El origen de la mediocridad que impide el avance de la sociedad dominicana después de 52 años del ajusticiamiento de Rafael Trujillo debemos encontrarlo en su legado cultural, político, económico y religioso.  El legado económico de Trujillo transformó el capitalismo inicial del siglo XX en un capitalismo de estado. Los gobiernos neo-trujillistas heredaron un estado que era el principal empleador, a través de la administración de los ingenios del CEA y las industrias de CORDE.  La concentración de la riqueza y el poder político y la inmersión de la economía en la globalización neoliberal soltó las riendas a la corrupción que desmanteló el patrimonio nacional.

El golpe de estado de 1963 impidió que los planes de Reforma Agraria y de políticas sociales dirigidas a las clases desposeídas se ejecutaran.  Los tres partidos que gobernaron después de la guerra de abril de 1965 no crearon políticas de desarrollo para reducir la pobreza y la desigualdad social y reprimieron las iniciativas de cambios que buscaban conformar un movimiento popular unitario y contestatario.

A los asesinatos y encarcelamientos de los 12 años de Balaguer, siguieron políticas neo-liberales y represivas y la cooptación de líderes de izquierda. El neo-Trujillismo continuó con partidocracias y constituciones y leyes nominales, violadas con impunidad por quienes debían hacerlas cumplir.  El objetivo del Trujillismo despótico no cambió: mantenerse en el poder y enriquecerse, perpetuando  el status quo y  la injusticia social.

Este tipo de prolongada interacción entre gobernantes y gobernados, crea una cultura mediocre.  Se forja a través de décadas de corrupción con impunidad, y de mantener sistemas privados de servicios paralelos para las élites políticas, militares, empresariales y de una clase media reducida y estrangulada, mientras los sistemas públicos para las mayorías se dejan colapsar, y se comparte con el pueblo vecino, en peores condiciones de indigencia, pero con la ventaja para las élites de garantizar mano de obra aún más barata y más vulnerable a ser explotada y silenciada.

La exclusión social de las mayorías y el reinado de la mediocridad no es un tema exclusivo de República Dominicana.  Motivó el movimiento de los Indignados en el continente Europeo, particularmente en Grecia y España, países donde los efectos de la crisis financiera se han sentido con más rigor, y el del 99 por ciento en los Estados Unidos, país cada día más polarizado. Pero fue en la Primavera Árabe, y los conflictos por superar las divisiones religioso-ideológicas, donde la exclusión social ha sido más explosiva.

El español Antonio Fraguas De Pablos (Forges) explora las causas del status quo en España que caracteriza en su detallada descripción de la mediocridad.  Reflexión importante para tomar conciencia de nuestra participación en el tinglado que cual tela de araña está arropando a la humanidad y creando pobreza y exclusión en todo el planeta.  Así lo expresa Forges en su ensayo El triunfo de la mediocridad:

…Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo.


Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes, con una huelga general, o echándonos a la calle para protestar los unos contra los otros. 

Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel. 

Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre. Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente.

Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan, alguien cuya carrera política o profesional desconocemos por completo, si es que la hay. Tan solo porque son de los nuestros. 

Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre, reducidas al deporte, nos sirven para negar la evidencia.

– Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura.


– Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado

– Mediocre es un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada –cuando no robada impunemente- y la independencia sancionada.


– Mediocre es un país en cuyas instituciones públicas se encuentran dirigentes políticos que, en un 48 % de los casos, jamás ejercieron sus respectivas profesiones, pero que encontraron en la Política el más relevante modo de vida.


– Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad…[]

 

El espejo de España nos retrata, pero la situación es peor. El efecto no deseado de la mediocridad lleva décadas expulsando a los que rehúsan participar en ella.  Los que desean cumplir una ética profesional se frustran y buscan la realización de sus sueños de una vida profesional digna fuera del sector público controlado por políticos mediocres.

Unos emigran mientras otros forman mundos paralelos a través de ONGs para rendir servicios de salud y educación que requieren el pago de cuotas que la mayoría de la población no puede pagar.  Se crean oasis en que las clases privilegiadas y los hijos de los políticos logran niveles de calidad en la educación de sus hijos, frente al deterioro de la educación pública.

Pero la vida no puede vivirse en un oasis.  El caos vehicular y la violencia callejera arropa a todos.  El absurdo del teatro presentado por los abogados del PLD organizados en turbas para impedir que la querella de Guillermo Moreno fuese conocida en las cortes de justicia, impacta a todos.

