Es extraña y a la vez sospechosa la rapidez con que el Presidente de República Dominicana, Danilo Medina, destituyó al director de la Oficina para el Reordenamiento del Tránsito (Opret), ingeniero Diandino Peña, ante la denuncia-entrevista que a través del espacio televisivo El Informe hiciera la periodista Alicia Ortega.
La denuncia documentada de Ortega estaba basada en que el ingeniero Peña, en su declaración de bienes patrimoniales, no incluyó las empresas multimillonarias que posee, siendo esto una falsedad y violación a la Ley.
Según la declaración jurada de patrimonio, Peña certificó que no poseía bienes inmuebles, ni vehículos de motor, ni bienes suntuarios, ni certificados de inversión, ni capital invertido, ni ingresos de otros tipos, solo su sueldo de $160 mil pesos mensuales como director de la Opret.
Sin embargo, la investigación realizada, que Ortega insiste le tomó nueve meses, arojó que el ahora ex funcionario es propietario de 28 empresas multimillonarias, incluyendo 15 offshore (en el exterior).
Ante el caso denunciado, el Presidente Medina reaccionó cancelando en menos de 48 horas (posterior a la denuncia) a Diandino Peña como director de la Opret, como si fuera el primer caso de corrupción administrativa dado a conocer por un medio de comunicación contra un funcionario del Gobierno.
El Jefe del Estado actuó como si estuviera haciendo honor a sus palabras emitidas en el 2012 ante el Congreso Nacional, de que destituiría de inmediato de la administración a todo aquel que cometiera un acto doloso y que fuera denunciado por el “rumor público”.
Luego de cinco años de gobierno en la que “el rumor público” se ha “desgalillado” denunciando actos de corrupción administrativa de funcionarios ligados a su gobierno, Medina se ha hecho el sordo, el mudo y el ciego, para no actuar en consecuencia.
En el más reciente caso que ha escandalizado al mundo, como lo ha sido el de Odebrecht, y en el que se ha rumorado que su gobierno está seriamente involucrado, al igual que otros en el Caribe, Centro y Suramérica, el gobernante dominicano aún no ha emitido una sola palabra al respecto que libere de culpa su administración.
Con la destitución de Diandino Peña hay otro mensaje político oculto que solo el tiempo dirá la verdadera razón de la actitud accionada, como sucedió con el caso de la fuerte denuncia que hiciera el ahora ex convicto Quirino Ernesto Paulino y que afectó seriamente la imagen política de Leonel Fernández, previo a las elecciones de 2016.
Por qué el Presidente Medina, demostrando honestidad y coherencia de sus acciones ante hechos dolosos de sus subalternos, no tuvo ni ha tenido todavía una reacción drástica y rápida como lo hizo ahora ante la afirmación de su ministro de Interior y Policía, Carlos Amarante Baret, quien en un programa de televisión afirmó que las conversaciones telefónicas de los opositores son escuchadas por el Gobierno, sin autorización de un juez competente violando con ello los derechos constitucionales de los ciudadanos?
Por qué no fue destituido de inmediato este funcionario peledeísta, que pertenece a su grupo político dentro del Partido de la Liberación Dominicana?
Por qué no lo hizo también con Euclides Gutiérrez Félix, quien admitió públicamente que no paga los servicios de energía eléctrica consumida en sus propiedades porque no le da la gana, siendo otro de sus funcionario de su gobierno? Por qué Medina ha enmudecido ante los sonados casos de Bahía de las Águilas y Punta Catalina?
Por qué no ha reaccionado ante los funcionarios de su gobierno que no han declarado sus bienes como lo establece la ley, o investiga si los que lo han hecho han dicho realidad o falsedad, como el caso de Diandino?
Estas interrogantes me obligan a darle cierta credibilidad al destituido Diandino Peña, cuando afirma con sus dudas razonables de que alguien de manera interesada ayudó a Alicia Ortega a obtener tantas informaciones personales de un hombre tan protegido económicamente, y con una influencia tan alta en lo político, que era incapaz de ser tocado ni por un mosquito, por ser uno de los tantos “blindados” del ex presidente Leonel Fernández.
Es extraño ver cómo el poderoso zar de las construcciones del Metro de Santo Domingo y otros mega proyectos que dieron lugar a la idea del ex presidente Fernández de hacer de Santo Domingo un “Nueva York chiquito” ha caído repentinamente en desgracia.
Alicia Ortega tiene capacidad investigativa como cualquier periodista profesional, es inteligente y astuta, entre otras facultades que le ayudan a lograr su objetivo. Ha demostrado coraje y pericia. Pero si no tiene el apoyo de una buena fuente que le suministre las informaciones que necesita para la elaboración de una buena historia, le será difícil completar con datos probatorios el reporte o la investigación planteada.
De lo contrario, tendrá que especular como generalmente se hace, para provocar reacciones de los afectados o lograr que las autoridades inicien una investigación exhaustiva para encontrar las pruebas de lo denunciado.
En los gobiernos del PLD los actos de corrupción se manejan con mucho hermetismo. Cierto es que hay muchas pruebas documentadas que revelan monstruosidades que van en contra de la pulcritud. Pero esos documentos por necesidad, como no pueden ser destruidos, son conservados en bóvedas impermeables, a prueba de fuego e inviolables por extraños.
Diandino Peña, uno de los pupilos protegidos por Leonel Fernández asegura que detrás de esa denuncia con documentos probatorios hay manos ocultas. De ser cierto, esas manos están en el gobierno de Danilo Medina.
Esas manos ocultas siempre existen y existirán como “fuentes de entero crédito” para todos los periodistas y medios de comunicación. Esas fuentes generalmente son personas que, desde el anonimato, combaten a un adversario político, económico o dentro de las Fuerzas Armadas, porque no tienen otra forma de hacerlo con éxito de forma independiente por el poder o superioridad que ostenta la persona denunciada.
Por lo tanto, se valen de periodistas amigos con alto rango de credibilidad o influencia publicitaria para denunciar el caso.
Recientemente, Leonel regresó al país de una gira política-diplomática personal por Centroamérica, donde de forma inteligente proyectó con mucha sutileza sus propósitos de regresar al poder en el 2020.
Y el mejor saludo de bienvenida se lo acaba de dar el Gobierno de su archirrival político dentro del partido morado: Danilo Medina, aceptando como buena y válida la denuncia de corrupción que publicara Alicia Ortega en su programa El Informe.
Para la destitución de Diandino Peña, al Presidente Medina de repente se le quitó la sordera y le regresó la visión, pero aún no ha podido hablar, aunque ya está recibiendo terapia para ese paso.
Confirmado el hecho, falta completar la obra por parte de la Fiscalía: que el Ministerio Público lleve a Diandino Peña a los tribunales por evasión de impuestos, entre otros delitos, para que responda sobre la denuncia, y de ser condenado (cosa muy remota) obligarlo a que devuelva en pesos y dólares lo que mañosamente ha ocultado y que le corresponden al Estado.