Garzón, inclinando la balanza… hacia la corrupción
Como lo sabe muy bien el ex juez español Baltasar Garzón, por experiencia personal, en España la Justicia es a veces una ironía.
Lo cual debería ponerle en guardia para que, cuando vaya fuera de las fronteras españolas, tenga un poco más de sentido de la realidad, de la equidad, y de la mesura.
Las declaraciones en Santo Domingo del ex juez, condenado injustamente, a mi parecer, por prevaricación, son una muestra de hasta dónde puede llegar una personalidad pública, cuando se deja deslumbrar por los focos combinados, de las alabanzas y halagos del poder, del trato preferencial, y de esa sensación de estar “entre los poderosos del mundo”, por muy modestos, tropicales y en “vías de desarrollo”, que éstos sean.
Escribo esto con a raíz de las malhadadas declaraciones de Garzón, y con realismo total pero desde la pena que me produce ver una cara de Garzón, que no me era desconocida, pero que quería obviar, dado que le admiraba y admiro, por tantas cosas que realizó como juez, que son dignas de elogio. Véase al respecto, como prueba al canto, mi trabajo sobre él cuando le condenaron.
En cuanto a la decisión de la fiscal Yeri Berenice Reynoso, no hay que cargar demasiado los cañones sobre ella. En definitiva hay un viejo dicho que afirma que no se matan moscas a cañonazos
Digo que conocía un lado menos interesante de Garzón, cuando se alistó en las listas socialistas y luego ocupó una Secretaria de Estado. En esa época yo era funcionario en activo y tenía relaciones de intercambio de información con otros funcionarios bien situados en la estructura administrativa.
En breve, Garzón no fue ni muy realista, ni muy prudente, en el desempeño de su cargo, ya que desconocía las limitaciones y los constreñimientos del ejercicio de ciertas posiciones de poder. Y creía que su notoriedad pública y en ese entonces también política, le daba acceso privilegiado y directo con el Presidente del Gobierno, cuando, como es sabido, esto no es así, y uno tiene que guardar los canales adecuados. Y las jerarquías existentes.
Por tanto, no siempre el Garzón personaje público es tan acertado y eficaz como cuando ejerce en su papel de juez. Aunque algunos inclusive le critican ciertas acciones en el ejercicio de su magistratura, que dicen responden más a sus rencores personales y obsesiones, que a una equitativa y ponderada actuación en su papel de juez.
Tratando de justificar en Santo Domingo las evidentes y conocidas por todo el mundo, en este país, corruptelas ligadas a la creación, funcionamiento y mantenimiento del flujo de caja de la Fundación FUNGLODE, en las que está denunciado el ex presidente Leonel Fernández. Baltasar Garzón comete un grave error.
Yerra opinando, y poniendo todo el peso de su prestigio en la defensa de las corruptelas dominicanas. Está claro que el dolor de este país no es su dolor. No lo comparte. Ni le importa, ni le interesa. Es típico de algunos, “progresistas” en su tierra, oportunistas y acomodaticios, en las de los demás, si esto les beneficia en algo. No hay de que sorprenderse.
El error de Garzón, si es tal, es achacable a dos cosas, la primera, a una falta adecuada y suficiente, de información al respecto, o bien, la segunda, a un interés egoísta personal o de manipulación política, que se encuentra por encima de la justa apreciación de los hechos. Lo primero se cura informándose adecuadamente, si se trata de lo segundo, se trata de un problema ético, y la solución es rectificar.
Recientemente decía Garzón, en España, que era el momento de incursionar de nuevo en la política española. La verdad que dada sus declaraciones en Santo Domingo, lo mejor es que se abstenga de ello. No está preparado. Se deja llevar excesivamente de las redes de intereses que le miman para utilizarlo. En Dominicana, algunos son maestros en estas lides. Ojalá que Izquierda Unida no cometa el error de llevarlo en sus listas. Al menos habría perdido ya un puñado de votos, el mío entre ellos.
La fiscal ha jugado su papel
En cuanto a la decisión de la fiscal Yeri Berenice Reynoso, no hay que cargar demasiado los cañones sobre ella. En definitiva hay un viejo dicho que afirma que no se matan moscas a cañonazos.
Ha hecho lo que se esperaba de ella en este tiempo, en ese lugar que está, y en el país en que se encuentra. La fiscal no fue nombrada en ese puesto para impartir justicia a los poderosos sino para perseguir a los indefensos, a los criminales de poca o media monta, y para aplicar estrictamente la Ley a los que son o enemigos del Poder o indiferentes al mismo.
En ese “campo” si puede ejercer de fiscal y tratar de aplicar las leyes, pero fuera de ahí, no seamos ingenuos. ¿Alguien de verdad creyó que la fiscal tendría las agallas de hacer peligrar su futuro profesional, arriesgarse a ser puesta en las listas negras de la llamada por muchos la “Corporación político-empresarial” que nos gobierna, y verse así con un estigma público semejante a la estrella de David amarrilla que los nazis ponían sobre la vestimenta de los judíos?
La fiscal no es una heroína. Es una simple chica procedente, a lo más, de un estrato social de “clase media- media”, que ha tenido a través de sus estudios de Derecho y la escuela judicial, la posibilidad de acceder a un puesto más o menos codiciado, es decir, ha tenido una “brillante” y “fulgurante”, movilidad social ascendente.
En esta sociedad eso se valora mucho, y dado los valores vigentes y consagrados, lo importante ante todo es la búsqueda del interés personal por encima del interés público, por lo cual era a todas luces pedirle peras al olmo, que la fiscal investigara o imputara a Leonel Fernández.
No olvidemos nunca que para muchos burócratas, la magistratura incluida, el ex presidente es su marco de referencia, su modelo de ascenso social, de logro de poder, privilegios, prestigio y dinero, y sus valores no van más allá, que los este.
Esta es la triste realidad de un tiempo y de un país, este nuestro, gris a pesar del sol, triste, a pesar del jolgorio, y sumido en la podredumbre, a pesar del boato que se gastan en las cimas del poder establecido.
Torrelodones, 27 de mayo de 2013