La leyenda del pueblo masai me llegó en mi infancia temprana por aquello de que se enfrentaban a los leones armados con una simple lanza. La realidad es menos romántica, ya que los masai son otro de los pueblos sin estado como los kurdos, los armenios o los palestinos, son víctima de una historia de despojo por la avaricia colonialista y por la desidia de los actuales gobiernos de Tanzania y de Kenia, donde quedaron repartidas sus tierras ancestrales.

Me encontré con la historia de Lekishon, un guerrero masai que salió del entorno amigable de su comunidad y se lanzó “paso a paso” hacia la gran ciudad a trabajar pero principalmente para aprender y volver a enseñar a los jóvenes masai para que sean guerreros del “pensamiento”, Esta historia está recogida por Gemma Solés i Coll en El País (Disponible en el enlace siguiente: http://elpais.com/elpais/2015/11/27/planeta_futuro/1448638307_425526.html )

Lekishon regresó a su comunidad y recogió a los jóvenes masai y le enseñó debajo de los árboles a sumar y a restar para que no se vuelva a repetir la infamia de que el colonizador inglés tomara a un masai cualquiera y lo ungiera como jefe y lo hiciera firmar una cesión de sus mejores tierras para beneficio del blanco”.

Luego, comenzó a construir una escuela que terminó con la ayuda de dos jóvenes españolas que conocieron su proyecto y le recolectaron el dinero suficiente para terminarlo.  En palabras del protagonista: “Soy un guerrero masai, y como los demás guerreros, tengo responsabilidades con mi familia y con nuestro ganado”, declara orgulloso Lekishon enrollando su shúkà roja y azul (o manta masai) alrededor de su cuerpo fibrado y esbelto. “Cuando te conviertes en guerrero dejas de ser niño y pasas a ser adulto. En ti recae la seguridad de la familia, preservar su patrimonio, sus rebaños… Todo lo que concierne a tu pueblo pasa a ser responsabilidad tuya y de los demás guerreros”, explica.

“Viviendo fuera de Mfereji me di cuenta del menosprecio que sufrimos los masais en Kenia o en Tanzania. Se nos ve como bobos. Gente que no quiere avanzar o que se niega a cambiar. Nuestra filosofía no encaja ni con el modo de ver el mundo de musulmanes ni de cristianos”, cuenta Lekishon, al que le faltan dos dientes debido a un atraco violento que sufrió recientemente en las calles de Arusha, y que le ha dejado también cojo. “Me robaron porque no iba vestido con la ropa tradicional masai. Me había vestido con pantalones y camiseta para ir a una reunión de trabajo. Cuando voy en shúkà y llevo mi seme (puñal o espada masai), nadie se mete conmigo”, expresa el guerrero. “Los masais estamos orgullosos de nuestra cultura y nuestra forma de vida. Vivimos en consonancia con la naturaleza y cuando sales de ese entorno te das cuenta de lo difícil que es la vida fuera de él. Me parece muy triste el día a día en la ciudad. En la Maasailand tenemos una vida humilde, sencilla, sin complicaciones. Hay amenazas, como las hienas o a veces los leones, pero es muy preferible a lo que he visto ahí afuera”.

El fenómeno es que el ejemplo se reprodujo.  Hace ya ocho años que Lekishon volvió a Mfereji con las ideas claras. Esta historia me lleva a pensar en la revolución educativa de la República Dominicana. ¿Tiene el mismo impacto que la revolución se base en la construcción de palacios escolares de 12, 24 ó 32 aulas en parajes desiertos?

Sin las suficientes raíces en la comunidad, el gasto educativo y la tanda extendida sólo se evaluarán por el afán de que los niños, niñas y adolescentes aprovechen la ración del desayuno y el almuerzo escolar que “papá”  gobierno ofrece en estos palacios escolares. ¿Dónde se encuentra el involucramiento de la comunidad en la vida de la comunidad educativa?

Una de las actividades más revolucionarias es la “escuela de padres”, dónde se mejore las destrezas de los padres para la ayuda académica de los hijos. ¿Podríamos llegar al modelo sudcoreano de que las tareas les son enviadas a los padres por internet y éstos deben desarrollar las respuestas con sus hijos, en una versión “aplatanada”? Es la mejor compenetración en una familia disgregada por los modelos de trabajo de la sociedad capitalista dependiente existente en la sociedad dominicana.

El modelo de educación actual es excluyente y, por lo tanto, disociadora de las familias y dinámica interna: crea una cultura diferenciadora de los hijos  a la de los padres. La revolución educativa es buscar esta reconciliación entre la cultura de los hijos y la de los padres, y para ello tomemos el ejemplo masai: educar para preservar la cultura y defender nuestra identidad.

La revolución educativa es un proyecto que apenas comienza. Las revoluciones educativas como las de los masai son de largo alcance. La nuestra también. Para ver las fotos de la revolución masai, ver el enlace siguiente: http://elpais.com/elpais/2015/11/27/album/1448640074_968382.html#1448640074_968382_1448640354