Richard Christie, psicólogo estadounidense, publicó un libro en 1970 titulado Estudios sobre Maquiavelismos, y casi de entrada dice: [La gente con] personalidad maquiavélica son sujetos que ven al resto del mundo como objetos a manipular.
La verdad es que no quería volver a escribir sobre un tema tan controversial en la sociedad dominicana como el que una mujer pueda solicitar a un médico competente la interrupción de su embarazo antes de las 10 a 12 semanas de gestación si mediante los estudios y averiguaciones de rigor quedó indudablemente probado que dicho embarazo es producto de una violación sexual o de un incesto, cuando la probabilidad de muerte de la madre es incuestionable si no se interrumpe en aquella etapa de la gestación, o bien, cuando los estudios genéticos o de gabinete comprueben que una malformación del embrión es tan grave que no completaría el periodo gestante o que la lesión en el desarrollo del tubo neural o la ausencia o multiplicidad de otros órganos es tan grosera que si sobrevive al parto es con una parálisis cerebral completa o el feto es un monstruo. ¿Cree el lector que una madre criaría alegremente un bebé monstruoso con dos caras y dos penes como a veces abortan embriones y fetos?
Si vuelvo a escribir sobre el llevado y traído tema es porque vi y oí por televisión a una hermosa mujer acompañada de varias amigas vistiendo atuendo azul-celeste, leer una especie de Manifiesto que al parecer fue inspirado o escrito por nuestro clero católico, patrocinador de la llamada “Marcha celeste por la vida”, y me di cuenta que quienes idearon y redactaron aquel “Manifiesto” son personas que caen dentro “aquellos sujetos que ven al resto del mundo como objetos a manipular”, como dijera Christie.
La persona que elaboró el documento leído por aquella elegante joven, o bien desconoce cómo ocurren la embriología humana, desconoce las leyes del cura científico Gregorio Mendel sobre la herencia y las mutaciones de genes, o intentó, deliberadamente, manipular a la población ingenua para que apoyen su causa de oposición sin mengua a que se despenalicen las tres razones por las que se pueda legalmente interrumpir un embarazo antes de las 10 a 12 semanas de gestación.
Señores, no es verdad que una madre aceptará conforme, amamantará, dará ternura y criará amorosamente un hijo que nació con un defecto congénito llamado “amelia completa”, es decir, sin brazos, manos ni piernas. Claro, hay muchas madres dominicanas que han parido y criado con amor un hijo afectado de “focomelia” o de abraquia, es decir, la ausencia de un brazo o los dos, de una mano o una pierna al nacer, pero hay una diferencia abismal entre un niño con amelia completa y otro con focomelia. Le aclaro a la joven que leyó el manifiesto y a quien lo elaboró que un feto que tuvo un desarrollo embriológico de su tubo neural (de donde proviene el sistema nervioso central) normal y que nació sin traumas de ninguna índole y que luego de tres meses los pediatras descubren que padece una parálisis cerebral tras padecer una meningitis o una encefalitis, no es lo mismo que aquel embrión que antes de los tres meses de su desarrollo embrionario, las pruebas regulares prenatales demuestran que su tubo neural se ha formado defectuosamente o incompletamente y que debido a ello nacerá con anencefalia, es decir, ausencia del cráneo y con un cerebro del mismo tamaño del de un pollo, pero si llegase a la edad adulta tendrá menos inteligencia que el pollo.
El primer bebé nació cerebral y anatómicamente sano y su madre lo amamantó, lo tuvo en su regazo, lo mimó, jugó y habló con él, le enseñó a sonreír, lo amó y cuidó sin limitaciones, y solo por un evento patológico que acaso ella no pudo prever, su hijo enfermó gravemente. Por supuesto, ella lo seguirá amando y cuidando igual que cuando estuvo sano. El segundo no pasó la etapa de embrión sano sino que ese embrión degeneró de manera definitiva por una grave lesión del tubo neural el cual dará origen al órgano anatómico que coordinará las funciones de todos los demás sistemas de la vida vegetativa y también gobernará las funciones cognitivas (que incluyen la percepción, el aprendizaje, la memoria, el pensamiento, la capacidad de atención, el procesamiento, la comprensión, la deducción y hasta cierto punto la curiosidad) y la vida afectiva del sujeto.
Es bueno que el lector sepa que vida humana o la frase ser humano designa a una persona que tiene funciones y fines, y un bebé anencefálico apenas cuenta con algunas funciones vegetativas, pero tiene carencia absoluta de fines. Entonces, un anencefálico ¿es un ser humano mondo y lirondo? En el Documento mencionado se dejó entrever que la aprobación de las tres causales dará lugar a la autorización legal del ejercicio de la eugenesia en la RD, es decir, a la práctica de la busca activa de la obtención de bebés con rasgos físicos bellísimos y de funciones cognitivas excelentes mediante la manipulación genética. Insinuar tal cosa fue un esfuerzo dirigido al engaño de una población de escaso discernimiento.
Si se diere el caso que ese embarazo llegó a término o que fue ya en el 7mo. mes de gestación cuando se detectó la grave lesión del tubo neural o que solo después del nacimiento los pediatras se dieron cuenta de que el bebé tiene parálisis cerebral, pues ya nada se puede hacer. Nadie ha dicho que la aprobación en el Congreso de las llamadas “tres causales del aborto”, pretende que el embarazo de ese bebé también sea interrumpido, de la misma manera que nadie apoyaría que se interrumpa un embarazo porque el embrión vaya a nacer con una articulación ginglimoide, es decir, que la rodilla o el codo gire o doble como lo hace una bisagra, hacia adentro y hacia fuera.
Por ejemplo, la poliposis del intestino grueso si no se trata a tiempo degenera en cáncer de colon en un 20% de los portadores y se debe a un gen que hace mutagénesis con una frecuencia de 10 a 30 veces por cada millón de gametos u óvulos o el espermatozoide. Sería una locura o una ignorancia total de las dos leyes fundamentales del monje Gregorio Mendel que predicen los caracteres de la herencia, si alguien recomendare inducir un aborto a una mujer por el simple hecho de que se demuestre por estudios genéticos que el embrión heredó de ella y del padre el mismo gen mutante que ambos portan para los pólipos de intestino y que es altamente probable que desarrolle cáncer de colon antes de los 40 años.
Si fue el padre de ella u otro agresor sexual cualquiera el autor de su embarazó, a esa madre se le induciría un aborto, pero no por la probable herencia del feto de dos genes mutantes, sino porque es la peor de las inmoralidades y el más cruel de los traumas psicológicos que una mujer sea la madre biológica de su propio hermano o que dé vida y amamante al bebé engendrado en ella por su agresor. Ahora, ¿que ella decide parir un hijo de su agresor o de un coito incestuoso?, pues que Dios sea con ella. Las causales no la obligarán a inducirse un aborto en contra de su voluntad.