Aparte del ámbito jurídico los problemas relacionados con la tributación se resuelven en los campos de la política tributaria y la gestión de los tributos. En el ámbito de la política tributaria se definen los tributos como instrumentos de la política económica en la que se determinan los objetivos económicos que se han de perseguir. Estos objetivos se suponen de acuerdo con las aspiraciones de la sociedad. En la política tributaria se formulan los instrumentos tributarios para conseguir la distribución de la carga tributaria y se establecen los efectos de los impuestos en el proceso económico, pero no siempre los resultados de la política tributaria están de acuerdo con los procurados por los ciudadanos en su conjunto. Así pueden existir ciertas incongruencias entre las pretensiones de la sociedad y lo que se obtiene a través de la estructura tributaria y con la gestión de los tributos.

Tal idea, de la posible incompatibilidad entre los propósitos de la política tributaria y las aspiraciones de la sociedad, fue expuesta por el profesor Carl S. Shoup, en su ponencia presentada en la primera Asamblea del Centro Interamericano de Administradores Tributario (CIAT), en el año 1967. Según Shoup, en la medida que hay cambios inevitables en la distribución del poder económico también cambia la política tributaria y varía la estructura tributaria, pero la política tributaria en países como el nuestro suele estar rezagada respecto a las pretensiones de la sociedad. De esa forma, en la aplicación de los impuestos, también desaparece o nunca se concreta el ideal del Estado de Derecho.

En la gestión de los tributos se adoptan medidas arbitrarias y los impuestos se aplican en función de los intereses que representa la administración de turno, lo que se vuelve un obstáculo para renovar el sistema tributario reduciendo las posibilidades de una reforma tributaria, por los intereses creados. De tal forma, que siendo la legalidad, la equidad, la igualdad y la justicia aspiraciones consagradas en los textos fundamentales que definen las reglas del orden social se opta por ignorarlas y recaudar de aquellos que no pueden evitar la carga tributaria se convierte en el único objetivo a perseguir en la aplicación de los tributos.  Los objetivos sociales y los fines de la política tributaria se supeditan al afán del administrador tributario de demostrar eficiencia con un universo de contribuyente que carece de poder político o económico, obteniendo resultados que en nuestra realidad los medios magnifican sin hacer un examen sobre la forma de gestión de los tributos.

En la Administración tributaria se define el tercer ámbito donde solucionan de los problemas en el campo tributario. La Administración no lo puede resolver todo, pero es un elemento importante en la culminación de los objetivos que se asignan a la política tributaria, que pueden quedar rezagados por dificultades estructurales y por los intereses de sectores beneficiados con la forma específica de gestionar los tributos, cuando se recurre a métodos que ignoran el trato imparcial, reiterando las mismas fórmulas por la falta de creatividad y por los compromisos con intereses propios.

El profesor Shoup destacaba que el análisis de los impuestos no es una ocupación para el principiante bien dotado y que el estudio de los tributos y su aplicación puede poner a prueba los recursos imaginativos y analísticos de los mejores profesionales, que era conveniente mirar con escepticismo las soluciones fáciles. Extraña en otras naciones, donde hay un alto nivel de cumplimiento, es la algarabía de determinados sectores por el hecho de que la administración tributaria recaude impuestos de los mismos sectores que no pueden eludir su carga tributaria, el que paga los impuestos cabalmente no se ríe. Donde se pagan los impuestos cabalmente nadie es un héroe por el hecho de hacerlo, porque es un deber fundamental que todo el que tiene capacidad contributiva debe cumplir.  Hay héroes en el pago de los impuestos sólo donde hacerlo, hasta parcialmente, es algo excepcional. Mucho menos es un persona atractiva y mediática quien lo recauda, inclusive por encima de quien define la política tributaria que es el Ministro de Hacienda.

Si uno observa detenidamente los primeros resultados de la gestión actual de los tributos en la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), que han causado un asombro manifiesto en los titulares de las primeras planas de algunos medios, debe pensar con cierta duda en qué creer. Si uno analiza las estadísticas y los estados de flujos de ingresos de la DGII tiene una idea extraña a toda a la alegría de algunos medios. La suma de 386,164.5 millones de pesos es asombrosa para una persona, pero quizás no lo sea tanto para un Estado como el nuestro.

