Esta vez los organizadores de la famosa y bien reputada Feria del Libro del Madrid, escogieron como país invitado a la República Dominicana, lo cual debe llenarnos de orgullo y nos retaba como país de hacer una buena representación en un público tan exigente y con tradición y de lectura y de actividades culturales diversas de mucha calidad.
Es deber agradecer el gesto y reconocer a quienes lograron tan importante distinción para el país y sus escritores. También la iniciativa de las autoridades, que de una u otra manera se involucraron en tan magno acontecimiento cultural, y a quienes le correspondió asumir esta labor incluida la Embajada Dominicana en España y su Embajador el Dr. Olivo Rodríguez Huertas.
Del 31 de mayo al 16 de junio en el Parque del Retiro de esta hermosa ciudad y de otros puntos importantes de la ciudad, los dominicanos y dominicanas teníamos el compromiso de presentar otra cara del país, a los españoles además, por ser España lugar de recepción de nuestros inmigrantes, y nosotros, destino turístico de una parte de su población, este momento, esta oportunidad adquiría mayor dimensión y responsabilidad por parte de nuestra delegación.
Con un sentido de representación diverso de nuestros escritores y temas, el país se hizo presente con conversatorios literarios, puesta en circulación de libros, conferencias, tertulias, encuentros y presentaciones diversas de nuestra intelectualidad y mundo cultural de manera que el español y los demás visitantes extranjeros pudieran aquilatar que este rincón del mundo tiene otros potenciales en su gente y sus ideas.
Dedicada a tres grandes de las letras dominicanas, Pedo Henríquez Ureña, Juan Bosch y Marcio Veloz Maggiolo, España pudo interiorizar en esos días el alma creativa, literaria y reflexiva de sus más de 113 participantes nacionales y otros 16 ponentes internacionales para dar un equilibro necesario a las miradas de las letras nacionales. A esto sumaríamos cinco exposiciones fotográficas de temas variados que completaron el aporte de nuestro país al encuentro del libro de Madrid.
Siempre pueden quedar quejas y comentarios acerca de cómo pudimos haber participado, qué cosas pudimos haber llevado como muestra de nuestras ideas, a quiénes debimos incluir en la lista, bajo cuál concepto pudimos hacer la selección de los participantes, pero quizás no es el momento, pues lo más importante fue la otra dominicanidad allí presente, la otra cara de un país que envía inmigrantes, que recibe remesas, pero que tenemos también otros temas para dialogar con el mundo: las letras, las ideas y el arte.
Tal vez la experiencia sirva para armar un concepto expositivo a futuro que nos permita sacar la mejor fortaleza de este intercambio, y proponernos un proyecto internacional móvil de representación que sea lo más versátil posible, democrático en su concepción del arte y la cultura, y cuya selección evite, los sesgos, la censura, las parcelas y las segregaciones, dándole cabida a la calidad, la diversidad temática, la participación plural del sector público, como el privado (que mostró una muy buena oferta) y que trabaja estos temas, como se vio en la pasada experiencia de España, bajo el principio de ofertar lo mejor al país que nos invita y que a futuro como referente a otras convocatorias que nos pidan una muestra cultural de tal envergadura. Aprovechamos por igual, para retar a la Cancillería dominicana y las embajadas del país, para que imiten este esfuerzo compartido que hiciere la representación diplomática de Madrid, para programar actividades de ese tipo que nos permita promocionar otra imagen, que además de bellos y buenos paisajes y playas, que los hay, el país posee un pensamiento social, unas ideas y escritores, igualmente importantes.