Existen tres momentos en un discurso que son claves para determinar su éxito:

1.-Escribirlo pensando en lo que la audiencia espera escuchar 2.- Decirlo correctamente para crear un sentimiento positivo 3.- Que sirva como referencia.

En teoría podríamos decir que teniendo estos componentes cualquier político/a conquistaría en todos los escenarios; encantaría y su triunfo no tendría dudas. Sin embargo en la práctica, hoy en día, es casi imposible encontrar estos elementos en una pieza. Las razones son obra y gracia de los tiempos en que vivimos.

La "volatilidad" en la información y la comunicación sitúa las palabras en un segundo plano. Ya el centro de atención no es lo que se dice, hoy la mente de cada persona está condicionada por una realidad "sobre informada" que permite que todos los juicios de valor se hagan de manera instantánea.

El bálsamo de las palabras puede convertirse en veneno cuando en nuestro imaginario tenemos una imagen negativa ya establecida. Seguro ustedes han sentido muchas veces esa "sensación" cuando  alguien les quiere transmitir algo con palabras. En nuestros tiempos, ni el más hábil orador puede quitarse de encima la amarga percepción del "ya no te creo nada". Se aplica el dicho: "No es importante si es verdad o mentira, lo que importa es que he dejado de creer en ti"

Atención "profesionales" de la política,  no deben preocuparse tanto, esto no es para siempre!  Afortunada o desafortunadamente, la mente de las personas en sociedad funciona como un "almacén de alquiler", siempre nuestra cotidianidad vive permeada por emociones. Esas que llegan nuevas van dejando en el olvido las viejas, por más que nos hayan hecho daño. Es así como se comporta nuestra mente en política.

Por eso la función del discurso debe ser consecuente con los tiempos de cada País y su realidad.  Aplique esa filosofía popular que reza "Si no tiene nada interesante que decir, no lo diga". Usted puede aprender que el silencio, muchas veces ayuda a transmitir mas emociones positivas que las palabras, mas cuando está acompañado de una acción deseada por las mayorías…por insignificante que se crea.

Dicen los que saben: "Que el ejemplo es una orden silenciosa". Mostrar su capacidad como un político/a de verdad es también saber interpretar el sentir de su comunidad, que es lo que la gente quiere. La misma modernidad (al contrario de lo que muchos expertos aseguran) ha derivado en la demanda por la humanización de la acción política. Cada vez más la gente necesita ver lideres que se parezcan a ellos/as.

Las mismas herramientas de la investigación social le facilitan el trabajo, analice sus estudios de percepción (si no los tiene todavía, ¿qué espera?). Dialogue con la gente de a pie, sea parte de su realidad, eso te acerca y te convierte en mejor político/a…y mire que al final  te deja la lección de saber si es "tiempo de discurso".

Como le decía anteriormente, parte de nuestro cerebro emite juicios sobre escenarios de forma instantánea, casi involuntaria.  De esa misma manera es como la acción política se debe comportar, con esa celeridad y lucidez que nuestra mente diagnostica, analiza y concluye. Si usted no tiene claro, hoy en día, la función de un discurso y ni conoce el comportamiento de su sociedad en "tiempo real",… Entonces no pregunte la razón por la cual sus números no dan saldo a favor. No hay forma!