Si el presidente Danilo Medina y su equipo de gobierno no vienen a repetir el aprovechamiento de la construcción de obras civiles para enriquecerse personalmente y como grupo, no tiene sentido que se mantengan estructuras que se ha evidenciado que son duplicidades utilizadas como mecanismos la corrupción.

Por un optimismo inconmovible, he escrito que espero que Medina haga un gobierno decente, respetuoso de la institucionalidad y estimulante de la justicia en un país que como República Dominicana tiene una deuda social inmensa aunque haya una nueva élite aliada a la oligarquía tradicional que ha acumulado riquezas por la pervivencia de prácticas corruptas y el clientelismo político para legitimar los poderes.

La única forma de mantener esa esperanza es que haya acciones de fondo en la práctica gubernamental y que ante las denuncias de corrupción la justicia actúe con apego a las leyes, a la Constitución y a los procedimientos propios de una sociedad democrática que aspira a ser transparente.

Es saludable que Medina haya reducido casi a la nada el dispositivo que se montaba innecesariamente rodeando al Presidente hasta el día que él asumió las riendas del gobierno: despliegue de tropas militares pasando hambre en todos los cruces y puentes entre la Capital y otros puntos del país para ir a inaugurar una obra pública en la que el mandatario viaja en helicóptero al igual que la mayoría de los funcionarios. Eso era una locura que felizmente ya no se ve.

Igualmente es saludable que las escuelas que está construyendo el gobierno para mejorar la educación se asignen por concurso y no se les entreguen graciosamente a las empresas de los mismos funcionarios que deben supervisar su óptima edificación.

Ahora, si las cosas se piensan hacer conforme a la institucionalidad y la transparencia, ¿por qué y para qué mantener un elefante como la Oficina Supervisora de Obras del Estado? ¿Acaso se puede seguir con la dualidad de que existe un Ministerio de Obras Públicas –previsto en la Constitución- con el paralelo de la Supervisora que no lo es pero que dispone de más fondos que la mayoría de los ministerios constitucionales?

Esa Oficina Supervisora construye de todo por mandato directo del presidente: acueductos, carreteras, templos católicos, edificios culturales, parqueos… en una duplicidad inexplicable si no existieran escándalos reiterados sobre cómo construye y hasta cómo se obtienen los financiamientos en el país y en el exterior.

Eliminar la tristemente célebre Oficina Supervisora sería una acción inequívoca de vocación por la institucionalidad y de superación de una estela de irregularidades como las obras sobrevaluadas y peor construidas, los préstamos inconstitucionales como los negociados a través de la Sun Land, entre otros.

Igual debe hacerse, pero ya, con la media docena de “instituciones” que intervienen en el “ordenamiento” del transporte terrestre, las que pese a la gran cantidad de jefes que tienen, el caos es cada vez mayor tanto en la ciudad de Santo Domingo como en las rutas interurbanas del país.

Una solución sería especializar un viceministerio de Obras Públicas para que con una empleomanía contratada por su capacidad técnica, asuma su rol preventivo, regulador y represivo para que en este país la gente pueda desplazarse por carreteras, avenidas y calles con un mínimo de orden y respeto.

Lo que sí necesita este país y ojalá el gobierno de Medina tome la iniciativa de hacerlo, es crear un viceministerio de Mantenimiento de Obras que se encargue de evitar el deterioro de oficinas públicas, escuelas, hospitales, cuarteles militares y de la Policía, carreteras, calles, avenidas, caminos vecinales, acueductos, alcantarillado, puentes, cárceles, asilos, puertos, aeropuertos, mercados y cementerios.

Una unidad de este tipo podría ahorrar miles de millones de pesos al Estado cada año evitando que el deterioro total de una obra obligue a construir una nueva, cuando con un mantenimiento periódico a un costo mínimo, se prolonga la durabilidad de la misma.

Otro factor de ahorro es que ese viceministerio podría comprar –por concurso, naturalmente- grandes cantidades de materiales de reemplazo a costos mucho más bajos que los que tienen que pagar individualmente todos los ministerios y entidades descentralizadas actualmente para hacer reparaciones menores. No es lo mismo comprar cinco rollos de alambre de púas para cercar una escuela rural que comprar 10,000 rollos de alambre para suplir las necesidades de un año y para toda obra que lo requiera.

Sería conveniente –siempre que se esté pensando es favorecer a este pueblo y no aprovecharse para estafarlo- que este viceministerio cuente con unidades de personal técnico multidisciplinario, especializadas en diferentes ramas de mantenimiento, como serían plomeros, electricistas, soldadores, ebanistas, carpinteros, albañiles, pintores, fontaneros, entre otros, los que se desplegarían hacia cualquier punto del país en talleres móviles a dar pronta solución a cualquier problema existente en una obra pública.

La experiencia de los Comedores Económicos del Estado, que abastece todas sus instalaciones y cárceles en el país (y mostró eficiencia en Haití durante el terremoto de 2010) es un ejemplo de que una estructura como la que propongo puede funcionar muy bien.

Eliminar todas las estructuras burocráticas duplicadas, botar a quienes no hacen nada útil pero cobran un cheque y recuperar el personal capaz de ser empleado en estas unidades, sería una opción plausible para aprovechar mejor los ingresos del gobierno obtenidos de la población a fuerza de pagar tantos impuestos directos e indirectos (pero ineludibles).

Mientras existan todas las duplicidades de entidades destinadas a dar servicio y no resuelvan nada, la intención del gobierno no está clara en materia de combate a la corrupción, prácticas transparentes e impulso a la justicia.

@FelipeCiprianp