Los textemas y texturas narrativas en la obra de Pedro Mir, aparecen en fluidas formas del relato y el relatar, así como en trayectos de una imaginación sentiente, pero sobre todo, en una cardinal que sobresale en los entronques enunciativos del relato. Se trata en este caso de un género o de una historia legendaria donde los protagonistas dislocan también las estructuras de superficie y de profundidad.

Límber no solo revela un modo de ser, sino además, una travesía particularizadora  del personaje dominante como estructura que asume los roles del mismo. Los elementos de contexto y acción que se movilizan en los escenarios del relato, se conjugan en la caracterización del protagonista y los co-protagonistas.

Los lugares del texto narrativo le sirven de soporte a los narradores que también se expresan en el contexto narrativo y sus funciones comunicadoras. Así, la voz narradora y expresiva que habla en el texto hace visible los descriptores y funciones internas de la obra:

“y es que en Yaguate las emociones familiares no iban dedicadas al recuerdo de Límber al cual se dio por extraviado a los dos o tres días y quedó diluido entre otros muchos recuerdos de Macorís mucho más activos y continuamente renovados sino a la presencia actual de un vecino fornido y agrio a quien encontraron instituido en lugar de instalado en la casa vecina y de quien se esperaba cada día una gallina supuestamente perdida en el patio de la familia o de un aguacate en el suyo cuando no por una balada de Mme. Chaminade tocada al piano con una tonalidad demasiado acariciadora y doméstica para su agresividad inveterada pues era un tipo de hombre evidentemente educado desde la niñez en la escuela del atropello y del abuso por lo cual se consideraba a sí mismo como el dueño de los cuatro elementos primordiales de Yaguate el aire y el agua el fuego y la tierra así como de sus derivaciones materiales y filosóficas incluyendo la mentalidad de los mulos como pudo verse una tarde al servirse de una mula muy graciosa perteneciente a un colono cuyo trabajo consistía en salir de mañana y volver en la tarde de inspeccionar los campos del ingenio y al llegar a su casa dejaba a la mula y solo se dirigía inteligentemente a la cuadra donde era desensillada y entregada al descanso para el trabajo del día siguiente en cuya ocasión volvía sola al lugar donde había sido dejada el día anterior para recoger de nuevo a su jinete diario y en una de esas ocasiones el tipo instituido en la casa vecina a la familia de Límber  interceptó la mula cuando ésta se encaminaba como de costumbre a su descanso y montó en ella intimándola a galopar de nuevo en dirección del ingenio a lo cual obedeció la mula hasta el cruce de la carretera pues era allí donde cada mañana iniciaba su trabajo y en ese lugar el animal detuvo su marcha completamente negado a obedecer el mando de las riendas y el tipo de la montura diciendo ahora se ve si camina o no” (Ver, pp. 34-35).

La secuenciación de los diversos eventos o acciones narrativas concurren en un ritmo expresivo y en estructuras de relación y manifestación. El pacto narrativo le sirve al lector que pronuncia como estado su situación y desarrollo. No obstante el personaje adquiere valor en el enmarque de la trama y la historia.

Es importante señalar que Mir no olvida, a pesar de la forma asumida de narrar, los enlaces internos que dan cohesión al texto; estos articulan y consolidan las líneas de significación del texto en cuestión, sobre todo en el marco de superficie pero también en la estructura de profundidad.

Las pautas narrativas acentúan el tiempo y el espacio de la acción, así como los silencios breves marcados por números o numerantes entre dos secuencias textuales:

“y haciéndose de un trozo de leña volvió a trepar y como de nuevo se resistiera la mula le encajó un toletazo justamente en medio de sus largas orejas de burro y la mula abrió las patas delanteras y hundió en ellas su cabeza aunque sin desplomarse y después de sacudirse la cabeza adolorida se incorporó pero igualmente resistida a avanzar por el camino indicado por lo cual el tipo levantó de nuevo el tolete y lo encajó con igual severidad en el mismo lugar y esta vez la mula abrió de nuevo las patas y no sacudió su cabeza sino más tarde porque indudablemente el efecto del primer toletazo se había sumado al del segundo y así sucedió una tercera vez evidenciando la incapacidad del animal para resistir un cuarto golpe y en esta última oportunidad el animal sacudió su cabeza en medio de los fuertes tirones de las riendas y los tirones de las palabras diabólicas del tipo pero en lugar de incorporarse como lo hizo anteriormente levantó bruscamente las patas traseras tomando desprevenido al tipo lanzándolo al aire Yaguate donde ejercía su gobierno subjetivo y allá dio una voltereta para ser recibido por la tierra donde hubo que echarle agua debido a la ausencia inmediata del fuego para completar el concurso de los cuatro elementos primordiales tras de lo cual la mula emprendió mansamente el camino interrumpido hacia la cuadra y como era de esperarse el tipo se vio envuelto en una trifulca al enterarse el colono quien unos días después recibió una tunda innominada de manos de unos facinerosos cuando pasaba por algún sitio solitario en su marcha cotidiana hacia el trabajo y de la cual el tipo no ocultó ni dejó de vanagloriarse de haber sido el inspector”.

