Las denuncias de Quirino Ernesto Paulino, junto al fallo del Juez Alejandro Moscoso a favor del senador Félix Bautista, han sacudido e indignado la sociedad, llevándonos a una fase crítica que nos obliga a enfrentar, el derrotero ético y moral del Estado y la calidad de los dirigentes políticos, que nos vienen gobernando. Brindándonos la extraordinaria oportunidad de recuperar cierta dignidad.

Lo que para muchos no deja de ser una utopía, ya que llevamos años (siglos dicen los historiadores) donde un escándalo supera al otro, sin que nada pase. Desde los más complejos actos de corrupción hasta los más insignificantes delitos, salpican el quehacer político. A diario vemos, asesinatos por encargo, tráfico de droga, tráfico de seres humanos, violencia intrafamiliar, violaciones, y escándalos de corrupción a un ritmo sostenido de dos, cada mes.

Estando siempre involucrado un legislador, un alcalde, un militar, un síndico, un regidor, un juez, un representante del orden .Enviándonos el mensaje de que los delincuentes activos, están dentro de las instituciones y cuentan con la impunidad.

Si bien todo sigue igual, las cosas son diferentes, algo está cambiando en el país y, en América Latina, donde los casos de corrupción emergen en cadenas, y ponen en crisis gobernantes, que gozaban de alta popularidad. Y hasta reconocen, haber perdido elecciones, gracias a la corrupción.

Mientras nuestros jueces ponen al descubierto la justicia local, al no cumplir con el deber de juzgar y penalizar una clase política ridículamente mezquina, depredadora y corrupta, donde todos se creen ser presidenciables.

La inconducta de los jueces, es apenas el reflejo del desmonte institucional en manos de un partido, pero ha sido el detonante, que necesitaba la sociedad para empezar a reaccionar. Sumándose ahora, el escándalo del senador Bob Menéndez que desde EEUU amenaza con sacudir, aun mas ,la opinión pública nacional, surgiendo nuevas expectativas que, llenando de esperanza un pueblo abandonado a los espacios más obscuros de la impunidad.

Mucho se ha comentado que detrás de las declaraciones de Señor Quirino, están los EE.UU cual” gendarme de la moralidad nacional “.No sabemos si es cierto, lo que sí es cierto, es que ese país, acoge miles de dominicanos, _ en plena crisis de valores, carentes de paradigmas moralizantes_, que residen y, aspiran a ser ciudadanos. Lo que plantea desafíos de asimilación e integración a quienes les acogen.

La sociedad estadounidense, garantiza igualdad de condiciones para su ciudadanía, apoyada en solidas instituciones que hacen cumplir la ley, que es igual para todos .Dando ejemplos, al sancionar rigurosamente sus figuras públicas, cuando estas engañan al Estado. O transgreden ciertos espacios éticos, vinculados con el sexo.

Siendo interesante destacar como el arrepentimiento, el Mea Culpa, la sinceridad, reivindican, lavan las faltas. Y hasta libran de la pena, a la cual todos están sujetos, millonarios, políticos, artistas, atletas famosos y, ciudadanos comunes.

Su accionar moralizante les puede llevar a sancionar, ex presidentes y funcionarios, latinoamericanos vinculados a delitos internacionales, que si bien no llegan a ser juzgados, han visto el visado suprimido y la confiscación de sus bienes.

Que la justicia estadounidense se interese en castigar a nuestros nacionales o binacionales por alterar el orden establecido, ha sido calificado de “excesivo” ya que una falta cometida en el transito vehicular puede llevar a la deportación, pero no deja de ser una oportunidad, para sociedades como la nuestra, donde solo se cuenta con la” justicia divina”.

Que surja una instancia, venida de fuera, que dé a conocer los vínculos delictivos, en otros territorios por la degradada clase política dominicana, vinculada a toda suerte de actos inmorales en suelo patrio. Debe ser tomado como un gesto de (cooperación), y preocupación, por el tipo de gente que está produciendo esta sociedad, y los valores que la nutren.

Si analizamos el escenario del deterioro de los cuerpos represivos de Estado, la relación simbiótica policía delincuencia, y los eventos recientes de fallos irresponsables de jueces, junto a otros actos de impunidad históricos, recurrentes en la vida social y política dominicana. Queda demostrado que el sistema de justicia dominicano, está podrido, (junto a otros sistemas) no tiene capacidad para castigar a los delincuentes comunes, mucho menos a los políticos y poderosos.

El rigor de la justicia estadounidense, es una oportunidad, que permite mostrar los vínculos, independientemente, del status social y político, de los implicados, donde lo que cuenta es la falta cometida. Dando a conocer la dimensión de la inmoralidad -ventilada – ante la ausencia de instituciones solidas en nuestro país, capaces de dar ejemplos.

Carecemos de modelos de integridad y moralidad con los cuales el Estado, la clase política, la sociedad, la familia socialicen y formen a miles de dominicanos, que conviven en el irrespeto.

Para los políticos corruptos, funcionarios, delincuentes comunes y de cuello blanco, la sanción parece venir de fuera, de otras latitudes, donde si existe el castigo y la independencia de los poderes .Primero les llega la afrenta con la eliminación del visado, luego la extradición. Acciones esperanzadoras, en momentos en que la corrupción y la inmoralidad de la justicia local, ponen en riesgo la salud de nuestra democracia.

Tenemos la oportunidad, por lo menos para desenmascarar, el escenario político conociendo los niveles de hipocresía, y los implicados por sus nombres y apellidos.

“Ahora si sabemos dónde se encontraban los intereses oscuros, particularmente después de conocer las acusaciones del Departamento de Justicia de los Estados Unidos.” Destaco el editorial de acento el 7 de abril refiriendo al caso Menéndez-Melgen. Donde ya suenan algunos nombres de personalidades locales

De dejar pasar este momento la sociedad, podrá, lamentar el no haber asumido el papel crítico, y doloroso de reconocer que hemos retrocedido, que estamos secuestrados, que tenemos un trabajo por hacer en nosotros mismos, para dejar de lado la distorsión clientelar, que tiene atomizada la sociedad.

Necesitamos tener un paradigma de sanción, (venga de donde venga) los políticos ladrones, delincuentes y farsantes, deben ser excluidos de la sociedad y pagar por sus hechos. La gente al ver que aquellos que no hacen bien las cosas son castigados, intentara disminuir en sus aspiraciones malsanas.