“Es obvio para todos en este salón que los animales tienen conciencia, pero no es obvio para el resto del mundo. No es obvio para el resto del mundo occidental ni el lejano Oriente. No es algo obvio para la sociedad.” – Declaración de Cambridge sobre la Conciencia, 2012
La consciencia es el conocimiento que se posee de sí mismo, conocimiento sobre la existencia (identidad) propia y su relación con el entorno y otros seres conscientes. En base a la observación y la investigación metódicas, intuimos que en la actualidad la consciencia solo surge a partir de materia orgánica; es casi seguro que solo los organismos de gran complejidad neuronal son conscientes. En el presente pocas personas son animistas y creen que una piedra es consciente; y es casi seguro que una ameba no tiene consciencia de su propia existencia y su relación con su entorno. Hasta prueba en contrario, un hígado no es consciente, ni un corazón; ¿es consciente un cerebro? Tampoco es consciente una computadora, un algoritmo ni un robot. ¿Nos atreveríamos a decir lo mismo de nuestro perro, un caballo o un bonobo?
La “Declaración de Cambridge sobre la Conciencia”, firmada en 2012 por un impresionante cónclave de científicos incluyendo a Stephen Hawking y Kristof Koch, alertó al lego respecto a la consciencia en animales en los siguientes términos:
“La ausencia de un neocórtex no parece excluir a un organismo de experimentar estados afectivos. Evidencia convergente indica que los animales no humanos tienen la neuroanatomía, neuroquímica y sustratos neurofisiológicos de los estados de conciencia, junto con la capacidad de exhibir comportamientos intencionales. En consecuencia, el peso de la evidencia indica que los humanos no son los únicos que poseen los sustratos neurológicos que generan la conciencia. Los animales no humanos, incluyendo todos los mamíferos y aves, y muchas otras criaturas, como los pulpos, también poseen estos sustratos neurológicos. “
La ciencia aún no ha descifrado cómo a partir de la materia surge la consciencia, ni en qué nivel de complejidad de la materia se hace viable- o quizás necesaria- la consciencia. El cerebro humano promedio tiene unas 100 mil millones de neuronas. ¿Cuántas neuronas se necesitan para que surja la consciencia? Una premisa razonable es que solo organismos de cierta complejidad desarrollan consciencia. Pero las preguntas que siguen son: ¿cuál es el mínimo nivel de complejidad de la materia orgánica que da origen a la consciencia? ¿Existe un umbral de la consciencia?
¿Tienen las abejas y las hormigas consciencia? Es verdad que aún no hay consenso al respecto, pero la ciencia apunta a que los insectos también tienen consciencia incipiente. En 2016 fue publicado el resultado de una investigación científica que encontró evidencias de que los insectos tienen una sensación de experiencia subjetiva, no tan desarrollada como en mamíferos y aves, pero perceptible y medible. Entre los mismos insectos hay diferencias significativas: el cerebro de una mosquita puede tener 100,000 neuronas y el de una abeja 1,000,000; es razonable suponer que su respectivo grado de consciencia refleja esa diferencia neuronal. La investigación científica de la consciencia en los insectos es muy prometedora pues podría resultar muy útil para entender cómo surgió la consciencia en la evolución, y en el futuro podría producir avances tecnológicos en la robótica y la inteligencia artificial.
Evidentemente hay diversos grados de consciencia. La experiencia subjetiva es una forma básica de consciencia, una especie de consciencia para principiantes. Verse en el espejo o en una fotografía y reconocerse requiere de un nivel de consciencia que las hormigas y abejas no tienen. Sin embargo, los chimpancés, los orangutanes y algunos monos sí tienen la capacidad de identificar su imagen en el espejo. Reconocerse en una semblanza, caricatura o parodia exige otro nivel de autoconocimiento. Y tener consciencia de su posición en la enormidad del espacio-tiempo del universo, de lo efímero de la propia existencia, reflexionar colectivamente sobre la consciencia misma y su relación con la materia conllevan a la conciencia, de alguna manera un grado supremo de consciencia.
La consciencia nos habilita para sentir dolor y para experimentar alegría, expresar sentimientos y procurar maximizar nuestro sentido de bienestar. La consciencia nos ubica como individuo relacionado con otros individuos más o menos parecidos a sí mismo, facilitando la cooperación en tareas complejas. La consciencia potencia el conocimiento de la materia y el universo, y hasta de la propia naturaleza y evolución de la consciencia. La consciencia nos permite cultivar la propia consciencia y hasta elevarla a conciencia. La comunicación entre consciencias también potencia una conciencia cuántica o ethos en un conglomerado humano.
La investigación científica de la consciencia es actualmente una de las fronteras más estimulantes y prometedoras de la ciencia. Si el sueño del físico es explicar todas las fuerzas de la naturaleza con una sola fórmula matemática unificadora, el anhelo del neurocientífico es descifrar el enigma de la compleja relación entre consciencia y materia, y cómo incidir en su futuro desarrollo.
https://www.nature.com/articles/d41586-018-05097-x “What Is Consciousness?”
https://www.elmundo.es/elmundo/2010/09/29/ciencia/1285763970.html “Los monos son capaces de reconocerse en el espejo”
https://m.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16596792 “¿Son conscientes los insectos?”
https://www.smithsonianmag.com/smart-news/do-insects-have-consciousness-ego-180958824/
https://elpais.com/elpais/2015/09/09/ciencia/1441809004_673383.html “El umbral de la conciencia”
https://www.unirioja.es/apnoticias/servlet/Archivo?C_BINARIO=6776
https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-39033781 “¿Puede explicarse el cerebro humano usando física cuántica?”
http://www.cienciacognitiva.org/?p=234 “NEUROCIENCIA DE LA CONCIENCIA: INTRODUCCIÓN AL MARCO TEÓRICO DE UN CLÁSICO CONTEMPORÁNEO”