Irina es la gatita  a quien  la naturaleza le negó los ojos al nacer. La observo cuando juega con sus  hermanitos y muestra la misma agilidad

Esto guarda relación con  el escrito que recientemente publicara Emmanuel Peña en este diario digital titulado Los Versículos en las Pirámides.

Transcribo este párrafo:

“Las pirámides al igual que cualquier otra lápida solo es una piedra grande significa “Yo he estado aquí”. Frase esta que no debe tomarse a la ligera: el “Yo” que finge ser sujeto revela la existencia de la especie en cada uno de los individuos (basta un humano, yo, para probar la existencia de la humanidad).

Desde esa afirmación se recurre a un pasado que desautoriza la propia muerte (Yo he estado muerto porque mi padre ha muerto pero la humanidad, representada por mí, sigue viva). Lo que queda de la oración un “aquí” tan indeterminado y común como la propia muerte.”

Así son  los principios posmodernistas del Japonés  Isozaki, quien  nos plantea el vacío entre dos volúmenes como una realidad cuyo elemento arquitectónico se convierte en metáfora. Para él, la estructura de sus edificios se convierte en un elemento que conecta  la realidad y la ilusión.

O  Kandisnski, cuando nos presenta el soporte  sobre el que ha de realizarse la pintura, como un gran silencio que solo es roto por la marca del  punto.

Irina, jugando  con sus hermanos,  solo se detiene cuando está al borde de algún objeto alto  y presiente el vacío.