Esta exorbitante suma de 386,164.5 millones, recaudada en el año 2017, representa el 10.7 del PIB de ese año, y es relativamente menor a la obtenida en los años 2013 y 2014 con respecto al mismo parámetro, cuando las recaudaciones representaron el 10.9 del PIB en ambos años, con respecto al año 2013 se puede alegar la reforma tributaria, pero en ambos años la tasa del impuesto a las transferencias de bienes industrializados y servicios (ITBIS), por ejemplo, eran menores que ahora. Los resultados de las recaudaciones examinados con relación al PIB indican que poco se ha hecho en contra de la evasión que la Administración de los tributos internos reitera en un 45% en el impuesto sobre la renta y en un 60% para el ITBIS.

En el 2017 por cada 100 pesos recaudados se gastarían 1.40 pesos. En año anterior, 2016, el nivel de gastos por cada 100 pesos recaudados era de 1.25 pesos, es decir, que, en el año 2017, el gasto por cada peso recaudado se incrementó en un 15%. Con respecto al 2013 el incremento sería de 25%. El gasto en publicidad los cuatros años del periodo 2012-2016 tendría un máximo de 8.6 millones de pesos, en el año 2016. En el 2013 el gasto en publicidad sería de 2.6 millones de pesos. En el 2017, se gastarían en publicidad 73.4 millones de pesos, con un aumento de un 753% con respecto al año anterior y con relación al año 2013, 2723%. En el año 2018 la DGII gastaría 220 millones de pesos en publicidad. ¡Wao!

En el 2017, la DGII invertiría en recursos humanos el 56% de su gasto total, pero en termino absoluto el gasto sería más con respecto a años anteriores. Mientras en el año 2016 se gastarían en recursos humanos 2,789.6 millones de pesos, que representarían el 63% del gasto total, en el 2017, la suma gastada sería de 3,018.2 millones de pesos. La inversión en recursos humanos en años anteriores fue relativamente mayor que en el año 2017.

En el 2016 el gasto en recurso humano se incrementó en un 14%, quizás explicado por el pago de prestaciones laborales a partir de junio, cuando la nueva Dirección General de la DGII desvinculó a un grupo de empleados de carrera llevándose entre ellos a personas buenas que en litigio llevaron un caso que conllevó la defenestración de la unidad, porque haciendo su trabajo cometieron el pecado de actuar en justicia en un caso de defraudación tributaria cometido por alguien que a posteriori se entendía no podía ser sometido y todos los intervienes en el proceso desde la DGII fueron cancelados, ya que a juicio de su protector del imputado todo el que actuó en justicia a nombre de la DGII tenía que ser desvinculado por sus actuaciones en ese caso, de un asesor tributario, quizás para lo que los demás aprendieran que el trabajo no siempre se debe hacer bien.

Estudiando cualquiera pasa, el gasto total de la DGII en los años 2016 y 2017 se incrementaría en un 22 y 23 por ciento respectivamente, alcanzando la suma de 4,398.5 millones de pesos en el primer año y 5,395.9 millones de pesos en el segundo, cuando en el año 2015 el gasto sólo sería de 3,597.3 millones de pesos y su incremento sería negativo en 1%, año de la debacle de las recaudaciones de la DGII, que no sólo se explica por estas razones, sino también por una gestión deficiente de los controles internos y por una disposición miserablemente austera. En el crecimiento negativo del gasto de la DGII sería del 13%, en el año 2012 y en el 2011 del 8%.

En el año 2017 las recaudaciones aumentaron 33,643.7 millones de pesos, 0.9 del PIB, casi el 1%, mientras los incrementos en los años 2016, 2014 y 2013 serían 1.0, 1.0 y 1.4 por ciento del PIB, respectivamente. El costo de recaudar 100 pesos adicionales, en el 2017, sería de 3 pesos, por encima de la media del periodo 2012-2016, cuando el costo promedio de recaudar 100 pesos adicionales sería de 1.18 pesos, esto conllevó a un incremento de un 158% del gasto por cada 100 pesos adicionales recaudados, en el 2017, con respecto al promedio del periodo citado. Estos números que se fundamentan en los estados flujos de ingresos de la DGII y su información estadística que ponen en duda la eficiencia de la actual gestión de los tributos internos y su efectividad.

Lo que ven justicia en las actuaciones de la DGII clausurando establecimiento ilegalmente, sin límite temporal o haciendo sometimientos selectivos a la justicia tienen una percepción errónea sobre el tema del control del cumplimiento tributario. Una Administración tributaria no es justa porque agarre y haga pagar un contribuyente aquí y otro allá o porque pueda enviar a la cárcel al que además de rico no sea simpático y que hasta lo odiemos por lo malo que es con sus empleados o por su peor fama, tampoco es eficiente la gestión de los tributos por el hecho de recaudar, ni siquiera se puede decir que una administración que recaude mucho sin observar los derechos de los contribuyentes se puede considerar una buena Administración.