Hace algunas semanas don Carlos Amarante Baret, Ministro de Educación, informó al país que a partir del año escolar 2016-2017, el sistema educativo impartirá educación sexual como asignatura, ya no como un eje transversal del currículo. ¿como qué ahora?
Pese a que aún desconocemos los contenidos, materiales didácticos y las estrategias que guiarán el proceso psicopedagógico, el que podamos dar pasos firmes hacia la incorporación de los contenidos de educación integral en sexualidad, indica que estamos frente a un salto cualitativo al interior del sistema que conlleva un cambio en la visión de los gestores de las políticas públicas del sector, una perspectiva que apunta hacia la construcción de una sociedad más equitativa, fundamentada en derechos, respetuosa de las individualidades de la colectividad, capaz de construir ciudadanía.
Al mismo tiempo, este momento historio en la vida del sistema educativo dominicano, nos llama a ser coherentes, comprometidos y propositivos, es la oportunidad de cuidar y vigilar con ahínco, que la calidad no se quede en el diseño y las intensiones, sino que con nuestro involucramiento podamos resguardar y blindar este logro de país. Pues desde el discurso parecería sencillo, pero la integración de la educación sexual como materia, es un desafío enorme; un reto que pasa por revisar actitudes, valores y posturas individuales de los distintos equipos profesionales que intervienen en el proceso, sumado a que implica un cambio de paradigma, no sólo en la gestión de la política pública, y en la construcción del conocimiento, sino en la mirada adultocéntrica que prima al momento de hablar sobre educación integral en sexualidad.
De ahí que el desafío que nos espera, es el de aportar y apoyar desde los diversos ámbitos a que este proceso educativo en particular, respete las diferentes etapas de desarrollo de nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes, que se cuente con contenidos fundamentados en información basada en evidencias científica, con enfoque de derechos y perspectiva de género. Una educación integral en sexualidad, que impulse el desarrollo competencias personales y sociales, a través de estrategias que estrechamente vinculadas con las demás asignaturas impartidas en cada grado y modalidad, logremos formar hombres y mujeres, libres, críticos y creativos, capaces de participar y seguir construyendo una sociedad libre, justa y solidaria para todos y todas. ¡La Republica Dominicana que queremos!