Los más, los nadie, los oprimidos, los hijos de Machepa, ponen los aplausos, la bulla, los votos y hasta el ataque a periodistas por órdenes de caudillos y caudillitos. Para ellos algo de ron, una papeleta y una promesa. Los menos, los tutumpotes, con el sudor del pueblo trabajador pagan 10 mil dólares y se sientan a la mesa donde se discute cuándo, cómo y dónde se reparte el pastel llamado “País”.

Esta mañana entrevistaron a una mujer que fue a protestar (mal o bien, a fin de cuentas es su derecho) en contra del espectáculo tutumpotesco; un fiel “seguidor” del “líder” la amenazó con buscar una mujer para que le “entre a galleta. Y así lo hizo: Otra mujer, también fiel “seguidora del líder”, llegó y le entro a galletas, agrediendo infamemente a la ciudadana. Y los policías, ¡Oh! ¡Bien gracias!

Es el poder de los que se identifican con un “León”. Los agresores, los nadie, los más, los hijos de Machepa, no son precisamente los que pagaron $1000 dólares para entrar a saludar a su ídolo. No entraron porque ellos no califican para eso. En realidad son despreciados por los tutumpotes que pagan la entrada y los “paquetes de 10 mil dólares”; son despreciados por quien comprende que RD es una tierra de atraso, de “pre-modernidad”, superable si se transforma en un “Nueva York Chiquito”; o ignorable si su problema es la “fusión con Haití” y la “invasión pacífica”, ya que es una tierra de blancos que provienen de Canarias; o un montón de gente que existe por casualidad, tema para la chercha: “si la calle ‘ta dura, coja la acera”.

Cuando ellos quieran venir a donde estamos “nosotros”, los tutumpotes y los Jefes, es con nuestro permiso, nosotros los llamaremos, siempre en la partecita de afuera y para lo que les digamos. Por ejemplo, tirar piedras, romper sillas o tiros. Matarse y morirse, unos contra otros, por nosotros. Gracias a nosotros. “Llegó Papá”, “Líder, Maestro y Guía”, “Salvamos la Nación”, “El Destino”, “La modernidad”, “El Benefactor de la Patria”

Sentados a la mesa, con trajes, vinos y aire acondicionado, los tutumpotes y sus servidores ilustres de turno. Los primeros haciendo lo que saben, desde siempre: mandando, como desde Santana, como desde el golpe de 1963 y la invasión de 1965, como durante toda la “transición a la democracia”. Los segundos, preparando sus “proyectos”, sus “programas”, haciendo “personal branding”, ganando financistas, ganando respaldo. Esta vez es uno de ellos, pero ya anunciaron que vendrán todos. ¿Y alguien duda de que TODOS y TODAS vendrán al salón y desfilarán en esa fabulosa pasarela (hoy o mañana o pasado, en ESE o en cualquier otro cuarto de reuniones? A fin de cuentas, los tutumpotes, ¿saben?, tienen una buena causa: reunir fondos para hacer “estudios” y “proponer” políticas públicas. Es algo de “estrategia empresarial”. Claro está, no confundir con que ellos no sean los dueños y dueñas del país, o que ellos no sean los que financian cómo se ganan y se pierden las elecciones. Ni que a ellos se les quiten las concesiones de las grandes obras o que se les aumente impuestos de acuerdo a la ganancia y la riqueza. Mientras, los nadie, los hijos de Machepa, allá afuera –doblemente afuera- se siguen matando. Y allí está funcionando toda esa maravillosa “maquinaria electoral”, poniendo el transporte, el dinero, las ideas y los amarres para que los gladiadores se acaben mientras los faraones bajan o suben el dedo, indicando cuántos niños se mueren mañana por falta de medicinas.

