La frontera dominico-haitiana no se puede presentar como una raya o un lindero, ni siquiera como un medio círculo, porque los espacios transfronterizos poseen subculturas particulares a las culturas nacionales; son extensos circuitos, o sea, una serie continua de puntos económicos, sociales, culturales y ambientales interconectados e interdependientes entre si con rayas políticas que las atraviesan por razones históricas.

Hablar de la frontera y hablar de nacionalidad es interesante, ya que se impone que en esa zona limítrofe se requiere que el Estado dominicano sea fortalecido con su presencia real, porque de esto depende la soberanía nacional, cuya base debe ser el desarrollo sostenible de las poblaciones que comparten con las masas haitianas   que viven en extrema pobreza.

En los últimos días en los medios de comunicación han destacado la construcción del muro o verja divisoria que se realiza a todo lo largo de la frontera. Somos de la idea de que dicho muro podría tener razón de ser en tramos determinados, pero no en todo el trayecto fronterizo.

Bien hizo el Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Licenciado  Orlando Jorge Mera, al inaugurar el Mes de la Reforestación, que se lleva a cabo en octubre,  precisamente a pocos metros de la línea fronteriza, en el municipio de Restauración, donde estuvo plantando junto a sus colaboradores 4,000 arbolitos de Pino criollo (Pinus occidentalis), siendo esto un estímulo para que se continúe haciendo dicha labor por el bien de ambas naciones.

Regeneración Natural de pino criollo en el proyecto transfronterizo Libón Verde, testigo del intercambio entre ambas naciones en matería forestal (pt)

Este evento, coincide con el inició en 1974 del proyecto “Sabana Clara” en el municipio de Restauración, en el paraje Villa Anacona, uno de los planes más exitosos de reforestación y manejo forestal que abarca más de 4,000 hectáreas de terreno de uso forestal, cubriendo varios parajes fronterizos y transfronterizos que incluye a comunidades de silvicultores, ejemplos para ambas naciones, con las altas y con las bajas que ha tenido el cultivo de árboles en esa zona.

Colocar arbolitos en esa zona es una labor de primer orden, porque van dejando una huella de vida en los dos pueblos, más para Haití que está visiblemente deforestado.

Los resultados del manejo forestal son halagüeños en materia económica, social y ambiental en el ámbito municipal, ya que dentro y fuera del proyecto estatal tienen más de 400 manejadores del bosques y un crecimiento de las áreas naturales, como son los bosques de galerías o ribereños de fácil observación,  reconocidos por diversos estudios y evaluaciones ecológicas rápidas realizadas por el  propio Ministerio de Medio Ambiente y organismos internacionales, entre los que se destaca la GIZ de Alemania.

La frontera no es lo que creen muchos: una línea divisoria. En el imaginario de sus habitantes “la frontera es la frontera” como nos dijera una capataz  de brigada haitiana de reforestación; dábamos seguimiento técnico al Subprograma Binacional Frontera Verde en una comunidad haitiana, cuyo nombre no recuerdo, que trabajaba entre el pueblo de Savenette en el Département Centre (Haití) y Cañada Miguel, Hondo Valle (RD), que, al inquirirle: ¿Ya esto es Haití?, respondió: “ -No, todavía estamos en la frontera” y de inmediato mi curiosidad o ignorancia atrevida me llevó a indagar dónde comienza Haití, y dando un giro lingüístico, me llevó  a preguntar: ¿Y qué es la frontera? y me respondió con la precisión de una etnogeógrafa: “La frontera es la frontera”.

Existe un círculo que la gente de ambos lados se reserva para sí, que los de afuera no ven y muchos de adentro tampoco, por razones históricas. Solo aquellos que hagan observaciones profundas podrán descubrir el tinglado de relaciones transfronteriza, sobre todo en la ruralidad.

