(Esta entrega fue el último artículo que escribió el maestro Cuquito Peña para su columna Arte, de Acento.com.do, que era renovada todos los sábados.

Este periódico rinde un homenaje al gran artista, excelente articulista y fiel amigo, que honró nuestra sección de opinión desde nuestra fundación y puesta en línea.

Con la partida del maestro Cuquito Peña, fallecido el pasado martes 18 de junio, la República Dominicana pierde a uno de sus más grandes artistas plásticos. Descanse en paz.)

Los que han estudiado la obra de Francis Bacon afirman que varias obras del pintor fueron realizadas por la influencia que ejerció en él una pintura de Pussin del siglo XVII.

Aquella pintura de Poussin fue inspirada en un pasaje del evangelio de Mateo que trata de la Matanza de los inocentes ordenada por Herodes.

La obra de Bacon mantiene en todo su curso la influencia del noruego Eduard Munich. Aparente contradicción que sólo puede comprenderse en la biografía del pintor Bacon por la coincidencia de los años de su infancia y el período terrible de la guerra europea de los años que iniciaron en mil novecientos catorce.

Influido por los temas de Goya, pintó la representación de la figura masculina. También la femenina, aunque esta última desfigurada y aterradora.

La necesidad de originalidad del artista se manifiesta en que para la realización de sus obras inspiradas en el retrato del papa Inocencio X se negó a presenciar el original de Velásquez, descansando su documentación exclusivamente en versiones fotográficas.

Una forma de síntesis de todos los temas de su extensa obra podemos verla cuando se aprecia como fundamental lo que se describió como “la vida en la muerte”, que fue su forma de sentirse humano.

Un artista que no puede ubicarse en ninguna corriente de su época, y que al mismo tiempo es la representación del momento que le tocó vivir en la historia de la humanidad.