La eugenesia es, por naturaleza, no compatible en su versión fascista con el pensamiento igualitario, democrático y socialista.

En sus orígenes, sin embargo, la eugenesia fue concebida, en los países asiáticos, como una protección al desarrollo intrauterino con calidad para evitar malformaciones en los embriones y los fetos en los estados de embarazo. Fue aplicado como un procedimiento preventivo.

En las sociedades orientales, el taoísmo establecía medidas preventivas para evitar la teratogénesis: “Tras la concepción, las mujeres de la antigua China seguían un riguroso régimen de cuidados eugenésicos. Se estudiaban dietas especiales para reforzar los huesos, la sangre y otros elementos vitales de la madre y del embrión en desarrollo. Se aconsejaba a las mujeres que procurasen evitar todo esfuerzo físico y, más importante, la tensión emocional. Las emociones intensas como el pesar o la cólera producen importantes efectos perturbadores en el sistema energético de la mujer embarazada, y estos efectos nocivos se transmiten directamente al feto.

Las mujeres embarazadas procuraban contemplar siempre objetos hermosos y escuchar sonidos deleitables a fin de armonizar su espíritu, lo cual, gracias a la triple red de esencia-energía-espíritu, tiende a calmar al feto. Hoy en día, en Occidente resulta habitual ver mujeres en avanzado estado de gestación que fuman cigarrillos, toman café y bebidas alcohólicas, consumen “comida basura”, conducen por entre un intenso tráfico y hacen otras cosas que literalmente “contaminan” al bebé en desarrollo. No es de extrañar que los defectos congénitos vayan en aumento en todo Occidente, a pesar de “las maravillas de la medicina moderna”.[1]

En cambio, en los antiguos países occidentales guerreros, como Roma, Grecia, Esparta y en Persia, la eugenesia fue un método para deshacerse de los niños nacidos débiles o deformados.

En la antigua Grecia, en los casos de nacer con deformaciones, el bebé era arrojado fuera del hogar en el monte para que fuera devorado por los animales o recogido y adoptado por alguna familia condoliente.

En Roma no se decía que un ciudadano tenía un hijo, sino que lo tomaba o acogía. El padre inmediatamente después de nacido su hijo, debía levantarlo del suelo, donde lo había depositado la comadrona, para tomarlo en brazos y manifestar así que lo reconoce como suyo y rehusaba a exponerlo. La criatura a la que su padre no levantaba, por ser deforme, se vería expuesto ante la puerta de un domicilio o en algún basurero público y lo podía recoger quien lo deseara. También era práctica usual exponer o ahogar a los niños malformados, bajo el criterio de "Hay que separar lo bueno de lo que no sirve para nada" como postulaba Séneca.[2]

También en Roma los arrojaban a un despeñadero. Esta práctica eugenésica que hemos descrito más arriba, era diferente a la asumida por los pobres que abandonaban los hijos que no podían criar.

La infancia del espartano era muy dura, constantemente eran sometidos a pruebas, con el objetivo de conseguir los mejores soldados. Recién nacidos, se les examinaba meticulosamente, y si poseían alguna malformación se les  despeñaba desde el monte Taigeto.

Los niños sanos vivían hasta los siete años con sus padres. Luego, el Estado se hacía cargo de los varones, haciendo hincapié en liberarlos de los miedos infantiles, la oscuridad, la soledad y las supersticiones.[3]

El fascismo hitleriano asumió las posiciones eugenésicas de los antiguos pueblos guerreros, y las llevó a un nivel de aplicación política e ideológica como parte integral de su doctrina de convertir la raza aria como una etnia superior, al tiempo que rebajó la condición de los judíos, los negros y otras razas a un nivel inferior.

Estableció una política neodarwinista en la que sometía a sacrificio a los niños nacidos con malformaciones, a los homosexuales, pedófilos, delincuentes, enfermos mentales, discapacitados físicos, dementes y judaístas. Contó, para ello, con el apoyo de médicos, psiquiatras, pedagogos y filósofos, entre los cuales destacan, por su renombre, Alfred Rosemberg y Martin Heidegger.

Esta política eugenésica es de naturaleza criminal, puesto que ya había nacido el bebe; y no puede ser comparada con la realización de un aborto que busca evitar que seres teratogénico, algunos con enancefalias y otras mal formaciones graves que convierten el producto en un vegetal de naturaleza improductiva.

El Estado no puede obligar a que una familia tenga esta carga, que haría su vida insoportable y angustiada y que le impediría, en los casos de las familias mas pobres, poder realizar, sobre todo la mujer, una vida de estudios y producción.

Estas son las razones por las cuales no se puede obligar a no interrumpir un embarazo que hoy contamos con la capacidad tecnológica de tipo médica para establecer con anterioridad cual será el resultado de esa criatura por nacer.

[1] David Reid, 1989, El tao de la salud, el sexo y la larga vida, Edic. Urano, p.337).

[2] (http: //www. cienciapopular.com/historia-y-arqueología/ espartanos)

[3] (http://www.cienciapopular.com/historia-y-arqueologia/espartanos)

 

Santo Domingo, D.N., 25 de julio 2016