Me levanto como un autómata y me dirijo al baño y mientras orino veo por la ventana la hermosa luna menguante con un lucero a su izquierda, o estrella. Desde la distancia no distingo ni de astronomía se poco. Cuando vuelvo al lecho, me doy cuenta que no tengo sueno, y el cerebro comienza a divulgar sus dudas sobre la existencia y la inmortalidad del cangrejo. Como llegamos hasta aquí, y es cuando recuerdo que estamos a 26 días de encierro por un virus declarado pandemia que nos tiene histéricos porque no podemos continuar con nuestra alocada vida de plaga universal.

Cuando miro mi móvil, son las 2 y 57 de la madrugada del 14 de Abril. Y recuerdo que lo primero que debo hacer es llamar a mi nieto varón que cumple 2 anitos, y ya tengo un mes que no lo contemplo de cerca y lo acaricio, porque tenemos que cuidar a los abuelitos que son los más vulnerables del bendito mal denominado COVID 19. Un castigo del Dios creador, piensan algunos, pero como yo creo más en la evolución, es un castigo al consumismo del homo sapiens que la naturaleza y su complejidad, nos está sometiendo para ella tomar una siesta.

Una siesta merecida, para ver donde coloca los gases, los polvos y la enorme cantidad de basura que nuestra vanidad ha creado con los elementos que bien colocado tenía al inicio de todo. Mares limpios y azules, lleno de vida diversa, como nuestros bosques verdes con aire limpios circundantes de aves de tamaños y colores diversos y libres como el pensamiento. Insectos y larvas, tan hermosos como las mariposas y tan útil y dulce como las abejas, todos en un equilibrios que hemos rotos con sabiduría contaminada de vanidad y delirio de poder y creer que somos los dioses del universo y la creación.

A la isla del sol y la conquista, con un mar que nos mueves los sueños y la poesía, nos llegó el mal, no de china, llego vestido a la moda de la madre tierra lejana, donde el mal hace estragos, hincando a los nuevos gobernantes sin saber cómo lograr que la muerte y el encierro no mate la economía para que otro mal como el hambre mate a otros tantos. Pero también de EU nos llegó en etiqueta dorada y en primera clase, inyectándose a golpe de burla el mal, que luego postro a varios VIP, a los cuales el abolengo y la pomposidad social y los títulos, de nada le valieron.

Salimos ilesos de las municipales luego del fracaso de febrero, y aunque la oposición culpaba de todo males al gobierno, este quedo en desventaja pareciendo la víctima, al cual no era justo atacar con virulencia como días antes, pero algunos pretendieron culpar de que llegara COVID19. Como de costumbre, siempre debemos tener a quien culpar de nuestros propios errores, deficiencias o vicios.

Un ganador de una provincia, cuando ya se advertía del mal, quiso celebrar, su gran osadía de ganar las elecciones, y entre fiesta y romo y mañana gallos, invitaron el mal a entrar en sus casas y detrás llego la muerte, sin colores ni bandera, porque no distingue  de malos y buenos, se lleva al que más desprevenido tome.  Hoy es la región con más infectados por habitantes, por no guardar la distancia ni tomar en cuenta los consejos y orientaciones de las autoridades.

Hoy contamos con más de 3 mil afectados y pasaran de los 200 defunciones, que enterraremos sin penas ni glorias, para evitar que la muerte se crea dueña de los mortuorios, y nos dejes sin aliento ni recursos para atender a tantos enfermos sin tener cama para tanta gente.

Hoy, donde a pesar de un toque de queda, de pocas horas, por salvaguardar la salud, no son pocos los que se conglomeran en cualquier evento y esquina, a burlarse no solo del mal, también de las autoridades,  que teme a la indisciplina de la gente, más que a la muerte que ronda sin piedad entre ellos mismos sin querer reconocerlo. En mi apreciación, no son más los enfermos, porque el mal llego por avión, y aún no ha aterrizado en los barrios más poblados, donde desdeñan el orden y se cenan la disciplina. Cuando suceda, y sé que sucederá, se desencadenaran muchos eventos fatídicos, que el gobierno tendrás que tomar las cosas con mayor rigor, y la cuarentena se tendrás que convertir en centenas, para contener el mal.

En lo particular, no me preocupa la muerte, porque todos en un momento tenemos que morir. Lo peor es como morir, y como terminar sin la tradición universal del dolor de la partida. Y más a los occidentales que nos han dicho que somos eternos y que los apegos nos hacen pretender que nunca vamos a morir. Es como vamos a quedar después de ver esfumarse nuestros familiares y amigos y no poder decirle el último adiós, o abrazar y ofrecer nuestros hombros a la viuda, al hermano al padre etc. para que alivie su dolor.

Hoy añoro mis amigos, mis familiares, mis vecinos, hoy sabemos cuánto valen, y que bueno, que algo nos deje de enseñanza lo que tan mal nos está tratando. Hoy valoro más los muchos encuentros que hemos hechos, pero  lamento también  los que perdimos, por estar ocupados en cosas que hoy no nos sirven para sanarnos, o mantenernos alejado del mal.

Esta Historia continuara y espero contársela yo mismo…