Según Dornbusch y Edwards (1991) la economía del populismo en América Latina tiene sus raíces en los esfuerzos de sus líderes políticos para erradicar la desigualdad en la distribución del ingreso. En este sentido, los políticos recurren a políticas macroeconómicas expansivas para financiar losdéficits y complementadas por una visión deinobservancia del mantenimiento de los equilibrios fundamentalesque caracterizan la estabilidad macroeconómica.

Las dificultades que creó el modelo de sustitución de importaciones y la profundización de los desequilibrios que produjeron las políticas populistas en la región, en alguna medida, inspiraron las recomendaciones del Consenso de Washington. Posteriormente, tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI) como el Banco Mundial fundamentaron sus estrategias de asistencia a sus países miembros en la eliminación delas consecuencias macroeconómicas (i.e. la crisis de la deuda externa) de la economía del populismo; las cuales siempre terminaron empeorando las condiciones de vida de los segmentos más pobres de la sociedad.

Los experimentos populistasen América Latina fracasaron no solamente en beneficiar a los pobres, sino que además durante su ejecución la clase política no mostró habilidad para cambiar las políticas queaplicaron (Cardoso, 1991).

Entre 2008 y 2010, la administración del presidente Fernández aplicó políticas públicas provenientes de la economía del populismo latinoamericano para agenciarse apoyo político. A través de la creación de unprograma de subsidios múltiple creó la ilusión de que la situación de pobreza se reduciría sustancialmente en el país. Sin embargo, este programa de subsidios formó grupos de seguidores que favorecen el clientelismo político pasando por alto las implicaciones financieras para la gerencia del presupuesto público; actualmente el gobierno que surja en las elecciones venideras hereda adeptos a los programas sociales(i.e. tales como Comer es Primero, Bono Luz, Bono Gas, subsidio generalizado al consumo de electricidad) que dificultan, entre otras distorsiones, el cumplimiento de los acuerdos con el FMI.

Nadie tiene noticias de que durante los últimos siete años de ejecución del programa de reducción de pobreza sus beneficiarios hayan dejado de recibir la ayuda estatal, es decir haya salido de la pobreza. En otras palabras, ese programa no ha servido para romper el círculo vicioso de la pobreza dominicana.Por eso la situación de pobreza, desempleo y de concentración del ingreso no han mejorado en la misma medida del progreso que reseñan las estadísticas del Banco Central.

Los programas de asistencia clientelar demandaron de asignación sostenidade recursosprovenientes de las fuentes de financiamiento delpresupuesto del gobierno central. Como la presión fiscal ha venido reduciéndose, la deuda pública se ha convertido en soporte esencial del empuje económico que muestra la economía dominicana. El endeudamiento se ha destinadotambién al financiamiento de los déficits presupuestariosy de la cuenta corriente de la balanza de pagos que han sido el sustento del crecimiento de la economía en los últimos siete años.

En efecto, el déficit del gobierno ha oscilado alrededor de los RS$52,000 millones entre 2008-2010, impidiéndoleal país cumplir con el acuerdo con el FMI que establece un techo acumulado para esa variable. El déficit de la balanza corriente y comercial alcanzaron déficits del orden del 8% y el 16% del PIB, respectivamente, para ese mismo período.

La magnitud de estos desequilibrios explican la duplicación del monto de la deuda externa y la quintuplicación de la deuda internaentre 2005-2010; cuyas consecuencias han sido perniciosas para la sostenibilidad de la política fiscal que demanda mayores créditos internos y externos cada año.El comportamiento del endeudamiento comprometió mayores recursos públicos para cubrir el servicio de la deuda públicaque pasó del 22% al46% de los ingresos tributarios durante en el 2005 al 2010.

Transferencias del Gobierno Central como % del los
Ingresos Tributarios

Fuente: Ministerio de Hacienda

El servicio de la deuda y la magnitud de los subsidios (incluyendo el subsidio eléctrico) representaron el 80.1% del gasto público como porcentaje de los ingresos tributarios para el 2010. De manera que el gobierno tiene serias limitaciones para cumplir con el resto de los compromisos gubernamentales,planteando dificultades para mantenerla sostenibilidad de las cuentas públicas. Aún en este evidente caso de incompatibilidad de las políticas de subsidio y de deuda el gobierno no muestra la habilidad de reorientar sus acciones.

Estos desequilibrios macroeconómicos que resultan de la economía del populismo han tenido efectos limitados sobre la reducción de la pobreza; por otra parte se han conseguido avances marginales en mejorar la distribución del ingreso y el desempleo ha sido muy poco flexible  al considerable crecimiento económico que el país ha registrado recientemente. A estos hechos habría que agregar la existencia de una dilatada corrupción en el gobierno, el incumplimiento de las leyes y sobre todo de la Constitución de la República  para beneficio de algunos funcionarios públicos.

La gestión económica del presidente Fernández ha sido calificada como exitosa en una declaración reciente hecha por un experto de un banco de inversión internacional.Curiosamente la "bonanza económica"de la presente administraciónha disgustado al electorado dominicano, a tal grado que más del 50% de la población dominicana, según encuestasrecientes,prefieren a la oposición política si las elecciones fueran hoy, tal vezpara liberarse del bienestar que el gobiernoque ha producido con sus políticas públicas.

Cinco años consecutivos de acuerdo con el FMI no han sido suficientes para corregir las distorsiones creadas por la administración Fernández, que continua imperturbablemente aferrado a las distorsiones clientelares que se le imponen a la economía. Cinco años de crecimiento económico por encima del que registra la región latinoamericana no han sido suficientes para reducir sustancialmente la pobreza, el desempleo y la concentración del ingreso. Cinco años de bienestar no han mejorado la calidad de vida de los dominicanos; pero ha creado enormes riquezas concentradasen un puño de funcionarios. ¿Incongruencias de las buenas políticas?