Las "maravillas" que suceden en nuestro país no sorprenden a nadie, pues nuestra historia ha impuesto callosidades indeseables en nuestra percepción. Aun padeciendo de esa aflicción, no me canso de recriminar a sectores de nuestra sociedad que se lucran del pueblo y ejercen de manera sistemática presiones coyunturales beneficiando a solo unos pocos.
Los sindicalistas del sector transporte son una de las pruebas más fehacientes de esta práctica. Utilizando a sus miembros, que junto al obrero y el estudiantado son los más afectados por sus paros laborales, los cuasi-líderes de estos sindicatos atentan con hacer tambalear el frágil marco económico por el cual nuestro país atraviesa. En realidad, ellos, al igual que todos los dominicanos, deben exigir sus derechos, pero también deben correr con las responsabilidades que conlleva representar este a importante sector.
Desafortunadamente, este gremio a optado por utilizar la actual crisis para ejercer presión sobre el gobierno. Esa acción no sería reprochable si la finalidad fuera la implementación de medidas que asistan de manera directa a la solución de problemas en ese sector a largo plazo. Empero, las demandas echas por los sindicalistas no dejan lugar a dudas sobre la intención de beneficiarse de forma inmediata y sin ningún análisis de cara a las realidades económicas enfrentadas por la nación.
La historia en nuestro país ha demostrado que tanto el subsidio del combustible como las facilidades para la importación de vehículos han sido foco de malversación y enriquecimiento de unos cuantos en el sector transporte. Medidas como estas no solo propician la fuga de fondos públicos, también, a la larga, no representan una solución duradera a los problemas que aquejan a ese importante sector ni a nuestra sociedad.
Esa actitud irresponsable no deja de subrayar el errado accionar del sector transporte, que aun cuando todos estamos sintiendo los embates del encarecimiento de los precios del petróleo, parece creer que ellos son los únicos y mayores afectados. Y mientras hacen sus demandas, lo que brilla por su ausencia es el tema del costo del pasaje, el cual pudiera disminuir de manera proporcional según los beneficios obtenidos.
El llamado es para esos cuasi-líderes, sindicalistas por definición pero que accionan como empresarios privados, a transparentar sus reclamos. La ética y el apego a los valores sociales deben primar en ese sector para que todos ganemos. De otro modo, y mientras el gobierno y el sector transporte se ponen de acuerdo, seguiremos sufriendo de las mismas dolencias.