En la forma de habitar nuestro mundo se expresa nítidamente nuestra fe en nuestros limites; por este motivo, para conocer la fe del hombre no hace falta preguntarle lo que cree, basta con observar cómo vive”. Gregorio Luri-.

Para la mayoría de los que han visto o escuchado sobre el ascenso de la primera mujer en ocupar la plaza política, en materia municipal, de mayor relevancia nacional, el solo hecho histórico, representa por sí mismo, un elemento sustancial para validar en el accionar de quien hace pocos meses atrás, apenas imaginaba la ardua tarea que la vida le guardaba. Para otros, una oportunidad de enmendar entuertos y colocar el rol femenino, más allá de la administración del hogar o del papel secundario en los afanes empresariales o políticos.

El nuevo formato de dirección a partir de ahora en ese estamento de carácter institucional cercano a los ciudadanos, lleva impreso peculiaridades distintivas y rasgos asociativos que nos permitirán, ver el notorio cambio de la Ciudad Primada de América por un nuevo orden establecido. Uno que, como todas las cosas en las que intercede la mano del hombre, por lo general comienza con un suceso importante o notable que diferencia toda una época de las demás.

El mundo cambia constantemente y con ello, la manera en que se enfrentan los avatares suscitados en la consecución de unos hechos, no siempre resultantes de la gracia o la fortuna.  En ese contexto, donde la desventura acecha y obliga a cambiar la ruta trazada previamente, priman la voluntad, el liderazgo y, más aún, la convicción de que se puede mejorar la vida de los demás a pesar de las adversidades que te plantea la naturaleza del cargo.

Una nueva realidad se impone en este pedazo de tierra, y, encarna en este proceso histórico, en cuanto a las prioridades a tomar en cuenta para los recién electos, realizar una labor que esté a la altura de las circunstancias. Y, le ha tocado a Carolina Mejía, la dirección de la ciudad capital, en medio de una pandemia mundial y probablemente, se haya encontrado adjunto a lo que esto supone, con otras situaciones que ameritan de la solidez y el carácter que ella posee para hacerle frente.

Para ella, me consta, no obstante, lo que algunos puedan suponer, lo que prima en esta ocasión, como lo ha hecho a lo largo de su carrera política, es mantenerse íntegra, apegada a sus convicciones, así como, generar confianza a los suyos y/o los demás. Todo ello sin perder el espíritu noble que le ayuda a afirmar los pies sobre la tierra, obviando los prejuicios del poder y seguir siendo humana, para palpar con su conciencia aquellas cosas que escapan a la vista de los líderes, evitando el armazón de la parafernalia al que pueda verse sometida producto del blindaje lisonjero de adulones y corifeos.

Con Carolina en la administración de la Ciudad Capital, se reescribe la página en la que la relación existente entre gobierno y gobernados, que se constituía bajo el edicto de que, unos mandan y los demás solo obedecen. Se transforma el formato para que la gente por fin, sea la protagonista de la gestión política de la administración local y pueda acceder a los servicios públicos a partir del interés nacido de todos y todas.

De ella, en esta nueva era de la política que le ha tocado encabezar, espero refleje en la ciudad el esplendor que irradia su presencia, que se mantenga siendo la líder trabajadora y humilde, llana y sencilla de la que todos hablan. Que siga cosechando su fe, algo que no puede ocultar pues, ha de saberse como lo plantea -Luri-  que “para conocer la fe del hombre no hace falta preguntarle lo que cree, basta con observar cómo vive”.