Los LIDERES que conocí en mi formación política por los años 70, tenían un sueño. Sueño que alrededor nuestro fueron influenciado por las predicas del maestro y lider Juan Bosch que de verdad sabia como desempeñarse con la calidad requerida de un verdadero liderazgo, que nunca dependió del reparto de prebendas ni de posiciones. Lo único que recibíamos, eran ideas inspiradoras, innovadoras, planteamientos que aspiraban a liberarnos de nuestra ignorancia con trabajo y sacrificio constante.
Hoy Nuestro liderazgo está en decadencia lamentable, no solo en nuestro Partido de la Liberación Dominicana, también en toda la sociedad. Y notamos que si bien es cierto que se agrupan alrededor de algunos supuestos líderes, en la generalidad lo hacen porque este garantiza posiciones de poder o beneficios particulares que no tienen que ver con los beneficios e intereses de la colectividad.
Sumado a eso, tenemos una degradación al galope de los valores familiares, más bien producto de la desigualdad que impide condiciones de vida favorable a la buena sociedad, que además está sometida a las batallas de los mercados capitalista por alcanzar simplemente el más alto rendimiento económico e intercambio comercial para la acumulación de bienes, sin que ello contribuya a la distribución de las riquezas y menos de la inclusión social.
Estas elecciones nos mostraron con una crudeza espantosa, como los activistas de los diferentes candidatos se movieron solo por la logística a diferencia de como hacíamos las actividades en aquel partido de cuadros y líderes que era y no será de nuevo, el Partido de la liberación Dominicana en los años anteriores a las ultimas 4 Elecciones, y con el amor y decisión que hacíamos las cosas, exponiéndolo todo, solo por un sueño. Hoy no hacemos nada, si ese sueño no viene de ante mano con dinero que regularmente sale de los impuestos de una u otro institución pública.
Pero también, el descuido y la falta de calidad de nuestro liderazgo ha dejado que elementos indeseables de por sí, compren con dinero de droga y crímenes de diferentes índoles, bajo el manto de la impunidad, se estén adueñado no solo de posiciones dentro de las organizaciones, también ya de estamento del Estado, como el congreso y los ayuntamientos, sin que veamos ningún esfuerzo de parte de las direcciones política a detener esta malsana practica que nos llevara de encuentro la paz que disfrutamos.
Así no se hace patria, por lo que no tiene sentido mantenernos en los partidos compartiendo con toda la basura que la falta de un liderazgo responsable deja entrar a las filas a compartir y robar los espacios que nos han costado conquistar con trabajo en busca de construir un proyecto de nación que nos brinde oportunidades para todos en condiciones de igualdad. Estamos obligados a defendernos, a cuidar de nuestras organizaciones, antes que sea demasiado tarde.
Si nuestras direcciones políticas no están en condiciones de enmendar el camino, renovarse para evitar la degradación total, las bases sana de la organización debe echar a un lado toda contradicción que las luchas grupales hayan podido crear, y presionar los cambios inevitables para evitar cualquier degradación. Y es ahora, cuando el partido se encuentra con una cuota demasiado grande del poder político y social, porque ¿cuando si no es ahora, y quienes si no somos nosotros?