El Ministerio de Medio Ambiente ha hecho historia en materia de reforestación y producción de plantas, que se puede afirmar, y dicho también por los propios haitianos, que lo que se observa en el lado haitiano en materia de cobertura, en gran parte, es fruto de esas relaciones binacionales, aunque cabe reconocer la poca percepción de dicha situación.

Por Acento. com y la revista Piénsalo, hemos compartido la información de que la frontera tiene un gran horizonte de reforestación en sus cuatro cuencas y un potencial de producción de plantas que podría alcanzar cerca de 7 millones en más de 10 centros de producción (viveros) que existen desde El Cerro Juan Calvo, Los Miches en Dajabón, hasta Mencía en Pedernales, si les dieran las condiciones que requieren para estos fines.

Esa circularidad se da en todos los aspectos: en lo económico (Que no se confunda con la economía circular en el sentido energético) con la compra-ventas de productos, como son los mercados binacionales y locales y mano de obra; en lo social con los intercambios de relaciones de parentesco sanguíneo y las alianzas e intercambio matrimonial, sean uniones libres y/o jurídicas, formando las familias “arrayanas” o “rayanas”, (alusivo a la raya fronteriza), muy común en la zona; así como parentesco político y ritual expresados en el compadrazgos y amistades, entre otras relaciones.

Sabana Clara”, donde el Ministerio de Medioambiente plantó alrededor de  4000 mil arbolitos el fin de semana pasado, es motivo de emulación en poblaciones haitianas cercanas, como Tilori y Lamielle, donde el liderazgo local, en la persona de Bernadin, Secretario de la Asociación para el Desarrollo de Lamielle (ADDL), en una visita realizada al final del 2017 por técnicos dominicanos al proyecto de Regeneración Natural del Pino criollo (Pinus occidentalis) en el marco del proyecto Libón Verde, nos dijo:  “Agradezco mucho a ustedes su presencia, espero que puedan ver en el futuro el fruto de este trabajo, vuelvan a ver lo que falta por hacer para tener a Lamielle con bosque como si fuera República Dominicana”, (https://chinchilina.blogspot.com/2017/11/un-dia-en-lamielle-2-de-2.html).

Mercado Binacional de Dajabón.. Cada día de mercado constituye una relación económica, social y política entre ambos pueblos

Además de haber cambiado todo el paisaje arquitectónico de las viviendas en las comunidades campesinas del Municipio de Restauración (RD), también en las comunidades haitianas cambiaron precarias viviendas de tierra y pajones como techo (Tejamaní) por zinc y madera producida por los planes de manejo forestal de la zona a pesar de los múltiples problemas que se dan en la zona por razones obvias.

De los 96 parajes dominicanos que limitan con Haití, desde el Ministerio de Medioambiente se ha trabajado con la reforestación en más de 40, desde Banano en Pedernales hasta Pepillo Salcedo, en Montecristi; en muchos de ellos podríamos citar centenares de casos sorprendentes donde aún sobreviven parte de los árboles plantados en medio de  la desolación y el abandono en ambos lados de las dos naciones.

Solo para mencionar un ejemplo, desde Cruz de Cabrera Abajo en Restauración hasta Don Miguel en Dajabón (Cuencas ríos Libón, Neyta y Masacre), podemos citar más de 300 parcelas transfronterizas y fronterizas; y decenas del lado haitiano, sobre todo en Capotillé o Capotillo haitiano, que son una muestra de esa circularidad que se vive en la ruralidad fronteriza, de la que podemos hablar por nuestros 24 años cruzando por la zona.

San Francisco de Asis, protector de los animales, los ecologistas y del muncipio de Bánica, RD_ para muchos el santo de mayor jerarquía en la frontera.

Las actividades circulares o compartidas por los pobladores de esas comunidades son las evidencias de que la frontera dominico-haitiana no la constituye una simple raya o un lindero, sino como una serie de manifestaciones económicas, sociales y culturales que no podrán separarse ni redefinirse con un simple muro de concreto y metal.