Con una producción iniciada en 1960, década constituida para mí en la más trascendente de su vida artística porque crece como espuma su fama y reconocimiento, Johnny Pacheco comienza su vida musical en la orquesta de Eddie Palmieri, que lo acoge en 1950, comenzando luego sus pininos como músico. Más tarde viendo el perfil de su calidad musical decide emprender camino propio y lo hace con su primera orquesta: Pacheco y su Charanga en 1960, siendo la década el período más fértil de suproducción con más de la mitad de los discos producidos en toda su carrera y alcanzando la primera de su producción una venta de 100,000 discos.

Este impacto de su proyección lo lleva al plano internacional recorriendo a todo Estados Unidos, Asia, Europa y América Latina. Este artículo hecho con la meticulosa referencia de  Gustavo Olivo, eterno admirador del músico dominicano y del mundo, completo esta necesaria segunda parte de quien en vida fue trascedente y gigante de la musicalidad latina, Johnny Pacheco.

Su despegue como productor, gestor musical, estratega de la música le viene de la mano de Jerry Masucci, al formar el sello discográfico, Fania Records y posteriormente la orquesta Fania All-Stars, esta visionaria decisión habría de vincular al conjunto de la música latina, en Estados Unidos y fuera de ese territorio, con la difusión, producción de espectáculos y distribución discográfica de ese nuevo ritmo conocido como salsa, pues lo comprometió a divulgar la música afroantillana con esmero, calidad, rítmica y profesionalidad.

Como parte de la estrategia de la Fania, se incluye el marco afroantillano a lo que se llamaría la salsa, que tuvo como propósito llegar más allá del continente americano y conquistar el mundo musical y familiar a la vez del continente africano, siendo esta iniciativa valorada por estudiosos como una buena estrategia de comercialización, circularidad musical y territorialidad expansiva del producto musical de la salsa.

La presentación de la Fania All-Stars en el Festival Zaire ‘74, organizado en su momento por el dictador Mobutu Sese Seko, fue el escenario en el Estadio Hai en Kinshasa en 1974, para orquestar, lo que algunos especialistas llamaron, el tercer espacio sonoro (Hoimi Bhabha, citado por Brais Outes-León en (Iberoamericana, XVII, No. 66, 2017), al integrar a África, América Latina y Los afrolatinos de los Estados Unidos, bajo un principio de hibridación musical y danzario a través de la salsa teniendo una gran acogida en su gira africana, y a lo que luego se llamó la República Popular Democrática del Congo, como parte de la Guerra Fría llevada al mundo del arte y la cultura, creándose una geografía musical nueva (Brais Outes-León: Iberoamericana, XVII, No 66, 2017, cita ya) que compartían Europa, Asia, África y Estados Unidos y Latinoamérica.

Como antesala de la pelea boxística entre Muhammad Alí y George Foreman, el festival de artistas africanos y del mundo, sobre todo, norteamericanos, arrastró a figuras como James Brown, Riley B. King, junto a grandes representantes de la música africana de la estatura de Mirian Makeba y Manu Dibango. Igualmente hicieron presencia la Fania, Junto a Pacheco, Celia Cruz, que cantó la canción icono de Johnny Pacheco, Quimbara…produciéndose una gran algarabía entre los más de 80 mil espectadores que allí se encontraban. El coro esa vez estaba compuesto de voces extraordinarias como Héctor Lavoe, Ismael Miranda, Ismael Quintana, Cheo Feliciano, los timbales a cargo de Orestes Vilato y la tumbadora en manos de Ray Barreto, no se requería un detalle más para despertar el entusiasmo y la cadencia africana esa noche.

Este punto de partida hace que la Fania rápidamente se colocará a través de su ritmo de salsa en el gusto y la demanda de mucha gente de todas partes siendo este el período de esplendor de la música latina que conjugaba todas las formas musicales afroamericanas y africanas en una sola fórmula danzaria y rítmica: la salsa. Igual impacto recibe la música occidental de arreglos musicales y músicos africanos que pasarían a ser parte de su elenco. Juan Luis Guerra admite que algunas de sus canciones se hicieron a partir de arreglos de música africana, y muchos buenos músicos internacionales se hicieron acompañar de artistas africanos, creándose un verdadero sismo en la música internacional que venía gestándose desde esa estratégica decisión de la Fania de articularse al mundo musical africano.

Siguiendo el camino del éxito, la Fania bajo la tutela de Johnny Pacheco se presenta en el Teatro Karl Marx de la Habana, lugar de nombradía en ese momento y si bien una parte de los músicos clásicos de la Fania no estuvieron presentes allí por razones, sobre todo ideológicas, como Celia Cruz, Cheo Feliciano, Ray Barreto y Willie Colón entre otros, al frente, dándole las gracias al pueblo cubano, deslindándose en ese momento de la parte política, siendo Cuba una gran representante del mundo afroamericano y ante un país productor de grandes músicos estuvo Johnny Pacheco y aprovechó para compartir la música de la Fania y hacer presencia en este encuentro entre músicos y artistas cubanos y norteamericanos en 1979, regresando la Fania en 1981, como parte de ese primer puente que contribuyó Pacheco a construir.

Una historia de éxito no podía terminar sin los reconocimientos que la vida le había facilitado obtener como La Medalla Presidencial de Honor del gobierno dominicano en 1996, el Premio Bobby Capó del Lifetime Achievement Award en 1997 por el estado de Nueva York y su gobernador George Pataki, es ingresado al Salón de la Fama de la Música Latina en 1998. En el 2009 gana el Premio Gran Soberano del Casandra en República Dominicana y el Senado dominicano lo declara Gloria de la música Nacional y Afroantillana en ese mismo año.

Como hombre de bien y humanista, crea una Fundación en el1994: Becas Johnny Pacheco, es decir que estamos ante una gran representación de la música del mundo a partir de sus aportes como músico, arreglista, cantante, productor, director y amigo de la música y de los músicos afroantillanos, que lo hicieron un eje significativamente importante del relanzamiento de la música latina y de la popularidad internacional de estos ritmos, sus músicos, orquestas y formas danzarías, y de su valor patrimonial como mecanismo de construcción y reafirmación identitaria de los latinos, afroamericanos, africanos y universal, a partir de la hibridación de sus ritmos encontrados en lo que se llamó la salsa que Johnny Pacheco fue uno de sus más grandes mentores. Loor e inmortalidad a su obra y a su gloria.