Los días cuando la ciudad era perfecta para los recorridos peatonales, podíamos montar bicicleta sin temor, desplazarnos sin tapones y disfrutar las avenidas sin transporte de carga, llegaron a su fin; termina la Semana Santa e inicia una nueva semana laboral acompañada por la realidad propia de los principales centros urbanos; carentes de un sistema que garantice a las mayorías desplazamientos seguros y efectivos.
Ante el escenario caótico existente se identifican dos factores claves que conforman la fórmula destructiva para consolidar el desorden que hoy en día prolifera por las principales ciudades dominicanas; la ausencia de un sistema eficiente de transporte colectivo y el incremento sostenido del parque vehicular, conforman un binomio peligroso que atenta contra la salud de las ciudades y la gente que allí residen.
El fracaso histórico en no poder diseñar un sistema de transporte colectivo que supla las necesidades de las mayorías, ha dejado en las posibilidades de cada individuo la forma en como nos movilizamos por la ciudad; es así como aumenta la cantidad de unidades vehiculares en el país, mientras un segmento de la población suple su necesidad adquiriendo su modo de transporte particular, otro segmento adquiere unidades de poca capacidad (automóviles y motocicletas) para utilizarlas como transporte colectivo, con el fin de “suplir” la demanda de transporte.
El más reciente informe del parque vehicular 2018, publicado por la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) muestra un nuevo incremento de 243,300 unidades para un 6.31%, marcando una constante histórica en el aumento de la cantidad de vehículos registrados por año a partir del 2011: 241,074 (2016) – 214,302 (2015) – 182,889 (2014) – 163,087 (2013) – 117,195 (2012) – 121,977 (2011), el mayor incremento histórico se registra en las motocicletas y en segundo lugar los vehículos (automóviles y jeeps); aunque el más reciente informe destaca que el mayor incremento relativo se encuentra en el segmento de los jeep (8.5%).
Al extraer los datos de las 6 provincias que conforman el Corredor Duarte, las cuales unen los dos centros metropolitanos más importantes del país y donde reside el 59.14% de la población total, se evidencia un alto porcentaje de automóviles (78.6%) y jeeps (71.9%) del total nacional, ya que son las zonas donde se concentra el poder adquisitivo y donde se producen más desplazamientos a lo interno de la ciudad.
En la medida que la población no tiene opciones para movilizarse por la ciudad, buscará alternativas para desplazarse individualmente o existirá un nicho para ofertar plazas de transporte colectivo en unidades de baja capacidad; ambas alternativas suman unidades vehiculares al parque. Si a esto le sumamos la inexistencia de regulaciones para retirar unidades por antigüedad o deficiencia, ya que las mismas también suplen de forma precaria la demanda de transporte colectivo, podemos deducir que la mejor apuesta para transformar la fórmula destructiva en una fórmula constructiva es a través del diseño, operación y regulación de un eficiente sistema de transporte colectivo a nivel urbano. De no ser así la fórmula destructiva continuará desintegrando la salud de la ciudad y la calidad de vida de su gente.