Una política definida y coherente de clase es la gran ausente del proceso político dominicano. Este hecho explica toda la fenomenología que se ha desplegado antes, durante y después de las elecciones. Esto da la clave para entender por qué, partidos que no han sacado ni el 2% de los votos estén pidiendo la repetición del proceso electoral, como si esto fuera algo trivial, que se pudiera montar en un país a tontas y a locas. Y llama la atención que el principal partido de la oposición les siga en ese despropósito.
Si antes del día de las elecciones las condiciones evidentemente eran contrarias a un cómputo objetivo y el fraude electoral era un hecho, la pregunta que cualquier persona racional se hace es: ¿por qué diablos se presentaron a las mismas? ¿Las ganas de validar una farsa electoral eran mayores que la apuesta por denunciarla retirando las candidaturas?
Obviamente, si no se retiraron las candidaturas es porque aunque se pudiera haber detectado fallos creían que, “pese a todo”, los votantes les podían favorecer, y si esa creencia les lleva a seguir en la lucha electoral es porque las dudas sobre el fraude total eran menores a la certeza de que podían ganar.
Así pues, de dos cosas una, o pensaban que podían superar todo el mecanismo del fraude ex ante de las elecciones, o simplemente, había interés en participar para luego montar un show ¿business?, de que si no ganaron es porque hubo un fraude que previamente habían aceptado o minimizado.
Cuando se hace política sin fundamentos, cuando la política se conjuga en primera persona, y se trata de una búsqueda de que los “yo”, hipostasiados, logren sus ambiciones de poder, dinero, privilegios y “prestigio”, aunque esto último apenas se refleje en ver sus caras reproducidas en carteles, o en la TV, ya que ser político tiene cada vez menos prestigio. Las consecuencias son toda esta sarta de incoherencias a la que asistimos, perplejos o irónicos, según los casos.
De la politiquería, que es lo que predomina actualmente, sólo se puede esperar una representación teatral dónde los actores van a desfilar para decir sus monólogos previsibles. Corrupción, fraude, compra de cédulas, predominio del dinero sobre los mensajes. Pero así es como funcionan las elecciones en el país. Debido a que “el que tiene más saliva come más hojaldres”, el partido que está en el poder saca ventaja de su control de la empleomanía estatal y del dinero público. ¿Creían o esperaban que fuera de otra forma? ¿No es eso lo que siempre ha hecho el PR, el PRD, el PLD?
Cuando la presión social por el cambio es más importante que el empleo de recursos del Estado al servicio del partido del Gobierno, es posible ganarle al candidato del Gobierno. Como lo hizo Bosch, Guzmán, Mejía, Fernández (en 2004).
Cualquier observador de la política dominicana que hubiera recorrido las calles de Santo Domingo, veía una inclinación del voto hacia David Collado y hacia Danilo Mejía. Y en los medios de negocios una aspiración a que continuara el presidente actual. Esto se percibía en el ambiente. Son “datos” cualitativos se me dirá…pero es que las encuestas, los datos “cuantitativos”, entre ellas las que más han acertado históricamente, entre ellas Gallup, también daban una amplia ventaja a Danilo Mejía y al PLD. Y un nivel bastante elevado pero estancado en la intención de voto, insuficiente para ganar, a Abinader.
Sin cuestionar el argumento mayor que ha habido irregularidades e incluso fraudes, nada de ello es diferente o contrario al “sistema político” imperante, establecido por el PR (SC), el PRD y el PLD.
Así pues, no creo que parte de la masa popular deba dejarse utilizar por los partidos que no tienen ni en sus programas, ni en sus acciones, ni en sus enfoques ideológicos, la defensa firme y tenaz de sus intereses de clase, simplemente los quieren utilizar como masa de maniobra, o carne de balas y represión, en sus futuras negociaciones.
¿Por qué, es necesario decirlo, acaso alguien no lo sabe aún? Los jefes de los partidos de oposición casi nunca pierden, ellos, gane el que gane, siempre ganan: aprobación de préstamos de las entidades crediticias públicas sin avales, pingües negocios personales o familiares consensuados con el Gobierno, montos extras de dinero, por debajo, para saldar el “déficit de cuentas” por las elecciones, o bien, cargos para sus hijos, correligionarios o amigos.
En cada elección que pasa en la que no se tiene en cuenta los intereses de clase, los objetivos o el tipo de sociedad que se quiere establecer y, que defiende cada organización, se está dando vueltas sobre lo mismo en un carrusel o tío vivo que no conduce a ninguna parte. Al menos, para la mayoría de los dominicanos, que forman parte de la clase trabajadora, que son asalariados, y que no tienen ninguna organización política que defienda explícitamente sus intereses políticos, económicos, laborales o nacionales.
Dejémonos de subterfugios encubridores: las elecciones la ha ganado la clase política reinante (en el Gobierno y en la oposición), y la ha perdido la inmensa mayoría del pueblo dominicano.
(Torrelodones, 21/05/2016)