Como generación del milenio entendemos aquellos nacidos bajo el manto dominante del mundo digital desde las últimas dos décadas del siglo XX. Entre finales de la década del 1970 hasta finales del siglo XX, nació una generación familiarizada con el mundo digital y la Era de la cibernética. Computadoras, celulares, Nintendo y otros recursos tecnológicos fueron sus acompañantes, mientras que anterior a ellos dominó el llamado mundo análogo.
El tiempo cambió, los espacios de socialización y la manera de hacerlo también cambiaron. El uso de la tecnología digital creó en estas generaciones nuevos horizontes y amplió su mentalidad sobre el mundo, lo que sucedía fuera de sus fronteras y por dónde andan las tendencias actuales en el resto de los países. Esto implicó naturalmente que las fronteras físicas y mentales eclosionaran y abrieran nuevos referentes que sustituyeron símbolos, se alejaron de antiguos paradigmas y fueron creando los suyos propios.
Esta generación reproduce a su vez a principios del siglo XXI, su continuidad, de mayor inmersión en la tecnología digital y se hace digital dependiente. Los diálogos personales se han hecho menos recurrentes sustituidos por el mediático, las conversaciones de grupos las reemplaza los foros, las redes y el ciberespacio que sobredimensiona la relación del individuo con su mundo y lo hace ser un ente del mundo en fracción de segundos. Cualquier cosa se hace de repente viral y convierte su protagonista en mega estrella. A veces no importando mucho el contenido del mensaje, como antaño preocupó a los expertos de la lengua, sino más bien, el hecho mismo de comunicar cosas, de interactuar vía el aparato digital que termina personalizándonos ante los demás, dándonos un lugar, un protagonismo.
Son ellos, los de la generación del milenio, quienes en su momento se encargarán de reorientar el mundo, sus ideas y pasiones, con la fuerza, la confianza y a veces, la fragilidad misma que los instrumentos cognitivos poseen
La universalización del mundo se postra en los pies de esta generación que se individualiza, se hace íntima con el celular o la computadora. Su manera de ver el mundo ha cambiado respecto a la generación análoga que tardaba más tiempo descifrando el mundo y sus códigos que las actuales. Sin embargo, esta generación del milenio es capaz de crear sus referentes, íconos y paradigmas, distante de los nuestros, pero acomodados a sus expectativas, a su interdependencia mediática, que lo obvia todo, lo abarca todo, omite lo asumido como verdad y produce su posverdad, su otra utopía para fragmentar el orden de las cosas y emerger con rebeldía e independencia de conocimiento, que le brinda una suerte de saber inmediato de lo que pasa en el mundo, con la colectivización dialógica. La pequeñez de la individualidad, de una sociedad marcada por el afán de trascender, de hacerse visible, de protagonizar lo más banal, pero esa la frugalidad es por todos compartida.
Irreverente, la generación del milenio crea su propio discurso del mundo, de la sociedad y la temporalidad que vive. Sin tapujo, circula entre las ideas que se mueven en su inter espacio cibernético, teje su propia armadura social, contraviene los ordenamientos sociales tradicionales, se contrapone a la formalidad de una fragilidad social y produce su iconoclasta manera de ser protegida en su celular y su computadora, donde crea sus propios fantasmas, sus utopías, sus sueños y angustias, traducidos en desvelos y esperanzas. Serán ellos los futuros responsables del mundo que deja atrás la pausa del saber análoga, de la palabra escrita sobre el papel, del sentir, y poco a poco camina hacia la presión de una cotidianidad mediática que encuentra en las nuevas generaciones su validación, su pertinencia y su nueva esencia.
La generación del milenio es hija del avance de la ciencia, la tecnología y el conocimiento, es la generación que rompe las estructuras tradicionales de organización convencionales, de colectivización y de acción e interacción social para sustituir mecanismos viejos de comunicación de masa, por efectivas fuentes de socialización capaces de quebrar los esquemas de gobernabilidad, la fragilidad del ordenamiento social, los cánones comunicacionales para adentrarse a un complejo sistema cibernético que recodifica al mundo, a los individuos y a sus sociedades.
Son ellos, los de la generación del milenio, quienes en su momento se encargarán de reorientar el mundo, sus ideas y pasiones, con la fuerza, la confianza y a veces, la fragilidad misma que los instrumentos cognitivos poseen, por tanto el diálogo entre lo análogo y lo digital, tal vez se prolongue más en el tiempo de lo esperado…pues al fin y al cabo, lo análogo representa el pasado, la letanía del accionar humano, a la vez que da la pausa necesaria para repensar y seguir avanzando hasta llegar a este acelerado mundo digital que esperemos no anule la calidad humana del ser ni su esencia humanística.