En los ambientes sociales e intelectuales que merodeo siento un mundo lleno de infelicidad, de incertidumbre, de perplejidad y truncado de futuro prometedor de esperanza; la generación madura con que diálogo defraudada comenta acerca de los temas políticos, ideológicos y de principios éticos de que no hay salida posible. Me resisto a compartir su desesperanza contextual porque la humanidad en cada época de crisis ha vivido en peores condiciones de lo que hoy acontece; muestra fehaciente la Segunda Guerra Mundial y la destrucción de Europa, devastada por las bombas y las armas de todo calibre. Hoy Europa y la humanidad se resarce de los escombros de esa conflagración.
Suelen en tertulias acogerse a que las nuevas generaciones no poseen valores y que se entregan a un estilo life de vida marcado de vanidad, egocentrismo, libertinaje y hedonismo, sin apego al duro trabajo y a la buena administración de los bienes. Por tanto, entregado al festín, la sexualidad excéntrica e impactada por los mensajes de una publicidad que lo envuelve en mensajes negativos y deshumanizantes. La generación que se va, contempla la que viene con graves faltas e incapaz de sobrellevar los destinos de la sociedad , como a la familia, por el camino de la sobriedad, el progreso y los principios éticos necesarios en cada circunstancia histórica. Me niego a creer que las nuevas generaciones vayan a destrozar su propio mundo, su comunidad; simplemente no acatamos los nuevos valores en una situación social de transición, donde ellos son los actores de los emergentes procesos políticos, sociales, económicos y tecnológicos, prácticamente inseparable de geografía, cultura y distancia al pulse del dedo digital.
Cuando vengan los años esta crisis, que no es más que un paradigma social de los tiempos en términos globales, habrá sido superada como de hecho ha sucedido en muchos pueblos y periodos de la historia mundial; basta con hacer memoria de la grandeza y caída del Imperio Romano hace dos mil años; y de sus cenizas resurgieron como el ave fénix nuevos pueblos, nueva gobernanza y un sinfín de instituciones que pusieron normas y principios para la convivencia en sociedad. Ahí esta parte de Europa e Italia. Los actores provocan el cambio para asegurar la sobrevivencia y el bienestar en su propia condición socio- económica, segura de que si esto no sucediera todo pierden imponiéndose una situación de inseguridad y muerte. Y desde luego, que una vida feliz es disfrute, trabajo incansable y estudios permanentes, de donde cosecha sus frutos la sociedad.