Hoy día, parece que es más necesario tener fama, que el mismo comer o respirar el aire -que aún no tiene impuestos- para poder vivir. Poseer fama, mucha fama, la más fama posible, tanto para los hombres como por mujeres, y a costa de lo que sea, de la moral, de la honra, del cuerpo, de la libertad,  de los principio familiares, o de cualquier pretexto o posibilidad, son válidos con tal de saltar a las portadas y reportajes interiores de las revistas, en  las páginas virtuales de los Facebook, el Instagram, en las películas, en las entrevistas de televisión, en las pasarelas de modas… o donde sea.

Ser famoso o famosa, en nuestras sociedades que tienen cada vez más como norte el oro y el poder,  significa pasar por la alfombra roja del dinero a manos llenas y con rapidez, de los viajes espectaculares, de las relaciones con numerosas personas importantes, del aparente buen vivir que nos describe con pelos y señales la prensa del corazón de los llamados “famosos”, con sus casas de millones de dólares, de sus piscinas, de sus potentes automóviles, de sus fascinantes yates, de sus costosísimas fiestas….

Es el caso de la Kate del Castillo desde hace unos pocos meses, una hembra de esas como para infartar al mismo Papa Francisco, con todo el respeto que su Santidad merece, que ha buscado y está logrando un protagonismo inusual por la compleja y un tanto novedosa, o mejor dicho renovada, de la asociación directa, o amorosa, con malhechores reconocidos como los número 1,  pues la Bonny Parker, la del dúo  Bonnie and Clyde, convertido en el icono americano de la violencia romántica  a través de películas y novelas, o Virginia Hill, que trabajó para Al Capone y fue novia del también gánster Bugsy Siegel, entre otras muchas, ya lo habían logrado antes, pagando con frecuencia el precio del presidio ode sus propias vidas.

La Katie del Castillo, que está como su propio apellido lo dice, como un castillo de altas torres corporales y grandes almenas en su fachada principal, ya tenía su una cierta fama como actriz de telenovelas y cosas por el estilo, allá en el México lindo y querido, pero aprovechó la coyuntura de ser, o haber sido , “amiga “  del prócer Chapo Guzmán, un  santo y gran benefactor de la humanidad de nuestros agitados tiempos. y ahí están las cataratas de tinta gráfica y virtual desparramándose en forma de notición por todo el mundo durante semanas y meses.

Qué si la Kate era la novia. Qué si la Kate era la amante. Qué si a la Kate le daba dinero. Qué si la Kate iba a ser procesada. Qué si la Kate sabía de la fuga y el túnel. Qué si la Kate le sonaba los mocos al Chapo. Oigan, que martilleo sin piedad nos han dado, y de vez en cuando aún siguen machacando el clavo con más noticias tontas.

Hay que felicitar al publicista, al relacionista público, o al “comunity manager” encargado de emitir “los mensajes de contenido” de sus declaraciones en las redes. Lograron en muy poco tiempo unos espectaculares aumentos de su notoriedad de la marca Kate, no importa que esta sea buena o mala, pues tener mucha aparición en los  medios a la postre santifica, lava y ensalza cualquier imagen, y eso significa vigencia y nuevos y más jugosos contratos. Si los espacios publicados los hubiera tenido que pagar de sus propios bolsillos, sin duda, la Kate habría quedado arruinada for ever.

Ahora, y en otro sentido, se está comenzado a explotar  a nivel internacional, y a título póstumo, con más morbo por las trágicas circunstancias que la rodean, la muerte de la modelo argentina Joanna Birriel, asesinada en una cárcel guatemalteca, la cual apareció junto a su amante Byron Lima, también muerto, el mafioso más poderoso, conocido como el “Rey de la Cárcel” y diez cadáveres más de ñapa, pues en ese precioso país centroamericano la violencia siempre se da al por mayor más que al detalle.

Parece ser que obtener la tan deseada fama, el camino de la delincuencia es un método interesante, tan fácil como difícil, para llamar la atención del gran público, aunque también se exponen a muchos riesgos como le ha sucedido a lalinda argentina, porque explotar el papel de la chica mala, que generalmente está muy buena, capaz de todo y que se atreve a romper las reglas y las normas vigentes, deja muy buenos dividendos en dinero y en audiencias.

En nuestro patio, pues en estos asuntos no podíamos ser menos que otros, hemos tenido un caso bastante reciente, el de la champanera y el narco puertorriqueño, un tremendo novelón con sexo explícito por internet incluido, que la inmensa mayoría de conciudadanos siguió con enorme interés durante largos meses. De una absoluta desconocida mujer de barrio, pasó a  ser “la peor ” de la película y por ende la más publicitada y seguida. Ahora ya es todas una hacendosa y trabajadora ama de casa, que hasta algunos nos la han querido vender como ejemplo nacional  Ya lo hemos dicho, los medios y sobre todo algunos comunicadores muy conocidos, santifican.