Desde la Copa Confederaciones 2009, que se jugó en Sudáfrica un año antes del Mundial 2010, se estaba esperando, y deseando, que Brasil y España se enfrentaran en una final. Ya los deseos de millones de seguidores del fútbol mundial serán cumplidos: el próximo domingo y en un escenario como el Maracaná que huele a fútbol por todas partes se medirán brasileños y españoles en la final de la Copa Confederaciones 2013.

Brasil logró su pase a la final el pasado miércoles con una victoria muy trabajada y deslucida ante Uruguay, mientras que España logró su pasaporte ayer en un épico partido ante Italia que se decidió con tiros desde los once pasos.

En la Copa confederaciones de Sudáfrica 2009 Estados Unidos se interpuso en el camino de España, derrotando a los ibéricos en la semifinal. Ese era el primer torneo oficial de Vicente Del Bosque al frente del seleccionado español, luego de convertirse en el sucesor de Luis Aragonés, el técnico que llevó a España a la conquista de la Eurocopa 2008.

En esta ocasión, los españoles si pudieron salvar la semifinal ante unos italianos que le pusieron cara y se verán las caras con los brasileños el próximo domingo en el Estadio Maracaná de Río de Janeiro, una de las más grandes catedrales del fútbol mundial.

España está en la élite del fútbol mundial, y lo demuestra que ha llegado consecutivamente a la final de los tres eventos más importantes del fútbol mundial: ganó a Holanda en la final del Mundial de Sudáfrica, venció a Italia en la Eurocopa del 2012, y ahora llega a la final ante Brasil en la Copa Confederaciones 2013. Un record para Vicente Del Bosque.

Brasil estará el domingo apoyado en su público, que es mucho más cuando juega en el Maracaná.

Felipao Scolari, el técnico del equipo brasileño, está haciendo un gran trabajo con el renovado conjunto sudamericano, en preparación para la gran fiesta del próximo año en suelo brasileño. Ya no es el Brasil del “jogo bonito”, y muy por el contrario, es un Brasil que juega más con planteamientos tácticos y menos individuales; es un Brasil que juega más a lo físico que a encantar con sus individualidades; es un Brasil, en fin, que se preocupa más por el resultado que por deleitar.

La final del domingo será un juego duro, que podría decidirse con un pequeño error de la defensa de uno de los dos equipos. No hay un claro favorito, a pesar de que Brasil juega en casa, ante su público, y ha ganado cinco copas del mundo. Pero tampoco influye que España es el actual campeón del Mundo y de Europa, y que es el número uno en el ranking de la FIFA.

Esta es un final que hay que jugarla de principio a fin, y aprovechar los pequeños errores que pueda cometer el contrario.

Estamos seguros que será un gran final. Así lo esperamos.

Los grandes se imponen

Cada vez que inicia un torneo internacional de la FIFA se habla de los posibles candidatos y de los equipos que podrían dar la sorpresa. Y cuando arranca el torneo se ve el potencial de los posibles “sorpresas” y se espera mucho de ellos… pero al final, los favoritos se confirman y avanzan los mismos de siempre.

La novena edición de la Copa Confederaciones que se está jugando en Brasil en estos días no es la excepción. México, Japón y Nigeria amenazaron, pero no pasaron de ahí. A las semifinales clasificaron los cuatro seleccionados que han ganado por lo menos un Mundial: Brasil con cinco títulos, Italia con 4, Uruguay 2 y España 1, pero estos últimos son el equipo del momento, ya que ganaron en los últimos cinco años dos Eurocopa y un Mundial.

Solo ocho países han podido ganar el Mundial de Fútbol, y en esta etapa final de la Copa Confederaciones hay cuatro de ellos. Siempre los mismos grandes se imponen.

Los pequeños, Nigeria, México, Japón y la “cenicienta” de Tahití, se fueron con más experiencia para la próxima oportunidad.

Tahití dejó el torneo fue con la friolera de 24 goles encajados, pero con el placer de haber recibido el apoyo de la gran torcida brasileña.