El PLD tiene en escena a 11 actores políticos que se "disputan" la candidatura presidencial hasta que el 6 de octubre haya un escogido.  Hay competencias entre unos y otros y alguna lesión habrá entre ellos, porque la competencia, cual sea, deja secuelas; pero esto es irrelevante ante el hecho de que estarán moviendo la marca de fábrica por todos los rincones del país, cada uno a su manera y en un lugar diferente cada vez.

La marca estará ocupando el espacio con promotores diferentes que compiten entre sí,  pero con la misma camiseta morada, cual sigue teniendo un valor considerable, muy por encima de cualquiera de los aspirantes,  según las encuestas.

Lo previsible, si se toman en cuenta estrategias del Danilismo en procesos anteriores, es que el actual vaya poniendo a cada quien en su justo lugar,  y todo termine polarizado entre dos contrincantes, entre los cuales,  el blanco "de la mayoría" es Leonel Fernández, según se deduce de lo que  dijo el presidente Danilo Medina en su discurso del 22 de julio, en el que anunció que no optará por la reelección.

Los de la oposición debemos valorar que la competencia hacia las primarias del 6 de octubre aporta beneficios al PLD. Porque mantiene la marca en movimiento diverso en el espacio político nacional; permite al Danilismo desarrollar una estrategia  de unir todo lo suyo en una envolvente frente a Leonel Fernández; le quita espacio a la posibilidad de división orgánica, en tanto el proceso regido por la JCE,  le da legitimidad al triunfo y por consiguiente a la derrota de cualquiera de los contendores, a los que, se les reduciría al mínimo la posibilidad de articular discursos y- o acciones que contravengan la voluntad expresada en las urnas.

Danilo Medina pone a todos los suyos a correr en competencia, en el propósito de unir en torno a cada quien lo poco o lo mucho que pudieran conquistar; garantiza la presencia ubicua de la marca, al tiempo que utiliza un mecanismo para dejar a casi todos felices por haber tenido la oportunidad de participar y darle a las bases la potestad de decidir su suerte. A fin de cuentas, algo ganarán, así no sea la candidatura.

La disputa en torno a si se abría la posibilidad a una repostulación inmediata del presidente, afirmó dos bandos esenciales en el PLD, por lo que hubo entre otras cosas, dos ruedas de prensa enfrentadas, la de los del Comité Político Danilista el día 8 de julio, y la de los del Leonelismo, al día siguiente.

El discurso aludido del 22 de julio del presidente Danilo Medina estableció un contexto claro en el PLD: hay una " mayoría” que, por demás, está en el gobierno y de la que hacen parte muchos de los precandidatos; y una “minoría”, que la atribuyó a Leonel Fernández.

Esta realidad es la esencia del peledeísmo en este momento histórico, aunque además de Leonel Fernández compitan otros por la candidatura presidencial.  Los más de los restantes, son el Danilismo en acción, montados en una estrategia de mover la marca morada, unir lo propio en un movimiento diverso y envolvente; y enfrentar a Leonel Fernández en el propósito de derrotarlo y dejarlo sin la opción de poder ser candidato; y si no, llevarlo a una negociación que le ate las manos frente a los danilistas, que son el gobierno, y no debe olvidarse nunca la importancia de este factor para ganar o perder elecciones.

Para eso, la mayoría de los contendores a Leonel Fernández son Sargentos Políticos,  habilitados material y políticamente, mejor si  son precandidatos,  para mover votantes hacia donde convenga.

Al final, quedará establecida  la marca de la fábrica de  presidentes.

Especialistas en asuntos de construir marcas, "branding político", le llaman en  comunicación política de ahora; han concluido en que tan difícil es instalar una marca en el imaginario popular, como desmontarla de este.

Así las cosas, es y ha sido cuestión importante, centrar la atención en echar abajo la fábrica,  al PLD.  El discurso y la práctica de la oposición debe dirigirse a desmontar el modelo PLD, más que a descalificar a sus precandidatos.