La gestión cultural hoy es una especialización que requiere de mayor rigor en su aplicación, formación y planificación del hecho cultural. El carnaval es una manifestación cultural que exige una gestión de sus portadores, debe dar ya un salto de los espontáneo a loa formal en su crecimiento y organización como grupo que realiza una actividad cultural que tiene retos y desafíos permanentes y por tanto debe ser vista con la madurez y exigencia que los nuevos tiempos esperan.

Gestar es liderazgo, planificación, autoridad, sentido formativo, disciplina y crecimiento, sistematicidad y rigor en la búsqueda de algo mejor y diferente en cada encuentro con los públicos. Cada carnaval es un desafío a los carnavaleros y sus gestores. Pero gestión es también administración de recursos humanos y económicos. Es comercialización y promoción, como vínculos y compromisos con su pueblo.

Cada carnaval debe ser visto con antelación para planificar con participación democrática, los grupos carnavaleros al mismo tiempo son y deben ser parte de la propuesta y solución del problema. Una gestión con sentido participativo y democrático.

El liderazgo sobre una comparsa es fundamental para su mantenimiento, la oferta que presentan y sus innovaciones. Pues sin mando y una buena gestión, no es posible mantener activo el universo de ingeniosas tareas para que entre todos, como colectivo, se superen en cada entrega, y eso tiene mucho que ver con el liderazgo y la gestión que es más que el liderazgo, pues liderazgo puede ser una manera intensa de dirigir, un compromiso con la tradición, un estilo vertical de dirección o simplemente una forma democrática de gestar.

Gestión es también concebir como industria creativa, el esfuerzo de todos. Gestar es además, pensar como empresa familiar y de grupo comunitario, el esfuerzo que podría además de divertir, garantizar estabilidad de ingreso, aunque fuere solamente durante el período del carnaval.

Si en carnaval el gestor no es portador, hay la dificultad de entender desde dentro, la dinámica del hecho cultural, no quiere decir que no se pueda dar el caso, si no provocar que el gestor sea parte del hecho cultural, se curta con sus debilidades, pasiones y miradas desde dentro, sin que ello implique, falta de criticidad para no contaminar la mirada correctora.

El gestor a veces se ve lejano como director, visionario y no se ensucia con la cotidianidad del carnavalero. Pero quizás, no es lo más importante si tiene el gestor visión de las necesidades del grupo o comparsa o simplemente, encamina la agrupación hacia buenas prácticas, la necesidad de crecer a partir del talento y la creatividad, y por supuesto, la conversión en fuente de ingreso del talento como bien de cambio.

La falta de una visión de gestión afecta la continuidad de las comparsas, impide su comercialización, afecta el propio mantenimiento de la tradición, impacta negativamente sobre la calidad y mejora de la comparsa. Por tanto, una buena gestión es garantía de consolidación del grupo en el carnaval y de una mejora y aceptación de la oferta, que puede además generar una buena imagen en su comercialización. La gestión del carnaval como tarea es también obstáculo a su desnaturalización, pues la gestión se ha de ocupar de acciones tendentes a mejorar la investigación, el conocimiento y la formación de sus miembros, con la finalidad de madurar la función del grupo su responsabilidad social. Formar, investigar sobre la tradición y conocer de la identidad a la que está relacionada la comparsa.

Los propios gestores, son en muchos casos empíricos en su formación y se apoyan más en la relación con la tradición que en el estudio de la función del gestor. Si así fuere, poco se espera de los resultados de este tipo de gestión, pues como sabemos la gestión es más que el vínculo sentimental con la tradición, es además, dominios de determinadas prácticas, criterios organizativos, planificación y formación técnica del gestor. Estas experiencias deben ser traducidas  alos demás miembros de las comparsas de manera que se pueda socializar y se convierta en buenas prácticas esta manera de gestión organizada, creativa, participativa, formativa y disciplinaria.