Acciones como estas no tienen precedente en otros países mínimamente institucionalizados. En los Estados Unidos, el juez responsable los hubiese declarado in contempt of court, el crimen de deliberadamente no obedecer o respetar la autoridad de un tribunal o un órgano legislativo; y la asociación de abogados les hubiese anulado la licencia sacándolos de su profesión.

¿Cómo salir de la mediocridad?, ¿cómo romper la fragmentación de la sociedad en sectores con derechos adquiridos que violan los derechos de las poblaciones que deben servir, como son los pacientes en hospitales y el estudiantado en las escuelas?  La sociedad dominicana encierra la semilla del cambio en sus luchas por lograr su soberanía, donde los idearios han sido importantes para mantenerlas y crear conciencia en las generaciones posteriores.

El pueblo dominicano luchó tres veces por su independencia y muchas veces por mantenerse libre de los invasores extranjeros.  Tenemos idearios de nobleza y dignidad que son las narrativas que necesitamos poner frente al estudiantado.  Las ideas y motivaciones de nuestras luchas pasadas contienen el germen de inspiración de que si podemos.  Entre estos se destaca el ideario de Juan Pablo Duarte en el contexto de la segunda Independencia y el lanzamiento de la educación laica, científica y la Moral Social de Eugenio María de Hostos; iniciada durante el gobierno del héroe de la Restauración Gregorio Luperón en el último cuarto del siglo XIX.   No fue casualidad que Hostos fuera deportado por Ulises Hereaux, en 1888 y su método de enseñanza y Moral Social fuesen sacados de la escuela pública por Rafael Trujillo en  1933.

Recientemente, la esperanza se despertó con la movilización sistemática que acompañó la lucha por el 4 % del PIB para el presupuesto del Ministerio de Educación;  y con las movilizaciones de la juventud contra la corrupción y la impunidad y por el rechazo a la reforma fiscal, después de la elección de Danilo Medina.  Este se ha  negado a llevar a la justicia a los corruptos y ha transferido la deuda contraída para elegirlo presidente a toda la población.

Estos son movimientos unitarios, no-clasistas, que señalan el camino a seguir a corto plazo.  Pero a largo plazo, la única alternativa para salir de la pobreza, y construir una sociedad con justicia social es revolucionando el sistema de educación pública.

Necesitamos trabajar con las  Asociaciones de Padres, Madres, Tutores y Amigos de la Escuela para que monitoreen y demanden el despido de profesores  que no cumplen el calendario o el horario escolar.  De profesores que no asignan tareas o no las corrigen, y profesores que no están comprometidos con la enseñanza de sus hijos.  

Necesitamos que los estudiantes salgan a las calles a protestar cuando no están aprendiendo nada.

Necesitamos que cada estudiante tenga acceso a la enseñanza digital  y cada niño y niña lleve a su hogar una laptop XO. (Ver detalles en mi artículo de marzo del 2012 http://www.acento.com.do/index.php/blog/3807/78/Podemos-transformar-la-educacion-publica.html).

Para salir de la mediocridad es urgente educar las generaciones del futuro con la sustitución del dogmatismo y el integrismo religioso actual por la aplicación de métodos científicos de acuerdo a cada materia. La ciencia se fundamenta en la observación y la razón.  Las hipótesis se someten a pruebas para falsificarlas, y la razón se entrena en el análisis y la crítica. En cambio el dogmatismo se basa en la autoridad, no admite crítica, y eleva a virtud la creencia en dogmas y tradiciones que surgen de las diferentes interpretaciones de libros considerados sagrados.

El conocimiento se inicia con una pregunta, que el niño o niña desconoce.  No con respuestas dogmaticas a preguntas que nunca se ha hecho y que no son parte de la realidad objetiva, sino de creencias personales.  Esta es la revolución que necesitamos y la que debe ser prioritaria.    Esta enseñanza pertenece al Estado, y excluye todas las ideologías sectarias y dogmáticas.  Y debe de construirse con una educación pública de calidad, que al igual que en países desarrollados, sea superior a la mayoría de centros de enseñanza privados y atraiga a la clase media. Solo así se podrá evitar el impacto perverso  de la segregación clasista en la escuela.  La religión y los sectarismos pertenecen en el sector privado, por respeto a la libertad de pensamiento de la ciudadanía.  No pueden imponerse al conjunto de la población desde el estado.