En política, sucede como en las

Matemáticas, todo lo que no es correcto,

Está mal.

E.Kennedy.-

El hado cruel, cual enemigo mortal, se empecina en negarnos siquiera la esperanza de visualizar, aun sea en lontananza, esa ilusión a la cual nos consideramos merecedores, de ver el fin del accionar vacío y engañoso de nuestros dirigentes políticos. Y, no vaya nadie a encerrarnos en un objetivo determinado, malicioso o, a dirigir nuestra ilusión hacia el espectáculo ridículo, engañoso y de mal gusto como ese de la “elección” de las “Altas” e “imparciales” Cortes, no señor, eso no, porque además es un tema demasiado manido y, mucho menos, pretender hacer creer que dudamos de la honorabilidad o capacidad profesional de los “elegidos”, porque  hasta los “mamandos” conocen todo lo que subyace en las acciones politiqueras, hasta llegamos a creer cierto, aquello de que; “la política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa”.

El Otoño se acerca y no sabemos si el “Verde” se mantendrá o marchitará, ya que si sucede la primero, no habrá ráfaga de viento que nos lance al mar y, los lascivos arrebatos de bonhomía de estos personajes que ejercen la politiquería, dejaran de batirnos como veletas o como mansas ovejas hacia el “derricadero” electoral.

Esto lo decimos, porque hay delitos que ni los propios Dioses pueden pretender que permanecerán impunes y, quiérase o no, alguno de estos seres milagrosos tendrá que apiadarse de nuestra desdicha de estar o sentirse prisionero de los desmanes y ambiciones de una claque privilegiada, para la cual, hasta ahora, no existen leyes y mucho menos consecuencias por sus desgraciadas y malogradas acciones.

Porque sin tratar de alarmar a nadie, estas maquinarias políticas, todas, son maquinarias del terror moral, son maquinarias de aniquilamiento de los principios que adornan a la gran mayoría de este pueblo, en fin, son maquinarias infernales pero que lamentablemente son ellos los que escriben el día a día y por demás, también escriben la historia.

La esperanza de un mejor vivir; de poder tener reales derechos; de no estar perennemente agobiados por una insana inseguridad que nos mantiene en una agonía sin fin; de poder dormir tranquilos sin temor por los seres queridos que por alguna razón se encuentren en nuestras calles; poder desandar caminos sin el miedo que causa una bala perdida; a no poder reconocer quienes son las autoridades y quienes los bandidos, perdón, quise decir… ¡Funcionarios!, y es que nuestras esperanzas son simples, algo utópicas pero ilusiones al fin.

En tanto, nos mantienen mental, física e ideológicamente como si fuésemos zombis. Y lo mejor del caso, es que ahora todo es por “consenso”; “entrevistas”; pactos de colaboración y el eterno engaño oratorio para que este pueblo pendejo se considere “consultado” y por ende, con poder de decisión. Que son oídos y su parecer cuenta a la hora de decidir cuando son “ellos” y solo “ellos” quienes imponen su parecer, el cual, desde antes de las “consultas” ya tienen su decisión y no solo me refiero a las “Cortes” aquellas, no señor, porque lo hacen con todo y el pueblo solo asiste como un espectador cualquiera, sin valía alguna.

Por eso, aunque doloroso, como son todas aquellas verdades que encierran nuestro hasta ahora aciago discurrir desde que fuimos conquistados por los maleantes aquellos, comparto los criterios de una bien educada cabeza de un amigo, al decir que: “El político Dominicano, muy pocos tienen formación casera, han sido delincuentes clandestinos, que una vez llegan a donde hay oro se hacen dueño de la mina, y así, van dejando a sus proles, haciendo de ellos nidos de ratas y haciendo una concatenación de indolentes y de humanos insípidos”. Y no hay que poner ejemplos, porque sobran, más bien, con las excepciones altos conocidas es más que suficiente, sin lugar a dudas, así nomás. ¡Sí señor!