Países de  Occidente han sido víctimas en los últimos años de crueles muestras de intolerancia por parte de grupos fanáticos musulmanes que han culminado en actos lamentables de violencia. Algunas han sido provocadas por expresiones propias del ejercicio de la libertad y no están ligadas a conflictos de carácter bélico, como la guerra en Irak o el enfrentamiento de judíos y palestinos en el Medio Oriente.

Numerosos diarios de esta parte del mundo en su momento publicaron editoriales para expresar su horror ante la “fatwa”, sentencia de muerte, con que los imanes iraníes condenaron al escritor británico de origen hindú, Salman Rusdhie, por la publicación del libro “Los versos satánicos”, considerado como ofensivo al profeta Mahoma. La sentencia ordenaba a los musulmanes darle muerte donde quiera que el escritor se encontrara. La orden era también extensible a los editores responsables de la publicación. Rusdhie vivió escondido durante años y en un vano intento por aplacar el furor de los líderes musulmanes expresó su arrepentimiento por el libro, lo que no le sirvió de mucho.

La publicación posterior de caricaturas del profeta por diarios daneses y noruegos desató olas de protestas y quemas de embajadas en países musulmanes  y amenazas de violencia aún más radicales. También le tocó su turno a Alemania, donde el miedo a las reacciones de esos grupos canceló  hace años la presentación de una ópera de Mozart, “Idomeneo”, en el Teatro de Berlín, por una escena en la que aparece la cabeza sangrante de Mahoma, con la de Cristo, Neptuno y Buda. Esta obra data de enero de 1781 y está basada en un texto  sobre la guerra de Troya, que mezcla mitos y realidades. El personaje que da el nombre a la ópera es un rey de Creta que durante una tempestad le pide a Neptuno que evite una catástrofe a cambio de sacrificar a la primera persona que encuentre en la costa, que resulta ser su hijo Idamante.