Una historia funciona como mito cuando el creyente piensa que el relato dice la verdad y, por tanto, lo considera real.  Este marco puede ser válido aun cuando se trate de normas jurídicas o valores éticos, es perfectamente comprensible; para esto solo basta ser creyente.

La Modernidad hizo surgir la dominación de la ética neoliberal, su dominio que tiene el progreso infinito como mito fundante, se constituyó en una cuasi-religión.  Esta ética se construye a partir del mercado como institución sagrada, una divinidad cuyo funcionamiento perfecto realiza automáticamente el interés general.

Junto a la sacralización del mercado se construyen ficciones; que son necesarias para garantizar la preeminencia de mitos como el del crecimiento económico infinito y en este punto encajan las leyendas tejidas alrededor de la estabilidad macroeconómica.

La “estabilidad macroeconómica”, (la realidad económica es única, no puede desdoblarse en micro y macro, más allá de fines didácticos), no es buena o mala en sí misma, el problema se genera con el mito del crecimiento infinito, a partir del cual que se elaboran imaginarios; que luego entran en conflicto con la realidad, y atentan contra el bienestar y la vida de las personas.

La estabilidad macroeconómica es “necesaria” para el crecimiento económico. Esa estabilidad es el argumento que se esgrime detrás de los ajustes económicos, y en su nombre se demoniza cualquier otra posición o argumento en contra.  También es usada como bálsamo para combatir cualquier tipo de resistencia: no importa que se llame reajuste salarial, rebaja de la canasta familiar, incremento de las pensiones, mayor cobertura de seguridad social, etc.

Según los informes de los organismos internacionales o los del Banco Central, Republica Dominicana goza de estabilidad macroeconómica y de un crecimiento envidiable para al resto de la región. Veamos algunas narraciones.

Se dice que existe “Estabilidad Macroeconómica” cuando no hay grandes variaciones en el nivel de producción, adecuado crecimiento económico, aceptable nivel de empleo, junto a baja inflación (variación de precios).  A esto se le añade la estabilidad financiera y cambiaria, sobre todo en un país con fuerte componente de productos importados.

El crecimiento económico se mide mediante el Producto Interno Bruto PIB, este alude a un aumento de la producción total de bienes y servicios de un país en relación con su población.  Según el informe del FMI: ¨la economía dominicana ha crecido a un ritmo del 7.0% desde el año 2014, superando a la mayoría de los países emergentes y a todos los países de las Américas[1].

La inflación controlada también es importante para un país.  La estabilidad de precios hace que las familias y las empresas mantengan su capacidad adquisitiva, es decir, que puedan comprar con un determinado monto de dinero la misma cantidad de productos.  Cuando suben los precios, y por tanto, lo que cuesta vivir. sin que aumenten los salarios, la capacidad adquisitiva y la vida de las personas se deteriora.  Según el informe del FMI el promedio de inflación subyacente durante 2016 fue de 1.75%, permaneciendo por debajo del rango de inflación del Banco Central por más de dos años.  La tasa de inflación durante el 2017 la prevé en 4.3% [2]

El Empleo es otra de las clave.  El pleno empleo es un ideal, es una utopía que toda la población, que puede y quiere, esté trabajando.  Por lo que un nivel bajo de desempleo se considera óptimo.  Siempre habrá alguien que no consiga trabajar.  Según el Fondo el empleo se ha incrementado en los últimos tres años, siendo la mayor parte de este empleo en el sector formal, mientras que la tasa de desempleo abierto se redujo de un máximo de 7.1% a 5.5 % en octubre del 2016, previéndola en 2017 en 5.7%[3].

La estabilidad financiera se considera uno de los factores principales que contribuyen al crecimiento económico de una nación, ya que la mayor parte de las transacciones importantes de la economía se hacen con el auxilio del sistema financiero.  A esto se le suma un bajo o cero déficit fiscal y de cuenta corriente, que en RD se redujo del 7% que se presentó entre los años 2010 al 2012 a un 1.4% en el año 2016, es el más bajo en 10 años.

Desde la base teórica neoclásica, puede deducirse que hay estabilidad macroeconómica y se refleja el crecimiento sostenido del producto interno, del empleo, inflación reducida y finanzas cercanas al equilibrio ingreso-gasto.

Esos párrafos ejemplifican todo un proceso de mitos y fábulas que han funcionado ambiguamente, muchas veces han justificado el aplastamiento de la gente común y legitimado su subordinación:  “no se puede poner en peligro la estabilidad, no se puede asustar la inversión extranjera, las alzas de salarios espantan y desestabilizan las empresas y generan desempleo; hay que rescatar bancos aunque sean estafadores y signifique un millón de nuevos pobres o endeudarse para que paguen las siguientes generaciones”, los argumentos son inagotables.

La comprensión de que se trata de una construcción mítica exige una revisión de lo que se esconde detrás de cada concepto, de cada mito secularizado, a fin de descomponer la continuidad de una leyenda que a fuerza de repetirla se hace resistente, y se convierte en altar para sacrificios humanos.  Pues donde aparece algo útil para el crecimiento económico se lo apropia destruyendo lo que se le antoja: seres humanos o naturaleza.

Son como verdades que pueblan nuestra sociedad y esas ficciones “justifican” la obediencia a su lógica “racional”; sobre esa base tiene que levantarse hoy un pensamiento que debe ser crítico frente a la práctica que capitula ante el pensamiento único: la necesidad de someternos a la ley del mercado como centro de la sociedad.  Mientras este se lleva por delante la sobrevivencia de la gente y la conservación de las fuentes de toda riqueza: la naturaleza y el propio ser humano.

Políticamente se usan las cifras de crecimiento económico del PIB y la estabilidad macroeconómica como indicadores positivos, como estamos bien, esto permite hablar de la lucha contra la pobreza en abstracto, mientras los pobres son mercancías para programas clientelares: tarjetas de solidaridad, bono luz, bono gas, y un largo etcétera.  Mientras se afectan las fuentes agua, se destruyen manglares, se contaminan ríos, se talan montañas, se desertifican predios, se edifican tierras agrícolas.  Mientras  se dan permisos de importación para alimentos que producimos aquí, se empobrecen comunidades completas.  La lista de ejemplos es larga.

La construcción se hace mítica, por tanto fetichista, a partir de elaboraciones que terminan en un lavado de cerebro, con su autorregulación que automáticamente asegura una tendencia al equilibrio.

La moraleja parece ser que esos indicadores están muy bien para técnicos y académicos, solo que no hablan de bienestar;  No se puede confundir estabilidad macroeconómica con resultados sociales, que son los que entienden y les importan a las personas.

Frente a los mitos del mercado, progreso o crecimiento infinito, es necesario recuperar las utopías que muestran las imágenes de una sociedad libre, justa, solidaria y reconciliada con la naturaleza.  Recuperar al sujeto que puede pensar alternativas posibles y actuar en esa dirección, en un campo fuera de las instituciones como el mercado, y sí dentro de la afirmación de la vida.

El país puede tener la mayor estabilidad y crecimiento del mundo, pero si eso no hace que las familias vivan mejor y felices, ¿De qué sirve?

[1] Dominican Republic: 2017 Article IV Consultation- Press Release; Staff Report; and Statement by the Executive Director for the Dominican Republic.  http://www.imf.org/en/Publications/CR/Issues/2017/08/16/Dominican-Republic-2017-Article-IV-Consultation-Press-Release-Staff-Report-and-Statement-by-45186

[2] IDEM.

[3] IDEM