Para celebrar la Fiesta Nacional de la República Popular China el 1° de octubre de 2020 yo monté en mi muro de Facebook una vista de Wuhan, a orillas del río Yangtsé, con el siguiente mensaje: «Gloria a China en su septuagésimo primer aniversario del establecimiento de la República Popular China. Felicidades en su día Nacional.»

El mensaje indirecto es reconocer que el patógeno apareció en esa ciudad, sede del Instituto de Virología de China, motivo de las acusaciones del candidato republicano para las elecciones de noviembre 3 en Estados Unidos. Paso a celebrar un suceso de menor interés pero de mucha relevancia: las declaraciones de Su Excelencia el Presidente Don Luis Abinader Corona indicando que las relaciones domínico-chinas continuarán fortaleciéndose, y como prueba el hecho que el Ministro de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, Dr. Franklin García Fermín, participara en la celebración modesta de la recepción de la Embajada de la República Popular China por su fiesta Nacional.

Además, esa voluntad de mejorar las instalaciones de la Embajada China en República Dominicana, se expande va más allá de lo que hemos echado raíces como dominicanos de origen chino, y será la cara institucional de las oficinas administrativas en el Ensanche Piantini. Asistió a su inauguración una potente presencia del empresariado dominicano que hace negocios con la emergente potencia mundial asiática.

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Como saben, la cultura china es representada por varios sabios, pero el que más influyó en el alma china y de Asia oriental, fue el maestro Confucio. Para esta reflexión sobre la Fiesta Nacional de la República Popular; recurro a una de sus máximas: “Cuando estamos frente a personas dignas, debemos intentar imitarlas. Cuando estamos frente a personas indignas, debemos mirarnos a nosotros mismos y corregir nuestros errores”.

Es por aquello de llevar al espíritu de los dominicanos, que la grandeza de espíritu a la que apeló Confucio para el “hombre superior” sea practicando las virtudes de un hombre digno, así nos acercaremos a la segunda parte de la enseñanza, de revisarnos cuando estemos enfrente de un hombre necio. ¡Gloria a las relaciones Domínico-Chinas!