Existe una percepción generalizada de que la complicada situación política está causando estragos en la economía. Y en parte es cierto. A ello se suma el coronavirus que ya esta causando efectos aterradores en todo el mundo, originando la caída estrepitosa de los mercados bursátiles y del turismo, entre otras cosas.

En efecto, ya el turismo dominicano manifiesta los primeros síntomas de un derrumbe colosal, aunque se puede compensar parcialmente en términos de divisas, con la brutal caída del precio del petróleo. 

Sin embargo, al final de cuentas el PIB de este año si se mantiene alrededor de un 4% seria un milagro. Porque nada compensa los abrumadores problemas que se nos vienen encima.

Pero ese milagro es posible solo si el gobierno no sigue como un barco a la deriva y a punto de hundirse.

Desde hace unos meses los principales funcionarios del gobierno están dedicados exclusivamente a un activismo político desenfrenado mientras sus instituciones están paralizadas.

A muchos de esos ministros, viceministros y directores de instituciones que manejan recursos, le tienen asignado zonas especifica de trabajo. Y en esas zonas concentran sus recursos presupuestarios, sus equipos y maquinarias, parte de su personal y un gran numero de medios de transporte para promover a los candidatos municipales del partido oficial y mas adelante a su candidato presidencial.

O sea, estarán en el campo de batalla y muy lejos de sus escritorios hasta después de mayo mientras la incertidumbre política se acrecienta, el coronavirus se expande y la economía se hunde.

Eso es lo que se llama una irresponsabilidad mayúscula de este gobierno cuando estamos casi en un estado de emergencia nacional.

Y todo podría ser menos grave y manejable si estos títeres del oficialismo regresan a su trabajo y se ponen las pilas para superar las amenazas que nos rodean. Porque mientras estén en campaña política nada se mueve ni se moverá en sus respectivas instituciones, paralizando prácticamente a todo el gobierno.

Las cifras de los primeros dos meses del 2020 son para tomarlas muy pero muy en serio porque el PIB esta en picada, el déficit fiscal arrancó con una cifra 10 veces por encima de años anteriores, el crédito se ha paralizado, los negocios están con el grito al cielo por la fuerte contracción de la demanda y los ingresos tributarios cayeron por primera vez en muchos años mientras el gasto se dispara por el intenso trabajo proselitista a nivel municipal.

Comunidades y barrios, por años abandonados, de repente ven como miles de obreros trabajan en sus calles amontonándose unos con otros, pero solo para cumplir lo que nunca se había hecho después de 8 años.   

Mientras tanto las actividades cotidianas se han paralizado como si el país se hubiera congelado de un momento a otro. Porque la clásica forma del PLD para ganar adeptos ya no convence a nadie, es cosa del pasado.

Hoy la juventud ha abierto los ojos. Las familias, aun con su pobreza, levantan la cabeza y dicen “basta ya” y la gente con conciencia y preocupada por el futuro del país ve que este gobierno llegó a su fin.

Hasta los empleados públicos se están haciendo presente en este mar de protestas arriesgando su empleo, pero confiados en que habrá un gran cambio.

El PLD no tienen más nada que ofrecerle a este país que no sea más corrupción, más deudas, más sufrimientos, más delincuencia y feminicidios y más intolerancia ante una democracia amenazada por la persecución y el abuso de poder.

Ni la prensa libre e independiente está exenta de ese peligro que acecha a la democracia. El cambio es lo único que garantiza un futuro con optimismo y esperanzas.