Desde que inició el confinamiento a causa de la pandemia en República Dominicana se ha generado una gran preocupación por la continuidad de la educación en momentos en que congregar personas que no conviven bajo el mismo techo representa un mayor riesgo de contagio, especialmente si se trata de espacios cerrados, como las aulas.
Para quienes participamos del sistema educativo, como docentes, estudiantes, o administrativos esto ha representado un gran dilema que no ha llegado aún al consenso mínimo. Unos opinan que debe esperarse que la vacuna para la COVID-19 esté ya disponible, otros que hay que aprender a vivir con el virus y regresar a las actividades regulares tomando las precauciones recomendadas por los expertos de la salud pública, un tercer grupo se inclina a continuar por los medios tecnológicos de comunicación.
Nos adherimos a la postura que defiende la continuidad del proceso educativo. El vínculo con la escuela es un factor de alta importancia para niños, niñas y adolescentes, no solo por los aprendizajes formales que en ella encuentran, sino por las relaciones sociales que les brinda el sistema escolar, que además sirven de factores protectores ante distintas situaciones que vulneran su bienestar e integridad, como la violencia intrafamiliar, el maltrato, abuso y explotación sexual comercial, que pululan los sectores más pobres del país por la facilidad con que pueden cooptarles.
Es una bomba de tiempo mantener desocupados a los 2.8 millones de estudiantes de primaria y secundaria, y a los más de doscientos mil estudiantes que la UASD tiene en todo el país. En tiempos de confinamiento la ocupación en actividades productivas es fundamental para superar las tensiones que del encierro se derivan.
Es cierto que todavía hay mucha desigualdad en el país con el acceso a los servicios de internet y a disponer de un dispositivo adecuado para continuar de modo virtual la programación docente. Sin embargo, la mayor parte de la población tiene acceso a un celular inteligente. El gobierno tiene mayor capacidad de negociación que cualquier universidad y podría establecer convenios con las compañías telefónicas para que a través de una aplicación los estudiantes matriculados puedan acceder exclusivamente a la plataforma educativa que les corresponda.
Si bien fue difícil la continuidad del primer semestre de este año, donde ni profesores ni estudiantes, en su mayoría, nos habíamos preparado para ofrecer clases virtuales; en la Escuela de Psicología de la UASD podemos afirmar que un alto porcentaje de profesores le dieron continuidad utilizando distintos medios y plataformas gratuitas con videoconferencias sincrónicas (Zoom, Meet, Teams, Jitsu, Google Classroom, Moodle, entre otras), actividades en línea y otros recursos digitales. La solidaridad afloró rápidamente y aquellos docentes con mayor experiencia en el uso de esos recursos, facilitaron pequeños talleres en línea para las y los docentes menos experimentados.
El segundo semestre del año 2020 no debería suspenderse. A estas alturas, las autoridades docentes de la UASD ya debieron tener claro el plan de contingencia. Es preciso limitar la cantidad de estudiantes por secciones, pues es imposible dar el seguimiento requerido en la educación virtual a 70 estudiantes que conforman las secciones presenciales. De igual forma, es necesario limitar la cantidad de asignaturas que cursen las y los estudiantes, y la carga que impartan las y los profesores no debería exceder del 50% de la asignación presencial. La enseñanza virtual debe ser preparada de manera meticulosa en la plataforma universitaria, y aunque los encuentros sincrónicos solo cubran un 35 o 40% de las horas docentes, las actividades deben ser elegidas cuidadosamente y el seguimiento individualizado a cada estudiante requiere de mayor tiempo. Por supuesto esto no debe afectar la remuneración, no olvidemos que es un plan de contingencia y que no será la norma para la formación universitaria.
Las y los estudiantes deberán dedicar tiempo a la realización de actividades en línea; y ya mencionamos las dificultades de acceso al internet. Debo destacar que en la experiencia de quien escribe, los estudiantes del Centro UASD-Mao, a donde llegan desde toda la Línea Noroeste, y hasta de Puerto Plata y Santiago, estuvieron de manera militante en las clases virtuales sincrónicas ofrecidas en el mismo horario de la docencia presencial. Eso demuestra el interés y el compromiso de los estudiantes para perseguir la meta de completar una carrera.
Las cátedras de la Escuela de Psicología están trabajando en equipo de dos o tres profesores por asignatura, para preparar su oferta virtual durante el segundo semestre, con el interés de facilitar al profesorado el paso a la educación virtual y garantizar un mínimo de calidad a nuestro estudiantado.
La pandemia ha puesto en evidencia nuestras carencias, nuestras debilidades, pero también ha demostrado las fortalezas y capacidades, y desafía sobre todo, la capacidad para adaptarnos a un mundo cambiante…