La mayor parte de la población mundial pertenece a alguna religión o espiritualidad. Todo el que asiste a una iglesia asume que tiene fe, no siempre es cierto.

Podrías asistir a una iglesia por razones sociales: tus amigos asisten, es lo habitual en tu pueblo, asiste tu pareja, te divierten sus actividades, tu jefe nunca falta, etc. También por razones psicológicas: perteneces a un grupo, te apoyan en momentos de crisis, te ayudan más que tu familia, puedes comunicarte, te sientes útil. Finalmente, también por razones espirituales: te ayuda a contactar a Dios y a desarrollarte espiritualmente. Pero todos no llegan a este plano. No obstante, las razones anteriores a menudo son las puertas que llevan al nivel espiritual.

En la sociedad actual  vemos altos índices de estrés, ansiedad, miedo, depresión, crisis existenciales, falta de esperanza, descontrol sexual, suicidio, violencia, dependencia de substancias, obsesión por el dinero, problemas de identidad, etc. Si les preguntas, la mayoría te dirá que son creyentes.

Los cristianos supuestamente creemos que somos imagen y semejanza de Dios, por lo que somos entidades divinas en potencia. Diamantes en bruto. La masonería habla de “la piedra bruta que tenemos que tallar”. Nuestro cuerpo es temporal, pero nosotros inmortales. ¿Cómo serían nuestras vidas si verdaderamente eso creyéramos? Pero solemos pensar que le hacemos un favor a Dios, cuando creemos en él.

Para aprender a caminar, montar bicicleta o nadar, lo primero que tuviste que vencer fue al miedo, nuestra principal barrera. Debemos temer principalmente al miedo. Si creyeras firmemente que no puedes caminar, no puedes caminar. Muchos cristianos entienden que su misión principal es tener miedo. Miedo al mundo, a los pecadores, a otras religiones, a la Ciencia, a todo lo raro, al demonio, las supersticiones, a la ira divina. Sin embargo, dicen reconocer que Dios es amor, que es  omnipotente y es nuestro Padre. Según esto, lo único temible sería apartarse de él.

Tendemos a escoger la hipocresía y vivir de apariencias. Pero la superación personal inicia cuando descubres tu incoherencia. La Fe impide que tu ego desbordado te inmovilice, incentiva tu desarrollo y permite que descubras que te faltan caminos por recorrer.

Cuando un niño tiene una enfermedad grave, le dices a sus padres con voz firme y serena: “no temas, Dios es bueno y lo sanará”, pero cuando es tu niño, gritas desesperadamente. Es fácil tener mucha fe, cuando nada tuyo está en juego. Pese a que Dios es bueno, algunas enfermedades terminan en muerte. Aunque la oración con fe, de alguna forma mejora al enfermo.

Cuando alguien muere, decirle a sus parientes: “paz a sus restos”, equivale a decir que sus cenizas estén tranquilas. Fe es saber lo poco que importan las cenizas.

Tu cuerpo físico es sólo un aspecto de tu vida. Debes descubrir quién eres más allá de tu cuerpo. Eres mucho más que esos selfies que vives enviando. Tu parte más interesante no aparece en la foto.

Hay intelectuales que están teniendo dificultad con la fe, porque los religiosos tienen miedo a analizar sus creencias y se cierran al diálogo. Por eso algunos se declaran agnósticos. Aunque hay cosas de Dios que talvez no sepas explicar, también hay conceptos científicos todavía inexplicables (ejemplo la Materia Obscura del Universo y algunos misterios de la Mecánica Cuántica).

Recordemos que aceptar  ideas de forma apasionada y sin razonamiento, es fanatismo y son altamente peligrosos. Ejemplo: el político y el religioso.

Tu principal compromiso con Dios es ser feliz, verdaderamente feliz. No te confundas, tu tristeza es un error, no es parte del plan de Dios. Si estás con Dios, estás en el Cielo. ¡Deja de mirar al infierno!

Realmente somos muy inconstantes, pero cuando de verdad tenemos Fe: somos alegres, estamos serenos, sentimos a los demás como hermanos, somos positivos, podemos todo si no es dañino, necesitamos menos cosas para estar bien, no nos duele el bienestar ajeno, no conocemos la soledad, reconocemos a Dios en todo, no nos atormenta lo que piensen los demás, somos más tolerantes. Concluyendo, nuestros cuerpos y mentes funcionan mejor.

Cuando a la Iglesia vas a dar, es cuando en verdad recibes. Aprender a dar, es lo que mejor te capacita para recibir. La Fe no la encontrarás en ningún lugar, ni nadie te la podrá dar, porque ya está en ti. Sólo tienes que descubrirla. La Fe te permite sonreír, antes de que se materialicen las realidades que esperas y necesitas.