Siempre me ha llamado la atención que en nuestro país los eventos epidemiológicos suelen convertirse   en agrios debates en la opinión pública y a veces en una especie de competencia a ver quién tiene más capacidad de desacreditar y sembrar confusión e incertidumbre en la población. Tal vez sea deba a que nuestro sistema de vigilancia epidemiológica es aun joven. Tal vez porque la epidemiologia es víctima de la desconfianza hacia los gobiernos o del interés de algunos sectores de desacreditar lo público y prestigiar la que produce ganancias en la salud.

Necesitamos, como sociedad, reconocer y valorar la epidemiologia como una disciplina científica, compleja, difícil de dominar, que requiere permanente estudio y sobre todo de una práctica cotidiana que va madurando las capacidades, de la misma forma que hacer operaciones desarrolla la habilidad de los cirujanos. El sentido común es indispensable pero está lejos de ser suficiente para comprender los problemas de salud como procesos sociales, colectivos.

Hemos dicho que consideramos nuestro sistema de vigilancia epidemiológica  como un cuerpo técnico,de los mejores dentro de los estándares latinoamericanos.  Por supuesto que tiene limitaciones. No siempre las personas afectadas por problemas de importancia epidemiológica acuden a demandar atención y no siempre lo consiguen, no siempre el personal de los servicios de salud cumple rigurosamente los protocolos establecidos, no siempre registra adecuadamente y no siempre notifica oportuna y satisfactoriamente, no siempre es posible confirmar el diagnóstico clínico presuntivo u obtener fidedignamente las informaciones sobre edad, sexo, residencia, trabajo, etc, que no  siempre de interés en nuestra cultura clínica y curativista de nuestro personal de salud, pero que son indispensables para un adecuado estudio y comprensión de las situaciones epidemiológica. Ningún sistema de epidemiologia puede ser mucho mejor que el sistema de salud y que la sociedad de la cual forma parte.

Pero más allá de las limitaciones, podemos sentirnos orgullosos de las capacidades técnicas y el profesionalismo que en el campo de la epidemiologia hemos logrado construir, en un esfuerzo sostenido por más de 25 años, por gobiernos de diferentes partidos y por directivos especialistas que toda la comunidad científica de epidemiologia reconoce a nivel nacional e internacional.

Hoy en día no es posible y no es conveniente ocultar información.El desarrollo de las comunicaciones y de la epidemiologia lo hace prácticamente imposible. También resulta más peligroso, tanto desde la perspectiva política como de seguridad nacional, que divulgar y notificar prontamente a la opinión pública y a los órganos internacionales de vigilancia y monitoreo sobre  eventos de importancia epidemiológica.

En nuestros días la información epidemiológica del país es accesible a toda persona interesada simplemente entrando a la página de la Dirección de Epidemiologia del Ministerio de Salud Pública.Por razones estrictamente técnicas, que son difíciles de explicar y comprender cuando se debate en los medios de comunicación, no siempre la percepción de la población común, o incluso de especialistas clínicos de alto nivel, coincide con la valoración de los problemas de salud de poblaciones cuando son procesados mediante los rigurosos métodos, técnicas y protocolos nacionales e internacionales de la epidemiologia.

En todos los países ocurren eventos de importancia epidemiológica, pero no en todos se debate públicamente en tono que desacredite a los especialistas y técnicos de la epidemiologia. Actualmente en Alemania, por dar un ejemplo, cursa una epidemia de Síndrome Hemolítico Urémico, producido por una Escherichiacoli (O104:H4) que cuenta 3000 enfermos y 33 fallecimientos en pocas semanas. Las conclusiones preliminares apuntaron a los pepinos producidos en España, y se adoptaron medidas que afectaron seriamente la economía de este país. Hubo un error, grave para los productores españoles, pero no mala fe, se trataba de proteger la población con base en las informaciones iniciales disponibles. Hoy se sabe que el mecanismo de transmisión han sido la contaminación de brotes de soja cultivados en una región de Alemania.

Pero nadie está acusando al servicio de epidemiologia de falsear informaciones, o de manipular a la ciudadanía, por el contrario se reconoce la valentía de estos especialistas al haber adoptado tempranamente las medidas que consideraron adecuadas para proteger la población, y de seguir investigando hasta dar con la clave. Hoy la ciudadanía alemana siente mayor confianza en sus equipos de especialistas en epidemiologia. Algo parecido ocurrió hace varios años en España con un aceite de colza que fue vendido como aceite de oliva y produjo intoxicaciones severas que fueron difíciles de investigar debido al ocultamiento de información por los responsables, o más recientemente cuando en USA se detectó esporas de Ántrax en correspondencias.

Cuando se acusa de deformar u ocultar cifras para engañar a la población, se está desacreditando sin razón a este valioso cuerpo de epidemiólogos profesionales que tesoneramente, día tras día y en silencio, provincia por provincia, barrio por barrio, casa por casa, fuera de las cámaras y de las páginas de prensa, mantiene y desarrolla las capacidades epidemiológicas en nuestro país y hacen lo posible por protegernos como ciudadanos. La ciudadanía necesita poder confiar en sus epidemiólogos especialistas, necesita poder orientarse para evitar el pánico innecesario y que en situaciones de epidemia puede resultaaltamente perjudicial.