Los ritmemas que se expresan como unidades temáticas y formales de tiempo y espacio en la narración se manifiestan en el texto de Mir como vectores de contenido, función y forma expresiva. Ciertamente, las fases y estadios de constitución textual producen los llamados ejes de sentido y comprensión de la situación narrativa, visible no solo en el fragmento anterior sino también en las demás pautas articuladoras del relato:

“Y desde luego las revelaciones de la familia de Límber con este individuo se vieron profundamente afectadas y envueltas en una atmósfera de temor en la cual se disipó el recuerdo del heroico animalito enfrascado en una hazaña sino transoceánica al menos transfluvial en la cual había atravesado dos veces cuatro ríos y uno de ellos dos veces a nado sobre el lomo de los tiburones en lucha denodada con las más  imponentes fuerzas de la naturaleza comenzando por el tiempo y continuando por el espacio enfrentados a él no como fantasmas nocturnos aunque no faltaron las apariciones de Tifón sino como realidades concretas en forma de lluvia y de río en forma de hambre y de cansancio en forma de llanta de automóvil y piedra de zascandil cuando de súbito apareció como suelen hacerlo las hadas madrinas toda blanca sonriente y erguida la chimenea del ingenio entonces llamado Italia pues todavía Mussolini no había denigrado su bello nombre haciéndolo figurar en la lista negra y en la cual se encontraba situado kilómetro y medio más allá del penacho de humo que se alzaba hacia la gloria y visible desde no escasa distancia para indicarle a Límber la proximidad de su destino y la conveniencia de entregarse a una nueva jornada de restauración de fuerzas y de renovación de las reservas de glicógeno de sus músculos para emprender el tramo final y resistir los fuertes embates de una emoción reservada para él en un futuro inmediato situado ya al alcance de su olfato” (ver, p. 36)

El cuadraje textual que ajusta lo sensible y lo visible narrativo, insiste mucho en cuanto a las relaciones internas entre personajes y  en rasgos tipológicos contextuales de mundo y lenguaje. Pedro Mir fundamenta a lo interno del relato, la forma y las pautas narrativas, conformadas como parte de un proceso de cohesión de los referentes ficcionales o simplemente narrativos:

“…no sin antes indagar los canalizos de la sed y los vertederos del hambre con los recursos de un técnico perfeccionada durante largos días de apremio con lo cual su figura alcanzó ahora cierto talante presentable pues si bien este animal puede soportar sin deterioro de sus facultades una semana completa desprovista de alimentos pronto se resiente su apariencia física y como contrapartida recupera su lozanía con la misma prontitud y solo cuan Límber consideró como un juez de los concursos de Miss Universo el ser merecedora de un galardón su imagen entrevista en las aguas de una regola reanudó su marcha interrumpida con ese noble propósito y por fin alcanzó la entrada de Yaguate donde torció dejándose caer como si viniera montado en una bicicleta y puso frente hacia si punto de destino llevando la cola en alto a la manera de un director de orquesta a fin de mantener el ritmo de su carrera en el aire denominado allegro maestoso pero la vida tiene sus increíbles paradojas pues al llegar a las puertas de su casa se convirtió en un andantino lamentabile porque incomprensiblemente murió el rabo entre las piernas y llegó arrastrándose al umbral de la puerta donde lo descubrió uno de los miembros de la familia prorrumpiendo en un grito de alborozo mírenlo qué flaco y Límber no se quejaba pero emitía unos chillidos parecidos a los aullidos de dolor muy difícil de ser interpretados pues bien habrían podido ser la expresión de su esfuerzo por explicar su hazaña o su ausencia o su alegría o su bienaventuranza o sus excusas por no traer regalo menos humilde” (Ver, p. 37)

¿Qué dice desde dentro y desde fuera la fábula y la historia de este texto? ¿Qué admite como tensión el orden textual como ficción? En el caso de La gran hazaña de Límber se trata de una superposición de estratos legendarios, míticos, psicológicos, tipológicos y literarios que se manifiestan de manera dialógica desde los ejes de la narración.

La “hazaña” es una empresa diegética  y a la vez comunicadora de una suma de imágenes, visiones y trayectos ficcionales.

En efecto, las hazañas de Límber sorprenden por su condición humana y “perruna”, aguda y fantástica, posible y real en los linderos del relato. El posicionamiento de una alteridad biológica asumida desde vertientes humanas y visibles co-adyuva en el marco de un escenario mágico particularmente asumido por el narrador y el actor de la historia-memoria social. El tono de novela, en este caso, conduce y concentra la trama narrativa. En el ámbito de los guiños o tics del personaje, el ajuste del argumento se convierte en desarrollo de las acciones y personajes.