La teoría y la estética del cine se complementan en un diálogo epistémico y explicativo de vertientes e ideas visibles, a partir del lenguaje cinematográfico. La visión que nace desde la teoría hacia la estética del cine y viceversa va más allá de lo que concentra el evento o los eventos que dan lugar a una producción propiamente cinematográfica, siendo así que el pensamiento que surge de una acción o un proyecto cinematográfico desarrolla una finalidad estética y teorética parcial de las reales prácticas y oficios cinematográficos, tal y como se puede observar en productos como Casablanca, Sin City, Érase una vez en América, Érase una vez en México e Indiana Jones, entre otros.

De ahí que tanto la teoría como la estética y la psicología del cine se desarrollan a partir del pensamiento de directores, psicólogos, guionistas, productores, actores y directores de cine. Los principios teóricos y estéticos  del cine se forjaron y empezaron a desarrollarse en la primera década del siglo XX, cuando algunos visionarios, estudiosos de la psicología de la imagen, arquitectos, maestros de artes visuales, directores de teatro, ópera y pensadores empezaron a formular desde el dadaísmo y el constructivismo las capacidades de la imagen en movimiento.

La misma estética de películas como El gabinete del doctor Caligari y de Nosferatu, indican el movimiento intencional sobre los principios estéticos y teóricos del cine que iban a reforzar la idea de que el descubrimiento de los hermanos Lumiére se convertiría en un arte de masas; algo que hizo posible una reflexión estética y teórica en torno al cine, sus fundamentos y principios.

Más tarde el psicólogo Rudolf Arnheim publicaría su obra  titulada El cine como arte y una obra maestra en cuanto al arte y la percepción visual que influyó en el marco de la comunicación, percepción y cognición como relación necesaria para percibir o leer las imágenes visuales y sus correspondencias de contexto.(Ver, Arte y percepción visual, Ed. Alianza-Forma, Madrid, 1979).

Arnheim se trasladó a los Estados Unidos donde trabajó en laboratorios experimentales de psicología cognoscitiva y artística, desarrollando experiencias significativas en cuanto al cine, la imagen estática y los núcleos cinéticos que para los años 30, 40 y 50 se extendieron como praxis, programas de trabajo artístico y cardinales cinematográficas.

Los lineamentos estéticos del cine iban a cobrar cierto valor a partir de una obra pionera y experimental en torno a la imagen en movimiento y a los territorios de la memoria y la percepción. La nueva imagen de Laszlo Moholy-Nagy fue la propuesta de un profesor de la Bauhaus que experimentó las perspectivas del cine y la fotografía, pero también de la animación artística llevada a cabo como práctica y proceso en los famosos cursos de  dicha escuela.

Se reconocen y estimulan en el marco de la estética y la teoría del cine los procesos sobre la creación, sus procedimientos y las concepciones de un quehacer asumido como línea de trabajo y como cuerpo de representación; todo lo cual remite a una experiencia donde los sentidos orientan el producto surgente de la percepción visual o estético-artística del cine. (Ver, en este sentido, Jean Mitry: Estética y Psicología del cine, Vols. I y II).

Los mismos planteamientos teóricos y estéticos se negocian a la hora de consolidar, asumir y propiciar las mediaciones dinámicas y estéticas en cuyo trazado existe una línea de organización puntualizada en las obras de referencia cinematográfica.

Las capas que abarca el examen teórico del cine implican una selección de temas y detalles que alcanzan su valor en las nuevas visiones estéticas del cine. A partir del pensamiento de directores, guionistas, fotógrafos, editores, críticos e historiadores de cine, encontramos niveles y grados de relación que surgen de la institución cinematográfica; de tal manera que las mediaciones y percepciones surgentes del fenómeno en cuestión aspiran a profundizar los núcleos, cardinales y preguntas en torno al cine como arte y práctica experimental.