Una de las promesas de la Educación es a que a través de ella los países desarrollan su capital humano y a su vez, los seres humanos, desarrollansus capacidades cognitivas y no cognitivas. También, la literatura académica ha demostrado que las personas con mayor nivel de educación reportan tener mayor felicidad, acceso a mejores servicios, tomar decisiones más racionales, estar más satisfechos con sus empleos, entre otras. Esto se conoce como los beneficios no pecuniarios de la Educación.
Sin embargo, en tiempos como los de ahora, donde enfrentamos una pandemia mundial, puede parecer que estamos enfrentando una ceguera, en términos literales y figurativos. Tal cual como el gran José Saramago relata en su libro Ensayo sobre la Ceguera, una historia quete sumerge en un ambiente muy inquietante que invita a reflexionar, por decir lo menos. En síntesis, las personas se quedan ciegas repentinamente y sin razón y esto es altamente contagioso. Naturalmente, son puestos en una cuarentena donde salen a relucir los instintos más básicos y animales de los seres humanos. Si bien este libro fue escrito en 1995, de manera muy natural, puede encajar perfectamente en el panorama del 2020 ante la pandemia del coronavirus.
Es tiempo de tomar seriamente con precaución las medidas impuestas por las autoridades para detener – o tratar de detener – la pandemia que nos ataca. Sobre todo, tiempo de devolver el sentido social que tiene la Educación para así enfrentar esta crisis de salud pública, que debe manejarse de manera interinstitucional obligatoriamente
Ante las situaciones extremas no planificadas, se necesitan medidas extremas para el manejo de las mismas. Es estrictamente necesario trabajar la mentalidad de las personas. Una Educación holística – que no sólo se ocupe de lo cognitivo, sino también de lo social, lo emocional, entre otros – puede ayudar a evitar cegueras y comportamientos exagerados irracionales. En este caso comportamientos tales como exagerar o quedarse cortos. Por ejemplo, comprar todo el gel antibacterial que ves en una farmacia, dejando a otras familias sin este producto extremadamente necesario. O por el contrario, creer que eres inmune al coronavirus y no adoptar ninguna medida o subestimar el contagio de este. Es importante que en el currículo de educación se promuevan las competencias globales que ayuden a manejar estas situaciones. Algunas de las competencias globales (que ya se implementan en sistemas educativos europeos) son: ponerse en el lugar del otro, saber discernir entre fuentes de información, lograr comunicación efectiva, tomar acciones para el bienestar individual y colectivo, respetar las creencias ajenas.
De igual manera, las personas y las instituciones, deben tener las capacidades de adaptación ante lo único que prueba ser constante, el cambio. Es tiempo de tomar seriamente con precaución las medidas impuestas por las autoridades para detener – o tratar de detener – la pandemia que nos ataca. Sobre todo, tiempo de devolver el sentido social que tiene la Educación para así enfrentar esta crisis de salud pública, que debe manejarse de manera interinstitucional obligatoriamente. Un sentido que vemos cuando las personas se solidarizan con el vecino ante graves escenarios, o como los profesores que sin poder o hasta sin saber, buscan la manera de grabar clases para que sus estudiantes sigan el ritmode clases de la manera más fluida posible. Si bien el Estado debe regular y proveer servicios, no todas las catástrofes caen 100% en responsabilidad del mismo. Existen cosas que con el puro sentido común y las ganas de que las cosas salgan bien, también se pueden resolver o ayudar a resolver.
Referencias utilizadas
- Beneficios no pecuniarios de la educación: https://bit.ly/2vACl39
- Educación y capital humano: https://bit.ly/38XmUzC
- Competencias globales: https://bit.ly/2QvQOV5
- Sentido social de la Educación: https://bit.ly/2Wpo6sV