Empezaré diciendo que ningún candidato político, en la historia de la lucha por la democracia de nuestro país, ha tenido tantos desafíos por delante como Luis Abinader. Inmensos fueron los desafíos de Peña Gómez en su titánica lucha por las libertades y los derechos humanos, pero no podemos negar que el Dr. Joaquín Balaguer, a quien se enfrentaba, independientemente de la represión política de su régimen, -y quien escribe estas líneas estuvo preso en sus cárceles- era un hombre de Estado de una gran dimensión política. Su apego al interés nacional era su norte. Sus dotes de buen administrador de los bienes públicos eran puntos luminosos en todos sus gobiernos. En sus manos, el país nunca naufragó. Reconocía los límites de la acción política. En la actualidad, la sociedad dominicana naufraga y atraviesa por una crisis moral que la convierte en una lamentable tragedia. El Estado dominicano hoy es un espacio transaccional del delito. Luis Abinader ha tenido el coraje de enfrentar un poder omnímodo.

El paso dado por Luis Abinader al elegir como compañera de boleta a una mujer de la dimensión académica, moral y social de Raquel Peña, sólo puede entenderse partiendo de un análisis de la situación en que se encuentra el país, tal como planteamos anteriormente, y la complejidad de la coyuntura política actual y futura, además de la situación económica en que quedará el país por los desaciertos administrativos y el peso insoportable, a futuro, de la deuda externa que consume cerca del 50% de los ingresos de la nación y a esto le sumamos los graves problemas de la salud, la corrupción, la inseguridad ciudadana, la situación de la educación, más el gran desempleo que afecta especialmente a nuestros jóvenes cercados por la desesperanza.

Contrario a otros líderes anteriores, a Luis Abinader le ha tocado librar una larga batalla en una de las etapas más difíciles de la vida política de la República Dominicana. No le ha sido fácil enfrentar a dos gobiernos de un mismo partido que han hecho uso indebido, a la franca, de los recursos del Estado para mantenerse en el poder político, como si éste fuera una propiedad particular de su agrupación política. Además del control que han tenido de los medios de comunicación. Por suerte, hay medios y comunicadores que no se venden ni se rinden.

Los gobiernos del PLD han controlado y corrompido a todas las instituciones del país, desde la justicia hasta los gremios profesionales y empresariales. Es la nueva forma de la dictadura criolla. Hay un mensaje altamente conmovedor en las redes sociales del ex rector de la UASD, Hugo Tolentino Dipp, que nos cala el alma profundamente sobre el desastre moral de dichos gobiernos y los sujetos que los han conformado, quienes renunciaron a Juan Bosch, a la franca y sin sonrojo. Ahí está nuestro país a la vista de todos los dominicanos y del mundo. Una simple mirada nos da una lectura exacta de su tragedia. Han hecho de la pobreza extrema un instrumento despiadado para eternizarse en el gobierno. ¡Qué manera tan cruel de abusar contra los pobres!

La selección de Raquel Peña como candidata a la Vicepresidencia de la República Dominicana de Luis Abinader, va más allá de la simple aritmética electoral del momento; esta decisión se inscribe en la filosofía y visión del proyecto político del candidato a la Presidencia y del tipo de gobierno al que él aspira establecer en el país. Recuerdo que hace exactamente un año que coordiné un encuentro entre Luis y un grupo de académicos de la UASD, y nos manifestó: "Volveré a hablar con ustedes en unos meses, porque estoy conformando un proyecto con lo mejor del país". Pasado el tiempo, y cumpliendo con su promesa, convocó al nuevo encuentro. Ese día decidimos integrarnos a su proyecto. Unas semanas después, él nos presentó públicamente al país como parte de su equipo de campaña.

Por lo dicho anteriormente, pienso que al escoger Luis Abinader a Raquel Peña como compañera de boleta de su candidatura presidencial, envía una señal muy clara, como si fuera su primera designación en su gabinete, del tipo de persona que conformarán su gobierno. No hay dudas de que él desea acompañarse de lo mejor del país.

La sociedad dominicana tiene las mejores referencias de Raquel Peña y de sus raíces familiares. Ella y Luis Abinader están inspirados en valores familiares que han marcado su comportamiento, tanto en la vida pública como privada. Sus padres han sido ejemplos vivos de buenos ciudadanos al servicio de la democracia y la libertad. Este es el punto fundamental que los une un proyecto común.

Por otra parte, con la elección de Raquel, Luis consolida su victoria en Santiago y en todas las provincias del Cibao.