Cuentan que en la Era de Trujillo no se podía hablar en contra del régimen. Que era muy corriente escuchar murmullos cuando alguien visitaba alguna casa y quería hacer algún comentario. Además, en cada casa debía haber un retrato de Trujillo que decía “En esta casa Trujillo es el Jefe” o algo así.
Yo tengo muy pocas vivencias o testimonios de esa época, pero hay una muy especial. Todas las noches por mi casa pasaba un señor borracho, llamado Perfecto Lora. Él trabajaba en el bufete de abogados del Dr. Alberto Rincón, quien a su vez estaba casado con la Sra. Idalia de la Maza, hermana de los que formaron parte del complot para ajusticiar al tirano.
Pues bien, cada noche, siendo yo una niña, pasaba varias veces ese señor por las madrugadas, alrededor de mi casa voceando: “Elsa Rincón- ésa a quien se refería es mi madre- Alberto Rincón -a quien ya se habían llevado preso- te conozco bacalao, te conozco en cierta cosa”. No sé a qué se refería, pero quería advertir el parentesco de mi madre con Alberto quien era su primo y por ende, lo que eso implicaba. Yo temblaba, pues según escuchaba, algo nos podía pasar.
De esa época es lo único que recuerdo. Lo demás que sé es por la historia y por las informaciones que me dieron mis padres.
En estos días, sería incapaz de decir que cuando Trujillo vivíamos mejor, como escucho a tantas personas, incluso contemporáneas mías. Pero sí puedo decir que estamos viviendo como cuando Trujillo, que por lo visto nadie puede hablar, que la gente está como drogada, que no se puede tener pensamiento propio y mucho menos expresarlo.
La situación que ha creado la irresponsabilidad, la complicidad y la maldad en contra de la Jueza Miriam Germán, me hace pensar así.
No es posible que durante semanas se esté hablando del mismo tema, que la gente esté indignada y que al día de hoy ella tenga que estar probando con documentos, existentes desde hace, creo, seis años, la adquisición de sus “grandes bienes” y propiedades y que todo siga igual.
No es posible que haya tanta corrupción probada, desde hace tantos años, por medio de reportajes de Nuria Piera y que nada se haya investigado.
No es posible que hayan jóvenes tan brillantes, tan preparados, tan capacitados, que hablen y sus palabras se las lleve el viento.
No es posible que se sigan suicidando personas porque han sido engañadas y no han visto una salida.
No es posible que un pueblo entero se levante y haga el ridículo exigiendo equidad, justicia, transparencia y que los políticos corruptos sigan apareciendo en todos los programas haciendo eco de todos los logros.
No es posible que haya que levantarse desde las cuatro de la mañana a pedirle a Dios que se apiade de uno, como lo hizo con Moisés en el desierto, en que hizo brotar agua de una roca, a ver si sale una gota de agua de una llave para poder abastecerse de un poco y solucionar los problemas del día, -esto no solo en tiempo de sequía- o que todo el mundo tenga que tener un inversor o una planta eléctrica, porque el pobre lo que tiene es una vela y no aparezca alguien que se conduela del pueblo al que tanto le prometió, pero para estar arriba, cambiar su status social y económico y luego lo demás le importe un comino.
No estamos lejos de vivir como cuando Trujillo, en que nadie podía hablar, ni opinar. Estar en absoluto silencio, porque ahora las voces no son escuchadas.
Quisiera ser un robot, porque lo que estoy viviendo y viendo está acabando con mi vida.
Una dictadura no solo es imponer el silencio, espiar y regir las vidas de todo el mundo. La peor dictadura es la indiferencia y la burla a un pueblo “jarto” y necesitado.