El que tiene los recursos marcha a la delantera, pero también carga con las consecuencias.
Y la está cargando, porque todos los dominicanos ven en la acción gubernamental para enfrentar el coronavirus, una alta dosis de politiquería, donde su candidato tampoco pierde oportunidad para el proselitismo usando el dinero público.
Y para colmo de los colmos, comienzan las compras fraudulentas de materiales médicos sin importarle el momento dramático, trágico y catastrófico que vive el país. Son gente sin corazón que representan lo peor de esta sociedad.
La oposición, sin embargo, solo puede recomendar, proponer, dar ideas y ayudar con sus limitados recursos en la compra de kits para las pruebas rápidas del coronavirus, alimentos y otros materiales médicos como prometió el candidato del PRM Luis Abinader, quien le ha pedido al gobierno unir esfuerzos en esta titánica lucha.
En respuesta, el oficialismo no ha tenido la delicadeza ni de dar las gracias por esas ofertas. Hasta rechazó la propuesta del candidato presidencial del PRM de instalar un hospital provisional en SFM.
Desde el presidente hasta su más encumbrados ministros y asesores lo ven todo desde la óptica política y creen que ellos solo van a poder luchar contra una enfermedad que supera sus posibilidades y recursos. Por eso meten tanto la pata.
Veamos algunos ejemplos:
- Las autoridades sanitarias creyeron que una vez cortada la entrada de extranjeros al país el virus se controlaría y perdieron un tiempo que valía oro para prepararse mejor a lo que se veía venir más adelante. Eso lo advirtió el Dr. Jesús Feris Iglesia, pero no le hicieron caso.
- Se cuestionó seriamente el hecho de que solo el Laboratorio Nacional hiciera las pruebas, cuando debió incluir a los laboratorios privados, lo que retraso que cientos de personas contaminadas fueran identificadas y aisladas de inmediato.
- Después, pasaron por alto que las pruebas en laboratorios privados costaban mas de 6 mil pesos lo que se convirtió en un privilegio para los que tenían recursos para pagarla. Así, una inmensa cantidad de gente pobre, con síntomas del coronavirus, no pudieron hacerse las pruebas.
- La improvisación y pérdida de tiempo ocasionó una tremenda escasez de materiales de protección para el personal médico, enfermeras y paramédico lo que aun sigue siendo uno de los mayores problemas del sistema de salud. Hay pueblos donde los hospitales no cuentan ni con gaza para atender a los heridos.
- Tampoco habilitaron con tiempo nuevos centros de salud con suficiente camas y aparatos respiratorios para atender a los pacientes, dejando a muchos en sus casas que contagiaban a otras personas.
- Para colmo cuando ya el virus se hizo comunitario, el gobierno empezó a repartir alimentos en camiones del plan social de la presidencia aglutinando a miles de personas en busca de una fundita de comida que apenas daba para un precario almuerzo. Fue un espectáculo realmente vergonzoso, como lo fue y lo sigue siendo, el gasto publicitario resaltando las obras del gobierno en plena crisis económica.
- Y sobre la cuarentena, hay cierto relajamiento en su cumplimiento y a menudo se ven en las redes sociales barrios haciendo celebraciones y reuniones sociales en las noches.
En cuanto al paquete económico anunciado por el gobierno, que asigna fondos especiales por 32 mil millones de pesos para la asistencia alimenticia a los pobres y cubrir con un salario mínimo a personas con riesgo de perder su empleo, nos parece una cifra apenas suficiente si pensamos que un 25% de ese monto se tendrá que dedicar al sector salud. Porque contener el virus es la prioridad.
Lo que resta del dinero (RD$24 mil millones) servirá para un mes de asistencia salarial (salario mínimo) y alimenticia vía comer es primero, a unos 2 millones de personas dejando a otros 2.5 millones de trabajadores (formales e informales) a las buenas de Dios.
Pero todo se está yendo por la borda.
En referencia a FASE (Fondo de Asistencia Solidaria al Empleado) CODOPYME declaró que este programa no es ágil, no es amigable y es muy difícil de implementar por parte de las Mypimes. Además, es confuso y excluyente, poniendo a cientos de miles de pequeños y medianos negocios al borde de la desesperación y el riesgo de cerrar sus operaciones definidamente.
Esto apenas está comenzando y falta mucho para aplanar esa curva ascendente de la pandemia, lo que implica alargar por más tiempo el periodo de recesión de la economía, sin obviar lo que se nos viene encima del exterior.
Aún hay tiempo para integrar a todos los sectores, sin importar preferencias políticas, en esta emergencia nacional. Podemos hacer las cosas mucho mejor, más transparente y evitar que se cometan tantos errores.
También salvaríamos muchas vidas que se pierden por la improvisación, el descuido y la maldita politiquería oficial, corrompida hasta la médula.