Arriba, los tutumpotes; abajo, las bases
Arriba, los tutumpotes; abajo, las bases

“Bases”, ¡ay, el juego de palabras! Cuando dicen “bases” pareciera que se acuerdan y nombran a la mayoría, pero lo hacen demagógicamente (te quiero, pero donde no molestes ni te me pegues), porque su concepto de “bases” es “los de abajo”, la “zapata” del edificio del que “nosotros” somos techo, cumbre. Es la noción “arquitectónica”, “tecnológica” de “bases”. Las “bases” para el León, para el “Papá”, para el “Doctor”, para el “Jefe”. Las “bases” nunca podrán solas, y dejarlas solas es un peligro; mucho menos dejarlas decidir. Hay que hacer todas las “aperturas” necesarias para que las “bases” elijan, en voto universal y secreto, y ya… a uno de nosotros, de los que sí podemos y tenemos la “visión”, manejamos la “mecánica” del “poder”.

Esa noción “arquitectónica”, para la cual la política ha de ser tan piramidal como la sociedad injusta, ofrece a “las bases” empleo, dinero, medicinas, cajas navideñas. Bicicletas y juguetes en Día de Reyes. “Primero la gente”, el “boroneo”. “Darle su oportunidad a los compañeros”. Tal vez, algún programa de “beneficencia social”. Pero su papel sigue siendo el mismo: ser la “base” de la pirámide, para que los predestinados de la cumbre piensen, hagan tácticas y estrategias, ganen, triunfen y manden, siempre con el “debido pragmatismo” y “realismo”, de acuerdo a las “circunstancias” y los “tiempos”, y sopesando “fuerzas”.

Las “bases”, claro está, ponen los votos, los heridos, los muertos, como siempre, desde las montoneras, en el país “en el mundo” donde todo “es del ingenio”; que un día fue re-descubierto en 1916 con la invasión yanqui, y que no quiere a las “bases” siendo sujetos de la Historia, ¡jamás!: Eso sería “populismo”, eso es de “idealistas”, de gente sin “pragmatismo”, eso es lo que pasa cuando se ponen “gavilleros” o “comunistas” como en 1963 y 1965.

Las “bases” siempre deben estar en su lugar, mirando la película. Son “bases” porque son “básicos”, casi animalitos o bestiecillas que hay que amaestrar (con papeleta, romo y sueños). Para ellos se inventó el campo de muerte que es el Robert Reid, para ellos las escuelitas bajo techos de cartón, para ellos limpiar vidrios, prostituirse, ser violados por algún párroco o salir, ahogarse en el Canal de la Mona. Cuando ellos quieran venir a donde estamos “nosotros”, los tutumpotes y los Jefes, es con nuestro permiso, nosotros los llamaremos, siempre en la partecita de afuera y para lo que les digamos. Por ejemplo, tirar piedras, romper sillas o tiros. Matarse y morirse, unos contra otros, por nosotros. Gracias a nosotros. “Llegó Papá”, “Líder, Maestro y Guía”, “Salvamos la Nación”, “El Destino”, “La modernidad”, “El Benefactor de la Patria”.

Quizás recordemos, algún día, que, en cambio, así no lo vieron nunca los verdaderos revolucionarios y revolucionarias de Rep. Dominicana. Vale la pena el concepto de “base”, pero para ser “bases” de algo que verdaderamente sirva a la mayoría, los de “abajo” tendrían que tener otro concepto, como el matemático: “bases” son las unidades que sumadas, asociadas, juntas, conforman el todo, donde no hay “abajo” ni “arriba”, “zapata” ni “techo”… ni “cumbre”, ni “dirección”.

Las “bases” no son donde los de arriba se apoyan y se paran, sino que son el todo mismo, el proyecto mismo. No hay “arriba” ni “abajo”, hay “todos juntos somos”, “para todos, todo” como diría el subcomandante Marcos. Esta lucha no es para re-privatizar el país, sino para democratizarlo y liberarlo.

¡Las palabras no son nada inocentes! ¡Cuánto nos siguen atrapando! Como dijo Alejo Carpentier, ¡ay! “ese eterno resurgir de cadenas”.