanos están en contra de una nueva aventura guerrerista bajo el pretexto de que Al Asad usó armas químicas.

En el mismo Congreso de Estados Unidos resuenan las voces de advertencia a Obama de que no se aventure a lanzar una acción militar en Siria sin obtener el visto bueno de los legisladores.

“¿Queremos convertirnos en la fuerza aérea del Al Qaeda?”, ha preguntado el ex congresista demócrata Dennis Kucinich, quien estima que un ataque de esa naturaleza sería “muy peligroso y tendría serias consecuencias internacionales”.

Tan graves serían las consecuencias que nadie duda que con la caída de los primeros misiles en territorio sirio se desataría una respuesta multifacética que implicaría a Israel, Irán, Líbano y el propio Siria.

Más aun, el insulto de Bin Sultan a Putin no parece que se quede sin contestación y solo depende de que Estados Unidos esté dispuesto a pasar por encima del Consejo de Seguridad de la ONU para golpear a Siria, para que Rusia se sienta en libertad de atacar a Arabia Saudita ante el peligro de que arme y financie a los chechenos.

Quien tenga dudas, que se tome la molestia de ver esta publicación:  http://www.eutimes.net/2013/08/putin-orders-massive-strike-against-saudi-arabia-if-west-attacks-syria/

Si finalmente Obama lanza su ataque “quirúrgico” contra Siria, se convertirá efectivamente en la fuerza aérea de Al Qaeda y desatará una guerra que muy probablemente no podrá saber cuándo y dónde terminará.