El gobernador del Banco Central Héctor Valdez, convertido en  principal promotor de las “bondades” del modelo de crecimiento económico, durante este año ha realizado  declaraciones relativas al eficaz  desempeño de las actividades económicas sustentándose en “aumentos” progresivos del Producto Bruto Interno que inicio con 3.2 %, luego por un cambio de base en el método de calculo ascendió a  5.3 %, y reciente señalo que el crecimiento  estaba en  7.2 %. El record es de 12.9 % a principio de la década 1970, para superarlo recordamos a la Dirección de Cuentas Nacionales del Banco Central, que la tasa debe llegar o superar el 13.0 %.

Recientemente el gobernador  señaló  “La economía va bien”.  El mensaje subliminal es,  pueblo no existen problemas importantes que afecten el mejor desempeño del proceso económico. Obviamente que esa conclusión es el resultado de un análisis muy parcial, debido a que seleccionaron los elementos macro  económicos convenientes  para que conjuntamente con el  “notable” aumento de producto se estableciera  un escenario que permitió justificar la  positiva calificación. El gobernador “olvidó” incluir en el análisis los aumentos del desempleo, la deuda, el empeoramiento en la distribución del ingreso, irracionalidad del gasto publico y los déficits en la formulación y ejecución de los presupuestos públicos, elementos macro económicos de mucha importancia que cambian  totalmente su  planteamiento.

Además, un  eficiente desempeño macro económico requiere que la política monetaria-cambiaria (Banco Central) este coordinada con la fiscal (Ministerio de Hacienda), y que ambas constituyan mecanismos para la consecución  metas de un plan de desarrollo elaborado por el Ministerio de Economía.  Para lograr esta adecuada articulación  es necesario la existencia funcional de un Gabinete económico. La dispersión anárquica y la ausencia de planes con que operan las entidades gubernamentales no permiten  esta necesaria coordinación, por lo cual el logro positivo expuesto  por el gobernador es una utopía

La exactitud de algunas  proyecciones  del Banco Central  con las realizaciones macro económicas, no resuelven problemas básicos económicos-sociales como: ausencia absoluta de planificación, desempleo, corrupción, desastre eléctrico, precariedades del recurso agua, deficientes servicios de; salud, seguridad socia y vivienda, confusión del sector educativo, pocos estímulos  bancarios  al ahorro y a las inversiones, entre otros.

Hace poco el  gobernador sorprendió al  señalar que “ese enorme crecimiento económico se concentraba en unos  pocos  sin beneficiar a la mayoría“. Esta afirmación es una realidad debido a que el modelo económico  opera fundamentado en actividades altamente concentradoras del Ingreso Nacional, hermano gemelo del Producto Interno Bruto (PIB). El gobernador siempre  llama la atención con respecto al  crecimiento del producto pero calla con respecto a la  proporción de pagos que ese crecimiento  transfiere a los factores  que lo originaron, siempre  altamente favorables al factor capital, propiedad de pocos, en desmedro de los pagos al factor trabajo del cual depende  el 99 % de las familias dominicanas.

Esta concentración del ingreso origina desigualdades económicas, sociales y rurales, que el gobernador no plantea,  aumentando considerablemente la pobreza  traducida para la población en: desempleados, desnutridos, insalubres, analfabetos funcionales,  hacinados, criminalidad, sicariato, drogadictos, narcos, terrorismo  generalizado. En definitiva la concentración del ingreso, es causa económica de la problemática social, por lo cual es imposible calificar que “la economía va bien”  cuando la población esta  muy mal, grave indicador para la estabilidad democrática.

René Descartes, filosofo del siglo  17 decía, “pienso, luego existo”. Nuestro sistema educativo no enseña a pensar, por esto somos fácil presa del engaño. “La autoridad” del Banco Central en lugar hacer calificaciones sobre bonanzas ficticias, debería influenciar  e introducir en sus programas operativos acciones para que las gestiones gubernamentales no prosigan incumpliendo con la materialización  del Estado de Derechos que la Constitución y la leyes asignan para convertir  a los  dominicanos en ciudadanos.